La urgente necesidad de la política y de los políticos carlistas

por José Fermín Garralda Arizcun

 
Queridos amigos:
 
Mi agradecimiento. Muchas gracias en nombre de la Junta Regional Carlista por haber acudido a la llamada. Sobre todo los que habéis venido de fuera de Pamplona a pesar de los inconvenientes de la nieve, el frío y sobre todo el hielo.
 
¿Qué decir de esta Fiesta? Hace 33 años, un grupo de jóvenes carlistas (Javier , Iñigo , Pedro Manuel, yo mismo y varias bonitas margaritas cuyo nombre omito por ser esto cuestión de años…) retomamos la tradicional fiesta que la Juventud Carlista de Pamplona celebraba a la Inmaculada Concepción. Nos inspiraron en ello don Ignacio de Orbe, Teófilo Andueza, Felipe, Santiago y Miguel. Sí; la Inmaculada, que es la patrona de la juventud carlista, quiere a los jóvenes limpios de corazón, generosos, fuertes y entregados. A Dios gracias y en un plis-plas  nuestros hijos ya están aquí.
 
Los políticos en el Carlismo. Sabemos que en la Comunión Carlista no sólo hay heroísmo de guerra, sino que también hay políticos. Durante muchísimos años el Carlismo se desenvolvió con éxito en la vida civil, la prensa y las instituciones sociales y políticas. Por eso, también debemos  identificar el Carlismo con el trabajo y responsabilidad del día a día, silencioso, sin aparente brillo pero fructífero.
 
Hubo muchos políticos carlistas ayer, políticos que hoy serian necesarios para liberar a la sociedad del liberalismo corruptor y descristianizador, de los políticos liberales o socialistas, que una vez más los hechos han demostrado que son primos hermanos.
 
Los políticos carlistas, enemigos de la partitocracia y siempre al servicio del bien común, formaron una pléyade entre diputados a Cortes, diputados forales, alcaldes y concejales de Pamplona y toda Navarra. También hay algunos senadores del Reino. Abarcaban desde Pamplona y las cuatro cabezas de Merindad restantes hasta el último concejal del más pequeño pueblo.
 
Os van a repartir un plastificado con la imagen de algunos de ellos. Citar nada más los diputados a Cortes sería largísimo y lo omito. ¿Y los diputados forales y concejales y alcaldes?
 
En Navarro Villoslada saludamos a los representantes de los carlistas navarros a Cortes, en calidad de diputados o senadores, tales como Cándido Nocedal (1865, 1872), Gabino Tejado (1865), Aparisi Guijarro (1865 aunque al final optó por Valencia), José Mª Múzquiz (1867), Luis Echeverría (1871), Joaquín Múzquiz (1869, 1871), Eusebio Múzquiz (1872), Pascual García Falces (1869), Cruz Ochoa de Zabalegui (1869, 1871, 1872),Joaquín Ochoa de Olza (1869), Nicasio Zabalza (1869), Manuel Echeverría (1869), Mauricio Bobadilla (1869), Cesáreo Sanz López (1871, 1872), Demetrio Iribas (1871, 1872), Romualdo Sanz y Escartin (1891, 1893, 1896, 1898 y 1901), Juan Vázquez de Mella (1893, 1903, 1905, 1907 y 1914), Miguel Irigary (1896), Joaquín Llorens (1901), Enrique Gil Robles (1903), Javier Bretón (1893), los dos condes de Rodezno (1905, y don Tomás en 1910, 1933, 1936, siendo senador en 1923), Eduardo Castillo Piñeiro (1907), Bartolomé Feliú y Pérez (1910, 1914), Lorenzo Sanz y Fernández (1910), seguidos de un largo etcétera. Les sucedieron Esteban Bilbao y Eguía (1920), Joaquín Baleztena Ascárate (1920 y 1923), Javier Martínez de Morentín (1933 y 1936), Luis Arellano (1933 y 1936), Jesús Elizalde (1936), entre otros, y, más tarde, Auxilio Goñi (1967), José Ángel Zubiaur (1967) y Jaime del Burgo Torres (1965).
 
Dos políticos muy especiales.
Hoy quiero recordar especialmente a dos políticos carlistas muy unidos a Navarra. Para encontrarlos no hace falta ir al pasado.
 
