Historia |

Por Valentina Orte, Madrid 29/01/2013
Es el barrio de Usera una zona del distrito del mismo nombre. Tiene su origen en unos terrenos situados al norte del municipio de Villaverde que pertenecían a un rico agricultor de dicho pueblo: "el tío Sordillo". Una hija de este agricultor contrajo matrimonio con el Coronel Marcelo Usera, militar y hombre de negocios, quien planteó que la edificación de estos terrenos sería más rentable que su cultivo, por lo que entre 1925 y 1930 se procedió a su parcelación y venta.
El administrador de D. Marcelo, encargado de la delineación y trazado de las calles, decidió darles nombres de los miembros de la familia Usera así como del personal de su servicio y de algunos vecinos. Tales calles son, por ejemplo, Isabelita, Amparo o Gabriel Usera. La principal es Marcelo Usera, situada entre la Plaza de Fernández Ladreda (conocida popularmente como Plaza Elíptica) y la Glorieta de Cádiz.
La mayor parte de sus habitantes eran obreros y pequeños artesanos, con viviendas modestas. Había también diversas instalaciones industriales establecidas hacia el este, aprovechando la proximidad de la línea férrea hacia La Mancha y Andalucía y de la carretera a San Martín de la Vega. Durante la Segunda República, el gobierno municipal, a iniciativa del concejal D. Máximo Carazo, emprendió una serie de actuaciones para la creación de las infraestructuras como alcantarillado y empedrado de calles, y servicios básicos: suministro de agua, electricidad y, transporte, que quedó asegurado por la línea de tranvía Usera-Legazpi-Plaza de Cibeles y por la de autobús con la calle de Toledo..
Llegado el verano de 1936, este humilde barrio del —entonces— extrarradio de Madrid, participó en hechos que, aunque duros y sanguinarios conviene recordar por mor de la verdad de la memoria histórica.
Desencadenada la guerra civil, la defensa de Madrid se organizó mediante trincheras y minas a lo largo de la zona sur. El ejército republicano en el sector de Usera-Villaverde estaba dirigido por Mena, Prada, Líster, Bueno y compuesto por el batallón de FETE, integrado por maestros y artistas.
Enfrente, las tropas que al mando de Yagüe y Varela llegaban de Andalucía, Extremadura y Toledo, a dónde se habían desviado para liberar el Alcázar. Las de la legión de Yagüe que estaban mecanizadas y se desplazaban con velocidad y capacidad artillera, progresaron a finales de octubre por la carretera de Toledo y, cubriéndose de gloria en su bautismo de fuego, avanzaron por el flanco sur del despliegue: Pinto, Seseña, Valdemoro y Cerro de los Ángeles. El día 4 de noviembre de 1936 el ejército nacional tomó Getafe y Leganés, así como los aeródromos de Getafe y de Cuatro Vientos. El 5 de febrero La Marañosa, Gózquez y Ciempozuelos y el día 6 del mismo mes los campos de Retamares y de Carabanchel, la ciudad de Carabanchel Alto, la estación y la ciudad de Villaverde.
Hay que señalar que la lucha por ambos bandos fue durísima. Entre los legionarios la relación de bajas habidas en la operación de Usera y Basurero se elevaba a cien, entre muertos y heridos. El ejército rojo dejó sobre el campo más de trescientos muertos. Entre los ocurridos en las trincheras defensivas de este frente, cabe mencionar al escultor Emiliano Barral[3] que participó como capitán de las milicias anar quistas.
El plan de ataque a la capital era amagar por el sur para, haciendo una rápida maniobra envolvente, seguir por la actual avenida de los Poblados, atravesar el paseo de Extremadura, hacia la Casa de Campo y tomar Madrid desde la Moncloa. Las avanzadillas nacionales llegaron el 8 de noviembre hasta el hospital Clínico en Moncloa y establecieron un frente en el paseo de Extremadura y los cerros de la Casa de Campo, donde se hicieron fuertes hasta el final de la guerra en 1939.
Madrid queda bajo el fuego de la artillería nacional. El gobierno republicano huye a Valencia. En este contexto se constituye un frente estabilizado en el corazón mismo del barrio, en el emplazamiento elevado de la llamada colonia del Zofío, a unos centenares de metros del río, el cual fue luego afianzado por ambos bandos mediante la construcción de trincheras y fortificaciones en los edificios la mayoría de los cuales quedarían derruidos tras los años de contienda.
En los primeros meses de la guerra se desencadenó en la zona republicana una respuesta popular contra todo lo que pudiera tener relación con los sublevados. La Iglesia, la burguesía, los propietarios y las clases acomodadas fueron objeto de persecución que el poder republicano no se encargó de controlar. Tuvieron lugar asesinatos, saqueos e incendios de iglesias y conventos y requisas de bienes y propiedades particulares. Por ello muchas embajadas y legaciones extranjeras acogieron a miles de españoles amenazados o perseguidos a causa de su ideología. El embajador de Chile, Aurelio Núñez Morgado, que era el decano del cuerpo diplomático en España, fue el principal organizador de esta iniciativa humanitaria que salvó muchas vidas. Casi todas las embajadas de Madrid acordaron acoger como refugiados a todos los que se sentían perseguidos o amenazados por la revolución llegando a extender la inmunidad diplomática de las legaciones a edificios que se alquilaban para dar cabida a mayor número de refugiados.
Aunque la tolerancia de los gobiernos de Giral y de Largo Caballero hacia la interpretación amplia del asilo diplomático fue aceptable, tanto la prensa como la radio de Madrid criticaron esa labor humanitaria. Alegaban falsamente que solo los fascistas se acogían al asilo diplomático, pese a que la esposa de Azaña, las hijas de Indalecio Prieto y las familias de muchos diputados republicanos, tanto de derechas como de izquierdas pudieron salir de España hacia Marsella a bordo del buque de la Armada Argentina 25 de Mayo gracias a las gestiones de la embajada Argentina. La radicalización de los medios de comunicación fue tal, que tres embajadas —las de Finlandia, Perú y Turquía—, fueron asaltadas por fuerzas de orden público o milicianos y la embajada argentina sufrió varios intentos de asalto para obligar a entregar a alguno de los asilados. A pesar del amparo que la policía española daba a estos asaltos, fueron rechazados; a veces in extremis, como en el caso del embajador argentino quien a punta de pistola expulsó a los milicianos que pretendían secuestrar a unos indefensos refugiados.
A esta situación vino a sumarse la inquietud que produjo el conocimiento del proceso de uno de los empleados de la embajada de Finlandia implicado en la organización de una falsa operación de evacuación de un grupo de acogidos en octubre de 1936 que terminó en la desaparición de todos ellos. Un mes antes, a principios de diciembre de 1936, el general Miaja ordenó el cierre de la falsa Embajada de Siam tras conocerse su existencia y donde habían sido detenidos varias decenas de antirrepublicanos que posteriormente “fueron desaparecidos” a manos de la tristemente célebre “Brigada del Amanecer”[7].
