Cuando era niño ya me decía llena de júbilo mi madrecita:
-Para ser bueno ¿Sabes que obliga, hijo del alma? Pues ¡Ser Carlista! ¿Seráslo, hijito? Dí que si, vida..... ¿Nada contestas.....? ¡Es que lo afirmas!
Si así lo hicieses, Dios te bendiga. Mira, es la causa más noble y digna; la que hizo a España grande y temida
¡Dichosos tiempos de la era antigua, en que imperaban nuestras doctrinas y era la Patria creyente y rica; cuando de hinojos todos caían ante la Enseña gloriosa e invicta de la Cruz Santa .....!
Madre, no sigas. Yo seré siempre, siempre Carlista.
Vino la guerra..... ¡Guerra precisa! Las ambiciones de los de arriba dieron origen a las desdichas que sobre España sobrevenían. La Iglesia Santa fue perseguida con refinada, cruel malicia. La bancarrota se vino encima. Las asonadas, las sarracinas, los despilfarros, las injusticias, las filtraciones, las felonía; cuanto de malo Satán combina, todo ello estaba de orden del día. ¿Qué hacer entonces? Cosa es sabida: lo que mi madre me dijo un día: "Para ser bueno, prenda querida, no hay más remedio, que ser carlista....."
Cesó la guerra, como terminan todas las luchas nobles y dignas cuando al que manda solo domina la ambición torpe, ciega avaricia. La Causa santa no fue vencida; fue traicionada por la pandilla de vividores que en todo anida. Por engañosa, por libertina fue solo el fruto de aquella inicua trama pactada por gente indigna; porque nos trajo entre otras ruinas, duelos en África y en las Antillas..... ¡Ay de ti, España! Si no exterminas pronto a esos..... seres que te mancillan; será tu suerte triste, tristísima..... Mas, si levantas tu frente altiva; si despertando tus energías, ahogar consigues al que te humilla, aún feliz puedes ser, Patria mía. Mas, para serlo ¿sabes que obliga? Lo que mi madre díjome un día..... "¡No hay más remedio que ser..... CARLISTA!"
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