Autor: Angelo Montonati Editorial: Ancora Editrice, Milán 1999 Páginas: 143 Ahora, que tantos pretender negar la labor social de la Iglesia, es conveniente recordar a todos aquellos santos y beatos que en momentos de crisis supieron aportar lo mejor de sí para difundir desde su labor social el amor a Cristo. Benito Menni, es uno de esos santos. Criado en la conflictiva Italia de los años 50 y 60 del siglo XIX, donde la masonería, el anticlericalismo y el belicismo hacían verdaderos estragos, supo comprometerse con los enfermos y heridos. Descubre su vocación atendiendo a los heridos de la batalla de Magenta, donde la alianza franco-prusiana, consigue derrotar a las tropas austriacas en una sangrienta lucha. Desde entonces, su dedicación a los enfermos será la norma de su conducta. Encomendado en misión especial por el Papa Pio IX, llegará a España en 1867 con la misión de restaurar la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios en su misma cuna, dado que tras los decretos de Mendizábal (1835 y 1836) la Orden Hospitalaria se había extinguido. Había que partir de cero, en un clima de abierta hostilidad a todo lo religioso, entre guerras y revoluciones. Con su llegada a España, la Orden Hospitalaria resurge efectivamente, pues se van fundando hospitales y casas de acogidas; no obstante, el ambiente prebélico de los años 70 ocasiona problemas a Fray Benito, así en 1873 es detenido en Barcelona, acusado de colaboración con los carlistas, aunque logra escapar del fusilamiento. En la III guerra carlista, consigue la acreditación de la cruz roja para atender a los heridos. Desde 1874 a 1876 presta asistencia, con un grupo de hermanos de S. Juan de Dios, a los heridos de la Guerra carlista en el norte de España, encontrando tiempo para fundar un Hospital en Escoriaza. Durante la guerra, los religiosos ejercen su labor en el frente, como camilleros, y en los hospitales de primeros auxilios, prestando asistencia médica y de enfermería. El equipo sanitario de hospitalarios estaba formado inicialmente por siete enfermeros, a los que luego se incorporaron otros religiosos, entre los que se encontraban dos médicos. Desempeñaron su cometido en los combates de Portugalete, Abárzuza, Lácar y Lumbier, así como en los hospitales de sangre de Santurce, Portugalete, Irache, Gomilaz, Ochandiano y el propio Santa Agueda. El balneario fue durante la guerra hospital de sangre, y a él se retiraron los heridos atendidos en el hospital de Gomilaz durante la campaña de Dorregaray en el invierno de 1875; Acabada la guerra, sigue su restauración de la Orden Hospitalaria, y así, el 23 de febrero de 1877, el P. Benito Menni obtiene la autorización para abrir un hospital psiquiátrico en Ciempozuelos (Madrid). Será la casa-madre de la restauración de la Orden en España, y se convertirá en el Hospital Psiquiátrico de referencia en España; desde entonces hasta hoy en día, miles de enfermos mentales han pasado por sus instalaciones, recibiendo un excelente trato médico, pero ante todo un excelente trato humano, atendidos amorosamente por quienes ven en el enfermo al Cristo doliente necesitado de compañía. Muy pronto se dio cuenta de que el Señor necesitaba manos femeninas y corazones de madre para atender a las enfermas mentales y a niñas minusválidas. Pedía luz a la Virgen. Después de varias peripecias, el día 22 de junio de 1880, recibe en Ciempozuelos a Mª Josefa Recio, a Mª Angustias Giménez, procedentes de Granada, con las que un año después fundará la Congregación de Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús. El 31 de mayo de 1881, entrega el hábito de religiosa a Mª Josefa Recio, a Mª Angustias Giménez y a otras 8 jóvenes. Comienza su andadura la nueva Congregación. El 25 de junio de 1892, el Papa León XIII aprueba la Congregación como Instituto de Derecho Pontificio. El 2 de agosto de 1897, fallece en San Baudilio de Llobregat Mª Angustias Giménez, cofundadora de la Congregación y el 16 de marzo de 1908, la Santa Sede aprueba definitivamente las Constituciones de la Congregación. Fray Benito ejerce desde 1884 hasta 1903, el cargo de Superior Provincial de España, y en 1909 fue nombrado Visitador General de la Orden. En abril de 1911, por decreto de la Sagrada Congregación de Religiosos, es nombrado Superior General de la Orden, presentando su dimisión en 1912. Cuando cesó en su cargo de Provincial, había fundado numerosas casas, hospitales y colegios. Al final de su vida Cristo le asocia al misterio de su muerte, mediante la soledad, silencio y lejanía de sus seres queridos, así a las 9 de la mañana del 24 de abril de 1914 fallece santamente el Padre Benito Menni en Dinan (Francia). San Benito Menni, al igual que otros santos italianos de la época, como san Juan Bosco, supieron encontrar el camino de santidad atendiendo a la realidad social. Si fray Benito encontró su santidad en la dedicación a sus enfermos mentales y niños, don Bosco supo encontrar su camino en la dedicación a la educación de los cientos de niños italianos desatendidos o abandonados por sus padres en las ciudades italianas. Desde entonces ambos son modelos a seguir, no sólo por los cristianos, sino por todo hombre de buena voluntad. |