En declaración de Alberto Maclean, canciller de la embajada inglesa en Madrid, personaje muy relacionado con la aristocracia, revela como se dieron cuenta de una trampa que habían tendido a los asilados en la embajada rumana que deseaban ser evacuados. Les presentaron unos pasaportes traídos desde Valencia con los que dijeron podrían pasar sin problema, pero uno de los refugiados demostró la falsedad de sus sellos, y que al tener conocimiento de otros hechos que ponían en duda la veracidad del paso del frente de Usera, hizo gestiones a través de la embajada en Hendaya que le confirmaron el engaño, por lo que se apresuró a comunicarlo a los Encargados de distintas Embajadas pero que al tratar de localizar a los ya evadidos, le resultó infructuoso.
El revuelo causado en las cancillerías por estos hechos y por el enorme número de personas que se encontraban en las cárceles de Madrid sometidas a la jurisdicción de las Autoridades judiciales o gubernativas, motivó un comunicado del gobierno de Londres a lo que el Ministro de Estado, Sr, Álvarez del Vayo contestó que “hay, efectivamente, en las cárceles de Madrid una cantidad de presos políticos que, bien por haber intervenido directamente en la rebelión contra el Estado, o por sus actividades de siempre, hostiles a la República, y sus relaciones con los adversarios del régimen, han sido recluidos…. El Gobierno de la República no puede por menos de demostrar su extrañeza ante la suposición de que unos detenidos políticos, que sólo después de comparecer ante el Tribunal Popular correspondiente son objeto de las sanciones jurídicas a que haya lugar, vayan a convertirse en objeto de una matanza general”.[8]
Mijail Koltsov[9], enviado del Pravda, se lamentaba:
“En las cárceles de Madrid hay ocho mil fascistas encerrados, de ellos tres mil oficiales de carrera y de la reserva. Si en la ciudad penetra el enemigo o se produce un motín, el enemigo tendrá ya preparada una columna excelente de oficiales. Es necesario sacar de la ciudad a esos cuadros inmediatamente, aunque sea a pie, por etapas. Pero nadie se ocupa de ello.”.[10]
A fines del mes de octubre de 1937 los mandos militares y el Comisariado Político de la 36 Brigada roja, que guarnecía el sector del barrio de Usera, en las afueras de la capital, puestos de acuerdo con la organización comunista madrileña, siguiendo los consejos del comunista ruso, urdieron una maniobra consistente en atraer a dicho sector a cuantas personas, preferentemente adineradas, pudieron reunir, haciéndoles creer que iba a serles facilitada la evasión a la zona nacional, con el designio por parte de los comunistas de asesinar a dichas personas y apoderarse del dinero y objetos de valor que portaran, a cuyo efecto se les instaba para que, aprovechando las condiciones de seguridad y comodidad que había de ofrecer su evasión, llevasen encima cuánto dinero y alhajas poseyesen.
Dirigió estas actividades, de acuerdo con los mandos de dicha Brigada, un comunista, titulado Comandante del Ejército rojo, Casimiro Durán Muñoz, y sirvió de agente incitador un Capitán del mismo Ejército, apellidado Cabrera, quien, fingiéndose afecto a la causa nacional y recurriendo a varios engaños, atrajo al sector de Usera, en varias expediciones, a numerosas personas, la mayoría de las cuales habían sido extraídas de las Embajadas y Legaciones extranjeras, donde se hallaban refugiadas, temerosas de la anarquía imperante en Madrid. Este individuo se sirvió de su amistad con José Jaén Aguilera, novillero, hospedado en casa de doña Nicolasa Sánchez Pindado, para, fingiéndose derechista, introducirse en su ambiente y, debido a su carácter abierto y alegre, captarse las simpatías de dicha señora, logrando así conocer la cohesión entre los elementos adictos a la Causa Nacional y hacerles creer la posibilidad de cruzar las líneas del frente de Usera. Contribuyó a dar fiabilidad a la trama el hecho de estar dos sacerdotes interesados en participar en las expediciones —los cuales sucumbirían en la segunda—: don Ismael Rodríguez Orduña, canónigo de la catedral de Málaga y el propio hermano de doña Nicolasa, don Serafín Sánchez Pindado, capellán del Hospital General.
Más tarde se amplió con un calabozo, cuya entrada se aprecia en la fotografía, en un edificio próximo, en la calle San Julián.
Y entre ambos, como queda reflejado en el plano adjunto, unas zonas en las que hicieron zanjas para sobre ellas asesinar y luego enterrar a los infelices secuestrados.
Según la declaración de Judit Delgado Sánchez[11], sobre mediados de septiembre de 1937se presentaron en la pensión de su tía, Dª Nicolasa, en Ventura de la Vega, 13 en Madrid, tres individuos que resultaron ser el comandante Durán, el capitán Cabrera y un enlace, todos ellos del Ejército rojo los cuales solicitaron habitación, rogando al tiempo que no dieran el correspondiente parte a la policía pues convenía que ésta no les tuviera localizados, ya que se trataba de personas de derechas, cosa a la que accedió su tía en la creencia de que efectivamente eran personas afines. Que ya el 5 de octubre le participó su tía que se estaban preparando unas expediciones para pasar al campo nacional y le consta fehacientemente que se produjeron cuatro hasta el día 2 de noviembre de dicho 1937 en que ella misma consiguió pasar a zona nacional por medio de la Cruz Roja.
“En la primera, que se verificó el 18 de octubre, iba su primo, don Dionisio Celestino Martín Sánchez y dos amigos suyos, todos refugiados en la embajada de Paraguay, partiendo de allí al anochecer en un coche con el comandante Durán y su enlace. El 19 recibieron una carta en la que comunicaban que aquella noche (del 18) no habían podido pasarse debido a un fuerte tiroteo pero que se disponían a hacerlo en breves momentos.
La segunda expedición que salió el 22 del mismo mes y año se componía de una sola persona, su tío el Capellán del Hospital General D. Serafín Sánchez Pindado, La tercera expedición se verificó el 26 de aquél mes y en ella tan solo iba don Gerardo Aparicio Gordo. La cuarta expedición, organizada el 31 de octubre por las mismas personas, era más numerosa que las anteriores ya que la componían ocho ingenieros refugiados en la embajada de Noruega, el novio de la dicente, don Francisco Tejero del Barrio y un joven llamado Horacio Martínez Alonso, empleado de Banca y secretario particular de don Melquiades Álvarez.
Que en todos los casos fueron recogidos por Durán y su enlace y de todos se recibieron noticias de estar prestos a traspasar las líneas del frente.
Que , cuando el día dos de noviembre consiguió ella pasar a zona nacional con ayuda de la Cruz Roja, comprobó con sorpresa que ni su tío, ni su novio, ni ninguna de las personas que le constaban habían ido en las expediciones mencionadas habían conseguido llegar, por lo que hizo numerosas gestiones estando con un capitán del Ejército español en las líneas Nacionales que correspondían al sector rojo de Usera donde comprobaron que por allí no había tenido lugar el paso. Dieron, por ello, cuenta al general Queipo de Llano para que en sus charlas por la radio pusiera sobre aviso a las personas de derechas que residían en Madrid y evitar así más víctimas de estos engaños. Que este aviso por radio lo dio el general Queipo de Llano a partir del 13 de noviembre de 1937, pero que llegó tarde para evitar la desaparición de su tía, la dueña de la pensión, doña Nicolasa Sánchez Pindado y de sus hermanos, Natividad, Domingo y Rodrigo Delgado Sánchez, los cuales corrieron la misma suerte que otras 69 o 72 personas”.
