Opinión|
¿”Hacernos separatistas con los separatistas” es cosa de San Pablo? | José Miguel Orts
Valencia, 24 de octubre de 2012
No es fácil la decisión. Sobre todo si se teme al coro que grita más, al que demuestra más poder de coacción. Pero llega un punto en que la neutralidad no es una opción posible. Algunos pastores de la Iglesia creen que las transformaciones estratégicas pastorales de que habla San Pablo, que imponen al apóstol asemejarse a los fieles para hacer más creíble su palabra, les autorizan, e incluso les aconsejan el cambiar de patria. Por ello tiene fama la Iglesia católica de fomentar la desintegración nacional de los países en los que tiene implantación. Pero me cuesta mucho comprender el sentido de ese compromiso localista hasta apoyar abiertamente el separatismo, en nombre de su misión religiosa. Hace unos años mi amigo Pepe Monzonís, actual Presidente del Círculo Aparisi y Guijarro, y yo tuvimos que gestionar el alquiler de un local de titularidad eclesiástica para celebrar la presentación de un libro de José Javier Esparza. Días antes del acto fuimos llamados por el Obispo Auxiliar del que dependía el local, alarmado ante la posibilidad de que la divulgación apologética de la Historia de España, especialidad del famoso periodista, molestara a quienes no aceptaban a España como nación. El prelado nos arguyó que el Reino de Cristo no se encarna en estructuras temporales y no conoce fronteras. De hecho -nos vino a decir- la Iglesia desarrolla su misión del mismo modo en las actuales Eslovaquia y República Checa que en la antigua Checoslovaquia. De hecho la presentación se realizó allí y fue un éxito. Meses después ese mismo obispo -hay que decirlo todo- estaba presente con muchos otros hermanos suyos en el episcopado en el Cerro de los Ángeles conmemorando la consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús que presidió el llamado Alfonso XIII. De aquella entrevista salimos Pepe y yo entre perplejos e indignados. Cuando me veo ahora a obispos valencianos en sedes catalanas apoyar la independencia de Cataluña me acuerdo de aquella anécdota. Cuando hablo con vascos huidos de su tierra, después de perder a sus seres queridos a manos de los terroristas separatistas, y me cuentan su sensación de ser abandonados por sus curas y obispos por el delito de querer seguir siendo españoles, el alma se me revuelve hasta la náusea. ¿Forma parte esa "pastoral" del amor del 4º mandamiento? Y, haciendo números, ¿cómo le va a la Iglesia siguiendo esa deriva de carcoma de la cohesión social y territorial de España? Duele de verdad atribuir ese papel a una parte, aunque sea mínima pero escandalosa, de la misma institución que comparte con la Corona la gloria y el mérito de parir para la Historia lo que se conoce como España. Así le va a una y a la otra. Ya sé que tendré que confesarme por esto. Tendré que buscar un cura que no me salga nacionalista periférico. | Le puede interesar
Mostrando entradas 1 - 2 de 14.
Ver más »
|