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El Requeté. Los carlistas en la guerra civil. (La Aventura de la Historia nº 146).

publicado a la‎(s)‎ 27 nov 2010, 22:16 por Tradición Viva   [ actualizado el 27 nov 2010, 22:28 ]
Revista
: La aventura de la historia número 146
Fecha de publicación: Diciembre de 2010.
ISSN: 1579-427X
PVP: 3,90 €.

La revista la Aventura de la Historia dedica un amplio artículo a la intervención del Requeté en la cruzada de liberación.

El detonante de dicho artículo es la publicación del libro Requetés. De la trinchera al olvido, que tan amplia acogida ha tenido entre los lectores, y del que este boletín ya ha informado ampliamente.

El artículo, que corre a carga de Jordi Canal, autor que ha dedicado numerosos libros y artículos al carlismo, destacando recientemente el libro Banderas blancas, boinas rojas de la editorial Marcial Pons, y titulado “Por Dios, la Patria y el Rey”, nada nuevo nos aporta, aunque es una buena síntesis. Se recorre la historia del Requeté, desde sus primeros antecedentes en el siglo XIX, pasando por su creación en la década de los años 10 del siglo XX, y su configuración definitiva gracias a los esfuerzos de Manuel Fal Conde y el general Enrique Varela.

La columna vertebral del artículo se configura en torno a la participación de los requetés en la guerra del 36, reproduciendo testimonios de requetés y margaritas que con honor y sacrificio participaron en la cruzada, testimonios tomados del libro Requetés. De la trinchera al olvido.

Lo único que es objetable en el artículo es la pequeña columna denominada El final de una época, donde se desglosa con desacierto la muerte de Carlos Hugo y la pervivencia del carlismo. Quien no conozca la situación actual del carlismo, no puede adquirir un cabal conocimiento con la lectura de este suelto. Efectivamente, se habla sólo desde el aspecto monárquico, glosando las figuras de don Carlos Hugo y don Sixto, olvidándose de todos los movimientos y grupos carlistas que anteponiendo al rey, los principios de Dios, Patria y Fueros, suponen la verdadera permanencia política e histórica del carlismo. Es un grave error haber olvidado citar a la Comunión Tradicionalista Carlista, que hoy por hoy engloba a la mayor parte de los carlistas.
 

 
A continuación reproducimos la presentación que la Revista la Aventura de la Historia realiza del artículo.
 
El Requeté. Por Dios, por la Patria y el Rey
 
Fueron los vencidos de entre los vencedores de la Guerra Civil, a la que acudieron en masa “para que España fuera del sagrado corazón”. Franco y la Falange los usaron para sus intereses y luego los desecharon.
 
Entre 1912 y 1918 estuvo al frente del carlismo, que tenía a don Jaime como rey, el marqués de Cerralbo. En aquellos años nació el Requeté –en mayúscula, que lo distingue del requeté como individuo–, como organización paramilitar urbana. La vieja fórmula del Ejército real complementado por partidas no era ya operativa. La nueva estructura política del carlismo no requería un aparato militar paralelo, como en el siglo XIX, sino más bien de acción complementaria y carácter paramilitar.
 
Con el nombre de Requeté habían sido designados durante el siglo XIX o a principios del XX algunos batallones, partidas o agrupaciones de jóvenes carlistas. Su más claro antecedente fue el Requeté fundado en 1907 por Juan María Roma, que integraba a los escolares carlistas entre los 12 y los 16-17 años, edad en la que podían pasar a engrosar las juventudes. Este Requeté pasó a convertirse en 1912-1913 en una organización paramilitar, inspirada en los Camelots du Roi de Action Française. Los requetés se enfrentaron en las calles con republicanos y revolucionarios, y, en el País Vasco, también con los nacionalistas. Tras la Gran Guerra, en consonancia con la delicada situación que atravesó el movimiento, el Requeté vivió una fase de parálisis, de la que emergería con renovada fuerza durante la Segunda República. La reactivación de las fuerzas paramilitares fue considerada entonces una prioridad.
 
La aparición de un nuevo estudio sobre su papel mueve a Jordi Canal a recordar a estos integristas, que combatían con un crucifijo en la guerrera.