Respecto al número total de víctimas causadas por este engaño, conviene señalar que es difícil concretar su número. En declaración de don Carlos de Borbón y de Rich[12], sobre la expedición en la que iba el marqués de Fontalba, también su nieto y los señores don Ramón Ibarra y don José Hermida hace mención a que iban también “ unas setenta personas más de la legación rumana y otras”. Víctor López Trillo “El Galleguito” en su declaración manifiesta hasta ocho las expediciones en las que tuvo participación, pero deja abierta la posibilidad de que hubiese más. Don José María Miró y Trepat declara que “no solo salieron expediciones de casa de doña Nicolasa, también lo hicieron varias el día 8 de noviembre de casa de Dª Dolores España en Núñez de Balboa, 15 y que el mismo 8 y el 9 salieron dos de su propio domicilio”. Y don Alfonso Moreno Espinosa en 47/110, afirma que el Bar “La Perla” en la Glorieta de Atocha, “era lugar de cita donde acudían las personas que iban a tomar parte en las expediciones”. A la vista de estas declaraciones es fácil suponer que el número total de asesinados en lo que se conoce como “túnel de Usera”, asciende, probablemente, a bastantes más de los admitidos oficialmente, porque esta cifra se basa exclusivamente en la identificación de los cadáveres exhumados y aunque podría decirse que son todos los que están, posiblemente no estén todos los que son.
Y hay que añadir la labor de las checas. Raro era el barrio que no tenía una o dos. Usera no iba a ser menos. La checa la instalaron en la calle Pilarica en la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, utilizando como cárcel el colegio anexo. Según declara el encartado Luis Turrión Higuera, en ella se dio muerte a muchos inocentes de los que dice no conocer sus nombres. El jefe era el metalúrgico Aguilera —de las Juventudes Socialistas Unificadas— junto a Mariano Expósito Santamaría —Teniente de alcalde de la zona de Usera—; Isabelo Romero, Tomasa Sordo López y Alfonso Soperlas —secretario de agitación y propaganda de Radio Comunista nº 5—, eran otros miembros destacados.
Por estos hechos unidos a las luchas habidas en el sector, durante las labores de reconstrucción en los años 1940 y1950 dentro del programa "Regiones Devastadas", se llegó a conocer popularmente el barrio de Usera como el de los "campos de calaveras" debido a la frecuencia con que se fueron hallando cadáveres entre los escombros.
Los principales implicados en estos hechos que se conocen con el nombre de “Túnel de Usera” fueron, en su mayoría, miembros del partido comunista adscritos al SIM[13] como el anteriormente mencionado, Víctor López Trillo. Relacionados por orden de importancia, estaban:
De todos ellos, alguno murió en el frente, Antonio Torres Moreno, Andrés Sánchez Frías y Valeriano Montero Talaván fueron ejecutados después de juicio y Justo López de la Fuente se exiló a la Unión Soviética donde durante la Segunda Guerra Mundial se distinguió como guerrillero, siendo condecorado cuatro veces. A mediados de los años 1960, vuelto a España, es encargado del aparato de propaganda del PCE en Madrid tras el relevo de Antonio Montoya y participa en la creación de Comisiones Obreras. Al desvelarse, como consecuencia de la Causa General, su actuación en crímenes de guerra, se le procesa. Algunos líderes —como Dolores Ibarruri, siempre tan sensible,— interceden por él, resolviendo para López de la Fuente su condena a una pena de prisión en lugar de muerte[14]. Enfermo de cáncer, expiró en la prisión de Soria el 1º de mayo de 1967, tres años después de su detención.
Entre todos los milicianos mencionados se producían peleas por tener el HONOR de ser los ejecutores de la “sentencia”, según declaró Víctor López Trillo. Es de suponer que influyera la posibilidad de recompensa, pues aunque Durán aseguraba que el dinero y alhajas que expoliaban a las víctimas era para el gobierno con el objetivo de“comprar materias primas”, la realidad es que se comentaba que Durán las distribuía a sus amigos y, de hecho, en el registro efectuado en casa de Gregorio Caballero Serrano con motivo de las investigaciones de la Causa General, descubrieron un reloj de plata de pulsera de forma ovalada, otro de oro y dos alianzas también de oro. En el expolio entraba también las mejores prendas de vestir y calzado que llevaran los mártires de las que les despojaban antes de ser enterrados.[15]
En declaración del que fue enlace de estas expediciones, Andrés Sánchez Frías, que prestaba servicio de información militar en el 142 Batallón de la 36 Brigada Mixta de misión en el referido barrio de Usera, manifiesta que tanto Durán como Federico Esponda tenían gran interés en conocer dónde se encontraban las banderas clandestinas que facilitaban datos al Estado Mayor del Ejército Nacional, lugar en el que estaba instalado el Centro de Información, quien era el encargado de facilitar los medios de enlace con la zona nacional y cómo adquirían las claves para relacionarse ambas zonas. También insistían en conocer domicilios y circunstancias de personas que Durán llevaba anotadas en una libreta, las consignas de las víctimas para hacer saber que habían llegado bien y se podía pasar sin peligro desde la zona republicana .Todo esto lo obtenían después de haber propinado grandes palizas y atrocidades; de hecho, los cadáveres que se recuperaron de la fosa de San Julián tenían las manos atadas a la espalda y dos de ellos, un pañuelo dentro de la boca[16]; alguno presentaba síntomas de asfixia o de estrangulación, apareciendo uno de los cadáveres con el cuello rodeado con una cuerda en forma de lazo.
Los cuerpos localizados en 1939 con la entrada de las tropas franquistas en la ciudad que habían sido enterrados en una fosa común en lo que se conoce como Túnel de Usera, fueron examinados por los doctores forenses, señores Piga y Aznar, en representación de la Escuela de Medicina Legal de la Universidad de Madrid, quienes declararon que la mayoría habían muerto a consecuencia de disparos de arma de fuego, muchos después de tortura. Reconocidas las víctimas por sus familiares y a su solicitud, el 26 de octubre de 1944, el obispo Leopoldo Eijo Garay autorizó el traslado definitivo de los cuerpos[17] a una parte de la galería original, acondicionada como Cripta en los sótanos del Convento-Colegio regentado por las Religiosas Teatinas de la Inmaculada Concepción, que la cuidan.
A la entrada de ese sótano se conserva un emocionante testimonio escrito en un trozo de pared original , ahora protegido con cristal. Se trata de la inscripción hecha a mano en el yeso por Manuel Toll Messía, quien, dándose cuenta del engaño de que había sido objeto, seguramente con la hebilla de un cinturón, escribió: “Me han preparado una encerrona y traído a esta casa con otros quince más, espero nos fusilarán, cúmplase la voluntad de Dios. Manuel Toll Messía, Carbonero y Sol 4 Madrid”.
Sirvan estas palabras, escritas el 8 de noviembre de 1937, de testimonio verdadero de los hechos históricos sucedidos y, sobre todo, de ejemplo de valentía y fe de aquellos que por defender sus ideas y valores cayeron víctimas de la irracional barbarie.
[1] El Vértice Basurero era eso, un cerro lleno de basuras junto a las cercanas chabolas de sus trabajadores. Estaba situado en la carretera de Usera a Carabanchel, sacudía la carretera de Toledo al oeste y seguía por la actual calle de Antonio Leyva hasta el puente homónimo.
[2] Orden de 9 de junio de 1938 (B.O. núm. 598 de 12 de junio de 1938), ocupación Vértice Basurero 13 de noviembre de 1936.
