Crónica: César Alcalá
El pasado sábado 23 de enero tuvo lugar en la Basílica de Santa María de Mataró la beatificación del que fuera su párroco cuando estalló la guerra civil, Mn. Josep Samsó Elías. La ceremonia estuvo presidida por el Cardenal de Barcelona Lluis Maria sistach. Después del rito inicial se procedió a la beatificación. Para la ocasión el prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos leyó la carta apostólica enviada por SS el Papa Benedicto XVI. La carta decía así:
Nos, atendiendo el deseo de Nuestro Hermano Lluis, Cardenal de la Santa Iglesia Romana, Martínez Sistach, Arzobispo de Barcelona, así como de otros muchos hermanos en el Episcopado y de muchos fieles, después de haber consultado el parecer de la Congregación para las Causas de los Santos, con Nuestra Autoridad Apostólica, concedemos que el Venerable Siervo de Dios Josep Samsó i Elías, sacerdote lleno de celo pastoral, que confirmó con la efusión de su sangre la fe que había enseñado fiel a su ministerio parroquial, de ahora en adelante pueda ser llamado Beato y que se pueda celebrar su fiesta en los lugares y según las normas establecidas por el Derecho, cada año, el primero de septiembre, día de su nacimiento para el Cielo. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Dado en Roma, junto a San Pedro, el día 20 del mes de enero del año 2010, quinto de Nuestro Pontificado. Benedicto XVI, Papa. Al destaparse la imagen de ya beato Josep Samsó, el público estalló en una largo ovación que se prolongó casi tres minutos. El acto continuó con la liturgia y al finalizar la santa misa monseñor Angelo Amato ha pronunciado unas breve homilía, glosando la vida y obra del nuevo beato, en catalán y castellano. Desde primera hora de la mañana se congregaron cientos de personas para poder acceder a alguno de los asientos, tanto fuera como en el interior de la Basílica, para presenciar el evento. Al acto fueron convocados 400 sacerdotes de la Diócesis de Barcelona. La Basílica de Santa María de Mataró reunió, para la ceremonia, más de 900 personas. Meses antes de estallar la guerra civil el actual Beato Josep Samsó se preparaba para lo que iba a suceder: “Cada día durante la oración me preparo para el martirio”. Le comentaba a su madre y hermana que nada le gustaría más que convertirse en mártir. Y no sólo esta mujer. Uno de los que formaban el pelotón de fusilamiento, un gitano que arreglaba sillas, había recibido caridad de él. Otro, conocido como el “Geperut”, también. Todos los necesitados de Mataró encontraban cobijo en la casa del beato Samsó. Durante su estancia en la prisión de Mataró les decía a los sacerdotes y seglares que estaban con él: “No tengáis miedo: Yo soy el escogido para el sacrificio”. El 1 de septiembre de 1936 lo condujeron al cementerio de Mataró. El beato Samsó perdonó de todo corazón a cada uno de los miembros del pelotón de fusilamiento. A cada uno de ellos los abrazó diciéndoles: “Abrazadme, pues yo os perdono”. Uno de ellos no se dejó abrazar y retrocedió un paso. Después de muerto este dijo: “ Si lo llego a abrazar, no lo habría matado”. Cuando intentaron vendarle los ojos se negó: “No soy un criminal. Quiero mirar de cara a Mataró y a las Santas que tanto he querido”. A las 11,30 horas del 1 de septiembre de 1936 el beato Josep Samsó entregó su alma a Dios. |
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