De manera pausada y discreta, si bien continuada, D. Carlos Javier, desde el fallecimiento de su padre, prosigue desarrollando actos de carácter público que para un gran público, calculadamente desinformado y manipulado, resultan irrelevantes y transparentes; para quienes seguimos contribuyendo a la pervivencia de la Causa carlista si nos aportan algunas claves esperanzadoras. 

Creemos y queremos que estos actos llevados con un proverbial sentido de la oportunidad, aunque a veces con ciertos chirridos que despiertan ciertos matices poco gratos de tiempos pasados, ayudaran en un futuro próximo a la consolidación y recuperación del Carlismo.

Entendemos que D. Carlos Javier es conscientes de las carencias y escepticismo que porta consigo de cara a la mayor parte del Pueblo Carlista; nos consta que si busca el puesto que le correspondería como Abanderado de la Tradición habrá de prevenirse inequívocamente frente a esquemas ideológicos trasnochados, evitar decantarse por banderias o dejarse utilizar por unos interesados miembros de club de fans.

Tendrá claro lo que las nuevas generaciones carlistas, nucleadas tanto en las familias de este, como en quienes han llegado al Carlismo por convicción propia o a través del camino asociativo como el ejercitado por la entidad juvenil Cruz de Borgoña, esperan de él, que no es más que, el mantenimiento de la ortodoxia, con el lenguaje y el vigor actualmente necesarios para que el Legitimismo sea el referente necesario para escapar de esta sinsentido existencia a que nos ha llevado el liberalismo del que colea sus últimos estertores postmodernistas.

Quizás actos como su adhesión al aniversario de las Navas de Tolosa, al del reciente acto de los carlistas valencianos en el aplec de Bocairent, la jura de los Fueros de Navarra o la reunión con jóvenes carlistas en marzo de este año, sean jalones de la senda adecuada.

D. Carlos Javier es consciente o debería serlo de que la diferencia con su padre, viene dada por la aceptación cuasiunánime que D. Carlos Hugo concitó desde un inicio entre el Pueblo Carlista y que por una serie de razones y sinrazones fue dilapidando, hasta casi esfumar, y la necesidad que él tiene de recomponer esa fidelidad con la Dinastía que es, una de las piedras angulares de nuestro cuatrilema.

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