[3] Sobre su muerte, escribió Antonio Machado un sentido epitafio:
“Cayó Emiliano Barral, capitán de las milicias de Segovia, a las puertas de Madrid, defendiendo su patria contra un ejército de traidores, de mercenarios y de extranjeros. Era tan gran escultor, que hasta su muerte nos dejó esculpida en un gesto inmortal. Y aunque su vida murió, nos dejó harto consuelo su memoria”. Antonio Machado.
[4] La 36' Brigada Mixta quedó formada, el 1 de enero de 1937, por los batallones 141 "Nosotros", 142' " 16 de Febrero", 143 "Acero" y 144' "Pablo Iglesias", después de haberse desprendido de "Leones Rojos", "España Libre", "Frente de la Juventud", "Félix Bárcena", "Mancha Roja", "Espartacus" y fuerzas del Cuerpo de Asalto que originariamente formaban la columna "Prada".
[5] La idea de la creación de este conocido batallón partió de Enrique Castro, comandante general del Regimiento en aquellos primeros días. Según define su propio diario eran compañías de choque. Su acción casi siempre ofensiva, de ataque. Los elementos que la componían debían conocer no sólo el manejo del fusil, sino también de granadas, dinamita, machetes y algunas nociones del funcionamiento de una ametralladora. La lucha cuerpo a cuerpo, la penetración en el campo enemigo para realizar acciones especiales, la guerrilla, son métodos de lucha normales de esta compañía. Era una unidad en sí misma. Con sus secciones de ametralladoras y de fusiles-ametralladores, ambulancia, sección de enlace, etc.. Contaba además con otra sección de bombas de mano, escuadra de gastadores y banda de tambores y cornetas.
[6] ELADIO LOPEZ POVEDA, 35 años, natural y vecino de Madrid, casado, albañil. En la lucha final por Madrid, formó parte del grupo que se enfrentó al coronel Casado. Detenido por la Junta de Defensa, fue entregado al ejército nacional. Celebrado el juicio el 3 de mayo de 1941, resultó condenado a muerte.
[7] Agapito García Atadell, creó y dirigió esa checa, la del Amanecer, que cometió numerosos asesinatos, con el objetivo, como se comprobó posteriormente, de robar y saquea, llegando a acumular un importante tesoro, buena parte del cual se llevó en su huida. Su segundo fue Ángel Pedrero García, y como jefes de grupo, Luis Ortuño y Antonio Albiach Chiralt. En total solían actuar en la tristemente célebre checa 48 miembros, todos del Partido Socialista Obrero Español.
[8] Resulta imposible en este trabajo hacer mención, siquiera breve, de tantos lugares convertidos en lugar de exterminio: Mina de Camuñas, Picadero de Paterna, Paracuellos de Jarama, etc., en ellos, los presos después de haber sido sometidos a los “famosos” Tribunales Populares y en otras ocasiones, directamente, sin necesidad de semejante farsa, fueron asesinados.
[9] Mijaíl Yefímovich Koltsov, (Kiev, 1898- Moscú, 1940 o 1942), Era hijo de un zapatero judío. Participó en la Revolución Rusa de 1917, pasó a ser miembro del Partido Bolchevique en 1918 y tomó parte en la subsiguiente guerra civil. Comunista convencido, pronto se convirtió en una figura clave de la élite intelectual soviética y posiblemente en el periodista más famoso de la URSS; Ian Gibson en “Paracuellos: cómo fue”, lo describe como "el agente personal de Stalin en España, y en ocasiones tenía línea directa con el Kremlin" y , le considera el responsable de los fusilamientos de Paracuellos, que tuvieron lugar en Madrid en noviembre y diciembre de 1936. Fue denunciado, sentenciado y ejecutado bajo el mandato de Stalin. A la muerte de éste, fue rehabilitado.
[10] Le hicieron caso y se ocuparon por toda la España bajo su mando, con firmeza y crueldad inaudita de “limpiar” las cárceles, de lo cual han quedado suficientes testimonios. Es lo que se conoce con el nombre de “sacas”.
[11] Archivo Histórico Nacional, FC-CAUSA GENERAL, 1522, EXP.16-67-68
[12] Carlos Luis José Francisco de Borbón y Rich (1915-1978) descendiente del infante don Francisco de Paula.
[13] El Servicio de Información Militar (SIM) fue el nombre de la agencia de inteligencia y del servicio de seguridad de la Segunda República Española durante la Guerra Civil Española. El SIM fue creado el 9 de agosto de 1937 por el entonces Ministro de Defensa Nacional Indalecio Prieto, fruto de la unión de las organizaciones de espionaje y contraespionaje. Durante la época de dirección del Coronel Uribarri quedó dominado por los comunistas, que lo utilizaron más como policía política del Partido Comunista de España que como el servicio de información estrictamente militar que había sido diseñado. En la primavera de 1938 obtuvo la lista de todos los falangistas que actuaban en Cataluña y detuvieron a 3.500 personas, a las que, tras los interrogatorios y torturas, hallaron culpables de espionaje.
[14] Obsérvese que fueron tribunales de Franco los que a pesar de los “méritos” del encausado le conmutaron la pena de muerte.
[15] Ibidem Expte1522-94
[16] Ibidem Expte 1522 15-23/128
[17] No todos los cuerpos están ahí enterrados. Algunos lo fueron en el cementerio de los Mártires de Paracuellos.
El administrador de D. Marcelo, encargado de la delineación y trazado de las calles, decidió darles nombres de los miembros de la familia Usera así como del personal de su servicio y de algunos vecinos. Tales calles son, por ejemplo, Isabelita, Amparo o Gabriel Usera. La principal es Marcelo Usera, situada entre la Plaza de Fernández Ladreda (conocida popularmente como Plaza Elíptica) y la Glorieta de Cádiz.
La mayor parte de sus habitantes eran obreros y pequeños artesanos, con viviendas modestas. Había también diversas instalaciones industriales establecidas hacia el este, aprovechando la proximidad de la línea férrea hacia La Mancha y Andalucía y de la carretera a San Martín de la Vega. Durante la Segunda República, el gobierno municipal, a iniciativa del concejal D. Máximo Carazo, emprendió una serie de actuaciones para la creación de las infraestructuras como alcantarillado y empedrado de calles, y servicios básicos: suministro de agua, electricidad y, transporte, que quedó asegurado por la línea de tranvía Usera-Legazpi-Plaza de Cibeles y por la de autobús con la calle de Toledo..
Llegado el verano de 1936, este humilde barrio del —entonces— extrarradio de Madrid, participó en hechos que, aunque duros y sanguinarios conviene recordar por mor de la verdad de la memoria histórica.
Desencadenada la guerra civil, la defensa de Madrid se organizó mediante trincheras y minas a lo largo de la zona sur. El ejército republicano en el sector de Usera-Villaverde estaba dirigido por Mena, Prada, Líster, Bueno y compuesto por el batallón de FETE, integrado por maestros y artistas.
