Los arqueólogos creen que murieron en algún acontecimiento bélico de comienzos del siglo XIX. Alava (Fuente www.elcorreo.com).- Los sótanos de la sede de la Junta Administrativa de Ocio, una pequeña localidad del Ayuntamiento de Zambrana con apenas 40 vecinos, no paran de dar sorpresas a los arqueólogos. Justo cuando estaban a punto de dar por finalizada la excavación de una necrópolis del siglo XVII, aparece una fosa común con los restos de 13 hombres en lo que los especialistas consideran un hallazgo «singular». Tan «excepcional», que los paleontropólogos Francisco Etxebarria y Lourdes Herrasti, miembros de Aranzadi, han mostrado su deseo de estudiar los esqueletos.
Aunque las investigaciones son aún «preliminares», todo apunta a que los finados perecieron a causa de alguna contienda bélica de principios del XIX. «Probablemente en la época de los primeros estadios de los conflictos carlistas», explican Miguel Ángel Berjón y José Ángel Apellániz, socios de VKS. La junta de Ocio les contrató el pasado verano para hacer una cata antes de acometer unas obras en su sede. Lo que parecía un trabajo rutinario acabó con el hallazgo de 48 tumbas de individuos de ambos sexos y de varias edades -incluidos 12 niños- enterrados entre los siglos XVII al XIX. Los arqueólogos creen que sus restos forman parte del segundo de los cuatro cementerios que ha tenido Ocio en su historia. Este camposanto, en concreto, se creó en el subsuelo de la desaparecida ermita de la Asunción, sobre la que se levanta la sede de la junta. La última semana de octubre, Berjón y Apellániz concluyeron los trabajos para dejar libres de restos los bajos del edificio y que el concejo pudiera así iniciar las obras. Fue en ese momento cuando aparecieron más esqueletos. Esta vez se trataba de un enterramiento colectivo realizado en un espacio de unos cuatro metros y medio de ancho por metro y medio de profundidad. Todas las osamentas pertenecían a hombres de edad adulta y en dos de los casos había restos de proyectiles de plomo alojados en el tórax. Estos detalles trasladaron enseguida a los especialistas a un escenario bélico. Una moneda y restos cerámicos les permitieron datar su muerte a comienzos del siglo XIX. Pero la fosa abre más incógnitas sin despejar. Por ejemplo, los combatientes lejos de haber sido sepultados apilados, como ocurre en enterramientos de este tipo, fueron «depositados en el fondo de la fosa de manera ordenada y dispuestos con aparente delicadeza, en cinco filas de dos o tres individuos y con los difuntos mirando al Oeste», relatan Berjón y Apellániz. Y otros dos esqueletos estaban cogidos de la mano, como si fuesen parientes o amigos. Los cuerpos -los 48 más estos 13- han sido depositados en el museo Bibat, donde serán examinados.
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