Textos Tradicionalistas|
En el día de la Monarquía Tradicionalista

Fecha: 06/01/2013
Autor: José Miguel Orts
Lugar: Valencia
Contenido: Texto leído por el Presidente Regional de la CTC de Valencia, don Jesús Blasco, en el acto posterior a la Misa del 6 de enero, con motivo del Día de la Monarquía Tradicional.

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Título
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Hoy, conscientes de lo que somos y porque lo somos, celebramos la Epifanía del Señor, es decir, la manifestación del Emmanuel, del Dios con nosotros, a todos los pueblos del mundo simbolizados en unos misteriosos personajes ajenos al pueblo elegido y quienes la Tradición atribuye sabiduría y poder socialmente reconocidos. 

Y, además, para los carlistas, este es el día de la Monarquía Tradicional: la iconografía clásica nos presenta a los Reyes Magos, guiados por una estrella que sólo ven los ojos limpios, en peregrinaje para adorar a un Dios hecho hombre, que forma parte de la historia de todos y cada uno de nosotros.

Esas imágenes son la médula de la causa que defendemos. Sólo cumpliendo la voluntad de Dios, los que ostentan la misión de gobernar se ponen al servicio del hombre. La unión de la divinidad y la humanidad en Cristo, eleva en los seres humanos la imagen y semejanza de Dios, que ya tenían desde el principio. De ahí lo sagrado de la persona, que marca la jerarquía de valores de la acción política.

Una política cristiana cabal no es la que más invoca el nombre de Dios, sino la que, cumpliendo su voluntad, se ordena al respeto profundo del hombre y hace posible su desarrollo integral, a partir de su libertad.

Esa concepción del poder es la que caracterizó a la Monarquía cristiana de las Españas desde su inicio. Con sus aciertos y errores, con los altibajos propios del obrar humano.

En la medida en que la Corona trató de ubicar su misión entre la ley natural y el respeto a las tradiciones y consentimiento del pueblo organizado y representado, le fue dada la añadidura de la gloria temporal.

Cuando los reyes dejaron de ser instrumentos del Reino de Dios y olvidaron reflejar su Justicia entre los hombres, la añadidura declinó hasta invertirse en decadencia y fracaso.

No caigamos, sin embargo, en el error calvinista de suponer en el logro de los bienes terrenales un signo de la predestinación eterna.

Esas lecciones de la Historia, en este día de la Monarquía Tradicional, nos permiten destacar los rasgos diferenciales de esa institución, en el proyecto por el que luchamos:
  1. Monarquía activamente cristiana: Su política se sujetará a la moral y a las enseñanzas de Cristo y favorecerá los intereses espirituales de la cristiandad. Precisamente por ser cristiana, tendrá el máximo respeto a las personas, grupos o etnias de otras creencias o convicciones para asegurar la igualdad ante la ley de todos los españoles. 
  2. Monarquía federativa que sea nexo de unión sin confusión de los diversos pueblos que conforman las Españas. Que fomente su andadura conjunta y la armonía de sus rasgos diferenciales. 
  3. Monarquía social que respete y promueva el entramado de grupos intermedios en que la persona humana se realiza, a partir de la familia y en las distintas facetas de su funcionalidad. Que la vitalidad del tejido social que vincula a las personas sirva de límite al poder político. 
  4. Monarquía responsable, en la que no encaje ni un tirano ni un monarca decorativo incapaz de iniciativas. El monarca también debe estar sometido a la ley como todos los españoles y no acogerse a privilegios de inviolabilidad ni inmunidad. 
  5. Monarquía foral, que ejerce sus facultades de gobierno según los derechos que histórica y constitucionalmente le corresponden en cada uno de sus dominios. Con atención a las peculiaridades culturales, jurídicas, administrativas. 
  6. Monarquía hereditaria, que vertebre la continuidad y el progreso de las Españas. El rey de nuestro proyecto habrá de tener la doble legitimidad de origen y de ejercicio. Habrá de confirmar con sus palabras y obras el llamamiento que recibió por su sangre. 

Ojala pronto el pueblo carlista pueda llamar al rey por su nombre.

Y que este esfuerzo tenga sentido como aportación a los problemas reales de España.