Enfrente, las tropas que al mando de Yagüe y Varela llegaban de Andalucía, Extremadura y Toledo, a dónde se habían desviado para liberar el Alcázar. Las de la legión de Yagüe que estaban mecanizadas y se desplazaban con velocidad y capacidad artillera, progresaron a finales de octubre por la carretera de Toledo y, cubriéndose de gloria en su bautismo de fuego, avanzaron por el flanco sur del despliegue: Pinto, Seseña, Valdemoro y Cerro de los Ángeles. El día 4 de noviembre de 1936 el ejército nacional tomó Getafe y Leganés, así como los aeródromos de Getafe y de Cuatro Vientos. El 5 de febrero La Marañosa, Gózquez y Ciempozuelos y el día 6 del mismo mes los campos de Retamares y de Carabanchel, la ciudad de Carabanchel Alto, la estación y la ciudad de Villaverde.
La Columna Tella con la XIII Bandera de la Legión, prosiguió su maniobra el día 10 de noviembre de 1936, encontrando fuerte resistencia, sobre todo por la parte izquierda de la carretera de Extremadura. Allí las sucesivas líneas de trincheras estaban bien defendidas con numerosas armas automáticas magníficamente situadas y, a pesar de ello, las Compañías de vanguardia consiguieron meterse en la cuña del barrio de Usera, llegando al vértice del Basurero[1]. El enemigo, advertido de la peligrosidad de este movimiento, volcó literalmente sobre este sector cuantas reservas tenía disponibles, creando así una barrera defensiva que imposibilitaba el avance, teniendo que emplearse a fondo las Compañías legionarias para conseguir, después de conquistar palmo a palmo el terreno, la total ocupación de Usera, convertida por los milicianos en un verdadero fortín. Luego hubo de repeler varios contraataques enemigos que en más de una ocasión empleó el arma blanca, pero, al lograr recuperar las posiciones del sitio, restablecieron la situación inicial de la línea de confrontación. La actuación de los legionarios con sus mermados efectivos, ocupando toda la línea de trincheras enemigas y el vértice Basurero, sin reparar en el número y fuerte resistencia contraria y con el mortífero fuego que diezmaba sus filas, es digna de los mayores elogios y ha puesto una vez más de relieve el elevado espíritu de sacrificio, valor y decisión de estas fuerzas, según se hace constar en la propuesta de solicitud para la concesión de la Medalla Militar colectiva. Por estos hechos le fue concedida la laureada al Teniente de Regulares D. José Marzo Mediano.[2]
Hay que señalar que la lucha por ambos bandos fue durísima. Entre los legionarios la relación de bajas habidas en la operación de Usera y Basurero se elevaba a cien, entre muertos y heridos. El ejército rojo dejó sobre el campo más de trescientos muertos. Entre los ocurridos en las trincheras defensivas de este frente, cabe mencionar al escultor Emiliano Barral[3] que participó como capitán de las milicias anar quistas.
El plan de ataque a la capital era amagar por el sur para, haciendo una rápida maniobra envolvente, seguir por la actual avenida de los Poblados, atravesar el paseo de Extremadura, hacia la Casa de Campo y tomar Madrid desde la Moncloa. Las avanzadillas nacionales llegaron el 8 de noviembre hasta el hospital Clínico en Moncloa y establecieron un frente en el paseo de Extremadura y los cerros de la Casa de Campo, donde se hicieron fuertes hasta el final de la guerra en 1939.
Madrid queda bajo el fuego de la artillería nacional. El gobierno republicano huye a Valencia. En este contexto se constituye un frente estabilizado en el corazón mismo del barrio, en el emplazamiento elevado de la llamada colonia del Zofío, a unos centenares de metros del río, el cual fue luego afianzado por ambos bandos mediante la construcción de trincheras y fortificaciones en los edificios la mayoría de los cuales quedarían derruidos tras los años de contienda.
El 1 de enero de 1937 quedó constituida la 36ª Brigada Mixta (BM)[4], que encuadrada en la 4ª División del I Cuerpo de Ejército Republicano, estuvo destinada a la defensa de la línea del frente establecida en este sector de la entonces barriada de Usera-Villaverde. Las fuerzas de esta Brigada se repartían entre los regimientos 141º a 144º, bajo el mando del mayor de milicias Justo López de la Fuente, veterano del “Batallón Acero”[5] del Quinto Regimiento, del oficial de milicias Pinedo y del comisario Ricardo López Pereda que más adelante serían relevados por el capitán de milicias Ramón Sánchez López y el comisario político del PCE, Eladio López Poveda[6].
En los primeros meses de la guerra se desencadenó en la zona republicana una respuesta popular contra todo lo que pudiera tener relación con los sublevados. La Iglesia, la burguesía, los propietarios y las clases acomodadas fueron objeto de persecución que el poder republicano no se encargó de controlar. Tuvieron lugar asesinatos, saqueos e incendios de iglesias y conventos y requisas de bienes y propiedades particulares. Por ello muchas embajadas y legaciones extranjeras acogieron a miles de españoles amenazados o perseguidos a causa de su ideología. El embajador de Chile, Aurelio Núñez Morgado, que era el decano del cuerpo diplomático en España, fue el principal organizador de esta iniciativa humanitaria que salvó muchas vidas. Casi todas las embajadas de Madrid acordaron acoger como refugiados a todos los que se sentían perseguidos o amenazados por la revolución llegando a extender la inmunidad diplomática de las legaciones a edificios que se alquilaban para dar cabida a mayor número de refugiados.
Aunque la tolerancia de los gobiernos de Giral y de Largo Caballero hacia la interpretación amplia del asilo diplomático fue aceptable, tanto la prensa como la radio de Madrid criticaron esa labor humanitaria. Alegaban falsamente que solo los fascistas se acogían al asilo diplomático, pese a que la esposa de Azaña, las hijas de Indalecio Prieto y las familias de muchos diputados republicanos, tanto de derechas como de izquierdas pudieron salir de España hacia Marsella a bordo del buque de la Armada Argentina 25 de Mayo gracias a las gestiones de la embajada Argentina. La radicalización de los medios de comunicación fue tal, que tres embajadas —las de Finlandia, Perú y Turquía—, fueron asaltadas por fuerzas de orden público o milicianos y la embajada argentina sufrió varios intentos de asalto para obligar a entregar a alguno de los asilados. A pesar del amparo que la policía española daba a estos asaltos, fueron rechazados; a veces in extremis, como en el caso del embajador argentino quien a punta de pistola expulsó a los milicianos que pretendían secuestrar a unos indefensos refugiados.
A esta situación vino a sumarse la inquietud que produjo el conocimiento del proceso de uno de los empleados de la embajada de Finlandia implicado en la organización de una falsa operación de evacuación de un grupo de acogidos en octubre de 1936 que terminó en la desaparición de todos ellos. Un mes antes, a principios de diciembre de 1936, el general Miaja ordenó el cierre de la falsa Embajada de Siam tras conocerse su existencia y donde habían sido detenidos varias decenas de antirrepublicanos que posteriormente “fueron desaparecidos” a manos de la tristemente célebre “Brigada del Amanecer”[7].
En declaración de Alberto Maclean, canciller de la embajada inglesa en Madrid, personaje muy relacionado con la aristocracia, revela como se dieron cuenta de una trampa que habían tendido a los asilados en la embajada rumana que deseaban ser evacuados. Les presentaron unos pasaportes traídos desde Valencia con los que dijeron podrían pasar sin problema, pero uno de los refugiados demostró la falsedad de sus sellos, y que al tener conocimiento de otros hechos que ponían en duda la veracidad del paso del frente de Usera, hizo gestiones a través de la embajada en Hendaya que le confirmaron el engaño, por lo que se apresuró a comunicarlo a los Encargados de distintas Embajadas pero que al tratar de localizar a los ya evadidos, le resultó infructuoso.
