Textos Tradicionalistas
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Texto leído el viernes 2 de noviembre de 2012 en el círculo Aparisi y Guijarro en la celebración la festividad de San Carlos Borromeo, patrón de la dinastía legítima.
Fecha: 2 de noviembre de 2012
Autor: José Miguel Orts
Valencia, 2 de noviembre de 2012
Los carlistas valencianos celebramos hoy con el resto de los católicos el Día de los Fieles Difuntos. Pero, con el resto de los carlistas, también celebramos, aunque con dos días de antelación la fiesta de San Carlos Borromeo, Patrono de la Dinastía legítima. Es una buena ocasión para pedir a Dios por los que terminaron su andadura por este valle más de quimeras que de penas o alegrías. Y de incluir especialmente en nuestras plegarias el recuerdo de los miembros fallecidos de la Familia Real que desde 1833 hasta nuestros días, enarbolaron “la bandera de la Santa Tradición”, sacrificando su tranquilidad a su deber, por pura coherencia con sus convicciones y por lealtad al pueblo español de todas las generaciones. Cada cual con sus circunstancias y con su peculiar manera de entender su entrega. Pero a San Carlos también hemos de pedirle por los vástagos vivos de la Dinastía. Porque, gracias a Dios, la Dinastía Carlista perdura. Y el pueblo carlista también. Una supervivencia difícilmente explicable por las leyes de la lógica. En la presentación del libro “50 años de carlismo en Valencia. Círculo Cultural Aparisi y Guijarro 1959 -2009”, de Luis Pérez Domingo, hace ya dos años y pico, se habló de “un relevo dinástico que abre un nuevo capítulo de la historia carlista. Los carlistas valencianos asumimos nuestras responsabilidades y nuestra mano está tendida. Dios quiera que el nuevo titular de la Dinastía Legítima llegue a ser, como decía Aparisi y Guijarro en 1869, “el Rey que España necesita”. Desde entonces el Abanderado del Carlismo ha tomado iniciativas en sentido positivo. Ha emitido un mensaje en el que anunciaba oficialmente la asunción de sus deberes dinásticos y ha presidido varios actos públicos en España y Parma. Se ha casado y Dios ha bendecido su hogar con una hija. Entre los carlistas ha suscitado expectación y ha reavivado ilusiones. Todo ello en el marco de una coyuntura especialmente amarga para España, víctima de errores, ambiciones y saqueos que están llevando el Estado a la quiebra y a la Patria a su extinción como empresa histórica. El Abanderado encuentra los efectivos del Carlismo reducidos a rescoldos y ruinas, fragmentados y enfrentados entre sí, con ideas contrapuestas sobre el mismo ser y virtualidades de la Causa, envejecidos y con un relevo generacional insuficiente. Sin apoyos económicos. Desconocidos cuando no incomprendidos y menospreciados. Sin aparentes posibilidades racionales de recuperación. Según estos síntomas, el Carlismo es una Causa política del pasado, de interés para historiadores y especialistas de las diversas ciencias sociales. Cosa de archivos y museos. Pero del análisis de la descomposición social y ética que acompaña a la crisis económica se desprende la necesidad de un esfuerzo de regeneración. Es de una urgencia vital volver a ordenar la jerarquía de valores de la sociedad. La legitimidad que ha de sustentar la acción política no puede derivar sólo del cómputo de votos. Hay que repensar los fundamentos de la dignidad humana y reconstruir la sociedad de acuerdo desde ellos, instaurarla y restaurarla sin cesar. Con el esfuerzo y el tesón necesarios. Es tiempo de ejercer deberes. En esa lucha de supervivencia está implicado el Carlismo. Por eso es de estimar y agradecer la aceptación formal de “los deberes y sacrificios” que implica ser eslabón de la Dinastía Legítima lo cual es un paso que no le va a hacer más fácil su vida, como reconocía la nota de 25 de junio de 2011 de la Junta de Gobierno de la Comunión Tradicionalista Carlista. A San Carlos Borromeo suplicamos que ilumine la mente y el camino del Abanderado para que dé contenido a su misión. Que le dé prudencia y valor para abrazar su compromiso sobre los mismos valores que identificaron la entrega de sus antecesores desde 1833 y con lenguaje y metodología acordes con las circunstancias actuales. Para que sepa, pueda y quiera representar un modelo de monarquía que sirva a las necesidades de la España de hoy. A cambio de su entrega contará con una base social potencial levadura de una nueva sociedad. Una base que ha sido y continuará siendo escuela de lealtades. Pero si el sacrificio que se le pide supera su capacidad de entrega o la medida de sus fuerzas, también le rogamos a San Carlos Borromeo que le dé luces y sinceridad para no frivolizar con el carlismo ni despertar expectativas infundadas. Los carlistas no se merecerían una actitud tal. Y como no sustentan mesianismos políticos de ningún tipo, incluso comprenderían humanamente una “insuficencia coronaria” de la que han adolecido, de hecho, prácticamente todas las dinastías de la cristiandad. Ante tal eventualidad, los carlistas deberían reconsiderar la forma y contenido de su proyecto político, para preservar su funcionalidad como respuestas a los problemas de la España de hoy. En este Día de Difuntos, junto a los correligionarios y consocios valencianos recordados, hemos encomendado al Padre a tres amigos que han trabajado desde otras filas por la unidad o al menos el mutuo conocimiento y respeto de los carlistas: Ildefonso Sánchez Romeo, Ramón Hernández Oter y José María Biarnés Perpiñá. A ellos, allá arriba, no se les termina la labor: les pedimos que sigan echándonos una mano para que los que nos cubrimos con la gloriosa boina roja, pensemos y obremos como tal prenda nos exige. Y por ello, guiados por el Rey, como nuestros padres, sigamos luchando por Dios y por la Patria. | Le puede interesar
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