Uno de ellos vive entre nosotros, aunque tiene una avanzada edad. Estuvo en las instituciones navarras y fue procurador de Cortes Se trata de José Ángel Zubiaur. Hace unos pocos días hablé con él por teléfono y le dije que le iba a nombrar hoy. Le pareció muy bien y mostró su agradecimiento. Zubiaur fue voluntario en la Cruzada con aita Teodoro y Javier Nagore. Ya sabéis que Nagore fue presidente de la CTC de Navarra tras 1986. Pues bien, Zubiaur fue diputado foral, y procurador a Cortes en 1967 como Auxilio Goñi, y antes Jaime del Burgo Torres. Con Goñi votó su negativa a la sucesión de don Juan Carlos delante del propio Franco. Buen profesional, brillante orador y escritor, asistió muchas veces a Montejurra, apartándose del javierismo al conocer el desvío de don Hugo Carlos de Parma. Aplaudo de nuestro querido Zubiaur lo que fue su larga trayectoria carlista. Un nieto suyo iba a estar entre nosotros pero no ha podido venir.
 
El otro político carlista que voy a recordar falleció el pasado mes de septiembre. Aunque no ocupó cargos políticos en las instituciones del Estado, sin embargo, accedió a la más alta magistratura. Me refiero a don Juan Casañas Balcells, que tan próximo estuvo a don Mauricio de Sivatte. Su trabajo en Unión Carlista y por la unidad de los carlistas en 1986 fue decisivo. Estuvo decidido a cortar el nudo gordiano –así se lo oí- que dividía a los carlistas, y supo  cómo hacerlo. Recuerdo también que, hace muchos años, en una Fiesta como hoy, dijo en sus palabras pronunciadas en el restaurante Bidasoa hoy desaparecido: “Porque no sabemos quien es el Rey. Lo que sí sabemos –era antes de 1986- es quien no lo es”.
 
La necesidad de la buena política. Nuestro recuerdo hace presente los Principios a seguir y el ideal de servicio propios de los carlistas de ayer. Era una Política cristiana. Huía de la corrupción como de la peste. Repartía los bienes de la tierra entre los naturales. Gobernaba con limitaciones y consejo de las fuerzas vivas del país. Afirmaba que si el país está pobre deben vivir pobremente los ministros y hasta el rey. Así lo dijo el gran Carlos VII, y así lo decimos nosotros.
 
Hacemos todo ello presente cuando hoy trabajamos por la salvaguardia y regeneración de la sociedad, y cuando nos empeñamos en hacer posible la necesaria existencia de políticos católicos y tradicionales, esto es, carlistas. Del nombre “carlista” estamos plenamente orgullosos, como otros lo están de unos tales Cánovas, Alfonso, Marx, Pablo Iglesias, Stalin, Arana y otros por el estilo. El nombre “carlista” no tiene complejos, identifica y es honrado, es popular y tiene arraigo, y nos protege de toda corrupción, aventura, desorientación y cualquier clase de claudicaciones.
 
Como se ha dicho ante el monumento a Navarro Villoslada: el mayor enemigo de la Política es el liberalismo, la actual forma de hacer política, los partidos con mando y los políticos del actual candelero.
 
Se necesitan políticos, pero no carreras políticas ni partitocracias. Políticos católicos y tradicionales. Políticos con mandato imperativo, juicio de residencia e incompatibilidades. Sin prebendas, salarios de lujo, exclusividad o retiros millonarios. Políticos a los que se pueda decir: que la Patria os lo premie, y si no que os lo demande.
 
Propongo que quienes estamos en la CTC influyamos  políticamente en la sociedad para que ésta sea ella misma y se acerque a la CTC como organización política, sabiendo todos que la política tradicional en muy diferente a la liberal.
 
Propongo que la CTC sea el sustrato que en su día haga posible la existencia de políticos católicos y tradicionales –carlistas- en las instituciones públicas.
 
Propongo que aunemos a personas interesadas en una política activa –no existe la política pasiva-, para, antes de tener representación política carlista, influir y aún gobernar desde fuera las instituciones. Así lo dijo Vázquez de Mella. Todo menos caer en los brazos del liberalismo corruptor y descristianizador.
 
Doy la palabra a Javier Garisoain, secretario general de la CTC, cuya presencia agradezco en nombre de todos vosotros.
 
Muchas gracias
 
DIOS, PATRIA, REY
 
Pamplona, 20 de diciembre de 2009, en la Fiesta de la Juventud Carlista.