El revuelo causado en las cancillerías por estos hechos y por el enorme número de personas que se encontraban en las cárceles de Madrid sometidas a la jurisdicción de las Autoridades judiciales o gubernativas, motivó un comunicado del gobierno de Londres a lo que el Ministro de Estado, Sr, Álvarez del Vayo contestó que “hay, efectivamente, en las cárceles de Madrid una cantidad de presos políticos que, bien por haber intervenido directamente en la rebelión contra el Estado, o por sus actividades de siempre, hostiles a la República, y sus relaciones con los adversarios del régimen, han sido recluidos…. El Gobierno de la República no puede por menos de demostrar su extrañeza ante la suposición de que unos detenidos políticos, que sólo después de comparecer ante el Tribunal Popular correspondiente son objeto de las sanciones jurídicas a que haya lugar, vayan a convertirse en objeto de una matanza general”.[8]
Mijail Koltsov[9], enviado del Pravda, se lamentaba:
“En las cárceles de Madrid hay ocho mil fascistas encerrados, de ellos tres mil oficiales de carrera y de la reserva. Si en la ciudad penetra el enemigo o se produce un motín, el enemigo tendrá ya preparada una columna excelente de oficiales. Es necesario sacar de la ciudad a esos cuadros inmediatamente, aunque sea a pie, por etapas. Pero nadie se ocupa de ello.”.[10]
Churchill, según reflejaba la prensa británica, confirmaba que lo propuesto por Koltsov se llevó a cabo al señalar que Madrid se encontraba en completa anarquía, con crímenes tolerados y en manos de los comunistas. Asegura rotundamente que los ministros de Madrid habían perdido el control del Poder. Para Churchill el mundo civilizado no puede simpatizar con el gobierno de Azaña. La inquietud de los políticos y las legaciones era lógica. A la actitud descontrolada de las milicias del Frente Popular, se sumaba la de los comisarios políticos, y los pertenecientes al SIM que, como resultado daba que todos los días amaneciera Madrid con muchos muertos en las cunetas, los cementerios y algunas calles.
A fines del mes de octubre de 1937 los mandos militares y el Comisariado Político de la 36 Brigada roja, que guarnecía el sector del barrio de Usera, en las afueras de la capital, puestos de acuerdo con la organización comunista madrileña, siguiendo los consejos del comunista ruso, urdieron una maniobra consistente en atraer a dicho sector a cuantas personas, preferentemente adineradas, pudieron reunir, haciéndoles creer que iba a serles facilitada la evasión a la zona nacional, con el designio por parte de los comunistas de asesinar a dichas personas y apoderarse del dinero y objetos de valor que portaran, a cuyo efecto se les instaba para que, aprovechando las condiciones de seguridad y comodidad que había de ofrecer su evasión, llevasen encima cuánto dinero y alhajas poseyesen.
Dirigió estas actividades, de acuerdo con los mandos de dicha Brigada, un comunista, titulado Comandante del Ejército rojo, Casimiro Durán Muñoz, y sirvió de agente incitador un Capitán del mismo Ejército, apellidado Cabrera, quien, fingiéndose afecto a la causa nacional y recurriendo a varios engaños, atrajo al sector de Usera, en varias expediciones, a numerosas personas, la mayoría de las cuales habían sido extraídas de las Embajadas y Legaciones extranjeras, donde se hallaban refugiadas, temerosas de la anarquía imperante en Madrid. Este individuo se sirvió de su amistad con José Jaén Aguilera, novillero, hospedado en casa de doña Nicolasa Sánchez Pindado, para, fingiéndose derechista, introducirse en su ambiente y, debido a su carácter abierto y alegre, captarse las simpatías de dicha señora, logrando así conocer la cohesión entre los elementos adictos a la Causa Nacional y hacerles creer la posibilidad de cruzar las líneas del frente de Usera. Contribuyó a dar fiabilidad a la trama el hecho de estar dos sacerdotes interesados en participar en las expediciones —los cuales sucumbirían en la segunda—: don Ismael Rodríguez Orduña, canónigo de la catedral de Málaga y el propio hermano de doña Nicolasa, don Serafín Sánchez Pindado, capellán del Hospital General.
Utilizaron como escenario, un hotelito con gran apariencia de inocente respetabilidad, aislado, que, por disponer de patio y sótanos, se convirtió en el lugar ideal para protagonizar unos dramáticos acontecimientos en el Madrid cercado por las tropas de Franco. Situado en la calle Alfonso Olivares nº 4, próximo a la entonces calle donde se establecían los puestos del mercado, eran vías de paso entre las líneas de combate que comunicaba las zonas militarizadas de ambos bandos. Este inmueble se conocía como las “oficinas” del comandante Durán.
Más tarde se amplió con un calabozo, cuya entrada se aprecia en la fotografía, en un edificio próximo, en la calle San Julián.
Y entre ambos, como queda reflejado en el plano adjunto, unas zonas en las que hicieron zanjas para sobre ellas asesinar y luego enterrar a los infelices secuestrados.
Según la declaración de Judit Delgado Sánchez[11], sobre mediados de septiembre de 1937se presentaron en la pensión de su tía, Dª Nicolasa, en Ventura de la Vega, 13 en Madrid, tres individuos que resultaron ser el comandante Durán, el capitán Cabrera y un enlace, todos ellos del Ejército rojo los cuales solicitaron habitación, rogando al tiempo que no dieran el correspondiente parte a la policía pues convenía que ésta no les tuviera localizados, ya que se trataba de personas de derechas, cosa a la que accedió su tía en la creencia de que efectivamente eran personas afines. Que ya el 5 de octubre le participó su tía que se estaban preparando unas expediciones para pasar al campo nacional y le consta fehacientemente que se produjeron cuatro hasta el día 2 de noviembre de dicho 1937 en que ella misma consiguió pasar a zona nacional por medio de la Cruz Roja.
“En la primera, que se verificó el 18 de octubre, iba su primo, don Dionisio Celestino Martín Sánchez y dos amigos suyos, todos refugiados en la embajada de Paraguay, partiendo de allí al anochecer en un coche con el comandante Durán y su enlace. El 19 recibieron una carta en la que comunicaban que aquella noche (del 18) no habían podido pasarse debido a un fuerte tiroteo pero que se disponían a hacerlo en breves momentos.
La segunda expedición que salió el 22 del mismo mes y año se componía de una sola persona, su tío el Capellán del Hospital General D. Serafín Sánchez Pindado, La tercera expedición se verificó el 26 de aquél mes y en ella tan solo iba don Gerardo Aparicio Gordo. La cuarta expedición, organizada el 31 de octubre por las mismas personas, era más numerosa que las anteriores ya que la componían ocho ingenieros refugiados en la embajada de Noruega, el novio de la dicente, don Francisco Tejero del Barrio y un joven llamado Horacio Martínez Alonso, empleado de Banca y secretario particular de don Melquiades Álvarez.
Que en todos los casos fueron recogidos por Durán y su enlace y de todos se recibieron noticias de estar prestos a traspasar las líneas del frente.
Que , cuando el día dos de noviembre consiguió ella pasar a zona nacional con ayuda de la Cruz Roja, comprobó con sorpresa que ni su tío, ni su novio, ni ninguna de las personas que le constaban habían ido en las expediciones mencionadas habían conseguido llegar, por lo que hizo numerosas gestiones estando con un capitán del Ejército español en las líneas Nacionales que correspondían al sector rojo de Usera donde comprobaron que por allí no había tenido lugar el paso. Dieron, por ello, cuenta al general Queipo de Llano para que en sus charlas por la radio pusiera sobre aviso a las personas de derechas que residían en Madrid y evitar así más víctimas de estos engaños. Que este aviso por radio lo dio el general Queipo de Llano a partir del 13 de noviembre de 1937, pero que llegó tarde para evitar la desaparición de su tía, la dueña de la pensión, doña Nicolasa Sánchez Pindado y de sus hermanos, Natividad, Domingo y Rodrigo Delgado Sánchez, los cuales corrieron la misma suerte que otras 69 o 72 personas”.
Respecto al número total de víctimas causadas por este engaño, conviene señalar que es difícil concretar su número. En declaración de don Carlos de Borbón y de Rich[12], sobre la expedición en la que iba el marqués de Fontalba, también su nieto y los señores don Ramón Ibarra y don José Hermida hace mención a que iban también “ unas setenta personas más de la legación rumana y otras”. Víctor López Trillo “El Galleguito” en su declaración manifiesta hasta ocho las expediciones en las que tuvo participación, pero deja abierta la posibilidad de que hubiese más. Don José María Miró y Trepat declara que “no solo salieron expediciones de casa de doña Nicolasa, también lo hicieron varias el día 8 de noviembre de casa de Dª Dolores España en Núñez de Balboa, 15 y que el mismo 8 y el 9 salieron dos de su propio domicilio”. Y don Alfonso Moreno Espinosa en 47/110, afirma que el Bar “La Perla” en la Glorieta de Atocha, “era lugar de cita donde acudían las personas que iban a tomar parte en las expediciones”. A la vista de estas declaraciones es fácil suponer que el número total de asesinados en lo que se conoce como “túnel de Usera”, asciende, probablemente, a bastantes más de los admitidos oficialmente, porque esta cifra se basa exclusivamente en la identificación de los cadáveres exhumados y aunque podría decirse que son todos los que están, posiblemente no estén todos los que son.
Y hay que añadir la labor de las checas. Raro era el barrio que no tenía una o dos. Usera no iba a ser menos. La checa la instalaron en la calle Pilarica en la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, utilizando como cárcel el colegio anexo. Según declara el encartado Luis Turrión Higuera, en ella se dio muerte a muchos inocentes de los que dice no conocer sus nombres. El jefe era el metalúrgico Aguilera —de las Juventudes Socialistas Unificadas— junto a Mariano Expósito Santamaría —Teniente de alcalde de la zona de Usera—; Isabelo Romero, Tomasa Sordo López y Alfonso Soperlas —secretario de agitación y propaganda de Radio Comunista nº 5—, eran otros miembros destacados.
Por estos hechos unidos a las luchas habidas en el sector, durante las labores de reconstrucción en los años 1940 y1950 dentro del programa "Regiones Devastadas", se llegó a conocer popularmente el barrio de Usera como el de los "campos de calaveras" debido a la frecuencia con que se fueron hallando cadáveres entre los escombros.
Los principales implicados en estos hechos que se conocen con el nombre de “Túnel de Usera” fueron, en su mayoría, miembros del partido comunista adscritos al SIM[13] como el anteriormente mencionado, Víctor López Trillo. Relacionados por orden de importancia, estaban:
Casimiro Durán Muñoz, capitán del SIM
Justo López de la Fuente, jefe de la Brigada 36
Valeriano Montero Talaván, comandante del batallón 141
Patiño. Teniente, íntimo amigo de Cabrera
Manuel Domínguez Garzón, miliciano del SIM
Federico Esponda Quevedo policía del SIM
Joaquín Ruiz Llamas, comandante del 142 batallón
Joaquín de la Huerta Acosta, comisario político
Blemarín, rumano naturalizado español con el nombre de Antonio Llamas Aragón
José Domínguez Garzón , agente de la checa del 142 batallón, junto a su hermano Manuel
Gregorio Caballero Serrano, de la UGT
Antonio Torres Moreno, miliciano, el anteriormente mencionado Andrés Sánchez Frías, agente de la checa del 142 batallón y tres milicianos más, uno de ellos llamado “El Chorro”.
De todos ellos, alguno murió en el frente, Antonio Torres Moreno, Andrés Sánchez Frías y Valeriano Montero Talaván fueron ejecutados después de juicio y Justo López de la Fuente se exiló a la Unión Soviética donde durante la Segunda Guerra Mundial se distinguió como guerrillero, siendo condecorado cuatro veces. A mediados de los años 1960, vuelto a España, es encargado del aparato de propaganda del PCE en Madrid tras el relevo de Antonio Montoya y participa en la creación de Comisiones Obreras. Al desvelarse, como consecuencia de la Causa General, su actuación en crímenes de guerra, se le procesa. Algunos líderes —como Dolores Ibarruri, siempre tan sensible,— interceden por él, resolviendo para López de la Fuente su condena a una pena de prisión en lugar de muerte[14]. Enfermo de cáncer, expiró en la prisión de Soria el 1º de mayo de 1967, tres años después de su detención.
Entre todos los milicianos mencionados se producían peleas por tener el HONOR de ser los ejecutores de la “sentencia”, según declaró Víctor López Trillo. Es de suponer que influyera la posibilidad de recompensa, pues aunque Durán aseguraba que el dinero y alhajas que expoliaban a las víctimas era para el gobierno con el objetivo de“comprar materias primas”, la realidad es que se comentaba que Durán las distribuía a sus amigos y, de hecho, en el registro efectuado en casa de Gregorio Caballero Serrano con motivo de las investigaciones de la Causa General, descubrieron un reloj de plata de pulsera de forma ovalada, otro de oro y dos alianzas también de oro. En el expolio entraba también las mejores prendas de vestir y calzado que llevaran los mártires de las que les despojaban antes de ser enterrados.[15]
En declaración del que fue enlace de estas expediciones, Andrés Sánchez Frías, que prestaba servicio de información militar en el 142 Batallón de la 36 Brigada Mixta de misión en el referido barrio de Usera, manifiesta que tanto Durán como Federico Esponda tenían gran interés en conocer dónde se encontraban las banderas clandestinas que facilitaban datos al Estado Mayor del Ejército Nacional, lugar en el que estaba instalado el Centro de Información, quien era el encargado de facilitar los medios de enlace con la zona nacional y cómo adquirían las claves para relacionarse ambas zonas. También insistían en conocer domicilios y circunstancias de personas que Durán llevaba anotadas en una libreta, las consignas de las víctimas para hacer saber que habían llegado bien y se podía pasar sin peligro desde la zona republicana .Todo esto lo obtenían después de haber propinado grandes palizas y atrocidades; de hecho, los cadáveres que se recuperaron de la fosa de San Julián tenían las manos atadas a la espalda y dos de ellos, un pañuelo dentro de la boca[16]; alguno presentaba síntomas de asfixia o de estrangulación, apareciendo uno de los cadáveres con el cuello rodeado con una cuerda en forma de lazo.
Los cuerpos localizados en 1939 con la entrada de las tropas franquistas en la ciudad que habían sido enterrados en una fosa común en lo que se conoce como Túnel de Usera, fueron examinados por los doctores forenses, señores Piga y Aznar, en representación de la Escuela de Medicina Legal de la Universidad de Madrid, quienes declararon que la mayoría habían muerto a consecuencia de disparos de arma de fuego, muchos después de tortura. Reconocidas las víctimas por sus familiares y a su solicitud, el 26 de octubre de 1944, el obispo Leopoldo Eijo Garay autorizó el traslado definitivo de los cuerpos[17] a una parte de la galería original, acondicionada como Cripta en los sótanos del Convento-Colegio regentado por las Religiosas Teatinas de la Inmaculada Concepción, que la cuidan.
A la entrada de ese sótano se conserva un emocionante testimonio escrito en un trozo de pared original , ahora protegido con cristal. Se trata de la inscripción hecha a mano en el yeso por Manuel Toll Messía, quien, dándose cuenta del engaño de que había sido objeto, seguramente con la hebilla de un cinturón, escribió: “Me han preparado una encerrona y traído a esta casa con otros quince más, espero nos fusilarán, cúmplase la voluntad de Dios. Manuel Toll Messía, Carbonero y Sol 4 Madrid”.
Sirvan estas palabras, escritas el 8 de noviembre de 1937, de testimonio verdadero de los hechos históricos sucedidos y, sobre todo, de ejemplo de valentía y fe de aquellos que por defender sus ideas y valores cayeron víctimas de la irracional barbarie.
[1] El Vértice Basurero era eso, un cerro lleno de basuras junto a las cercanas chabolas de sus trabajadores. Estaba situado en la carretera de Usera a Carabanchel, sacudía la carretera de Toledo al oeste y seguía por la actual calle de Antonio Leyva hasta el puente homónimo.
[2] Orden de 9 de junio de 1938 (B.O. núm. 598 de 12 de junio de 1938), ocupación Vértice Basurero 13 de noviembre de 1936.
[3] Sobre su muerte, escribió Antonio Machado un sentido epitafio:
“Cayó Emiliano Barral, capitán de las milicias de Segovia, a las puertas de Madrid, defendiendo su patria contra un ejército de traidores, de mercenarios y de extranjeros. Era tan gran escultor, que hasta su muerte nos dejó esculpida en un gesto inmortal. Y aunque su vida murió, nos dejó harto consuelo su memoria”. Antonio Machado.
[4] La 36' Brigada Mixta quedó formada, el 1 de enero de 1937, por los batallones 141 "Nosotros", 142' " 16 de Febrero", 143 "Acero" y 144' "Pablo Iglesias", después de haberse desprendido de "Leones Rojos", "España Libre", "Frente de la Juventud", "Félix Bárcena", "Mancha Roja", "Espartacus" y fuerzas del Cuerpo de Asalto que originariamente formaban la columna "Prada".
[5] La idea de la creación de este conocido batallón partió de Enrique Castro, comandante general del Regimiento en aquellos primeros días. Según define su propio diario eran compañías de choque. Su acción casi siempre ofensiva, de ataque. Los elementos que la componían debían conocer no sólo el manejo del fusil, sino también de granadas, dinamita, machetes y algunas nociones del funcionamiento de una ametralladora. La lucha cuerpo a cuerpo, la penetración en el campo enemigo para realizar acciones especiales, la guerrilla, son métodos de lucha normales de esta compañía. Era una unidad en sí misma. Con sus secciones de ametralladoras y de fusiles-ametralladores, ambulancia, sección de enlace, etc.. Contaba además con otra sección de bombas de mano, escuadra de gastadores y banda de tambores y cornetas.
[6] ELADIO LOPEZ POVEDA, 35 años, natural y vecino de Madrid, casado, albañil. En la lucha final por Madrid, formó parte del grupo que se enfrentó al coronel Casado. Detenido por la Junta de Defensa, fue entregado al ejército nacional. Celebrado el juicio el 3 de mayo de 1941, resultó condenado a muerte.
[7] Agapito García Atadell, creó y dirigió esa checa, la del Amanecer, que cometió numerosos asesinatos, con el objetivo, como se comprobó posteriormente, de robar y saquea, llegando a acumular un importante tesoro, buena parte del cual se llevó en su huida. Su segundo fue Ángel Pedrero García, y como jefes de grupo, Luis Ortuño y Antonio Albiach Chiralt. En total solían actuar en la tristemente célebre checa 48 miembros, todos del Partido Socialista Obrero Español.
[8] Resulta imposible en este trabajo hacer mención, siquiera breve, de tantos lugares convertidos en lugar de exterminio: Mina de Camuñas, Picadero de Paterna, Paracuellos de Jarama, etc., en ellos, los presos después de haber sido sometidos a los “famosos” Tribunales Populares y en otras ocasiones, directamente, sin necesidad de semejante farsa, fueron asesinados.
[9] Mijaíl Yefímovich Koltsov, (Kiev, 1898- Moscú, 1940 o 1942), Era hijo de un zapatero judío. Participó en la Revolución Rusa de 1917, pasó a ser miembro del Partido Bolchevique en 1918 y tomó parte en la subsiguiente guerra civil. Comunista convencido, pronto se convirtió en una figura clave de la élite intelectual soviética y posiblemente en el periodista más famoso de la URSS; Ian Gibson en “Paracuellos: cómo fue”, lo describe como "el agente personal de Stalin en España, y en ocasiones tenía línea directa con el Kremlin" y , le considera el responsable de los fusilamientos de Paracuellos, que tuvieron lugar en Madrid en noviembre y diciembre de 1936. Fue denunciado, sentenciado y ejecutado bajo el mandato de Stalin. A la muerte de éste, fue rehabilitado.
[10] Le hicieron caso y se ocuparon por toda la España bajo su mando, con firmeza y crueldad inaudita de “limpiar” las cárceles, de lo cual han quedado suficientes testimonios. Es lo que se conoce con el nombre de “sacas”.
[11] Archivo Histórico Nacional, FC-CAUSA GENERAL, 1522, EXP.16-67-68
[12] Carlos Luis José Francisco de Borbón y Rich (1915-1978) descendiente del infante don Francisco de Paula.
[13] El Servicio de Información Militar (SIM) fue el nombre de la agencia de inteligencia y del servicio de seguridad de la Segunda República Española durante la Guerra Civil Española. El SIM fue creado el 9 de agosto de 1937 por el entonces Ministro de Defensa Nacional Indalecio Prieto, fruto de la unión de las organizaciones de espionaje y contraespionaje. Durante la época de dirección del Coronel Uribarri quedó dominado por los comunistas, que lo utilizaron más como policía política del Partido Comunista de España que como el servicio de información estrictamente militar que había sido diseñado. En la primavera de 1938 obtuvo la lista de todos los falangistas que actuaban en Cataluña y detuvieron a 3.500 personas, a las que, tras los interrogatorios y torturas, hallaron culpables de espionaje.
[14] Obsérvese que fueron tribunales de Franco los que a pesar de los “méritos” del encausado le conmutaron la pena de muerte.
[15] Ibidem Expte1522-94
[16] Ibidem Expte 1522 15-23/128
[17] No todos los cuerpos están ahí enterrados. Algunos lo fueron en el cementerio de los Mártires de Paracuellos.