Historia |
Sevilla "La Mártir", Santa María y los Baphomet, por Valentina Orte
Para las derechas la resolución de este problema era bastante obvio: República y Masonería eran términos sinónimos, que fue corroborado por el diario La Unión y también por La Avalancha, órgano de la Biblioteca Católico-Propagandista de Pamplona, que en julio de 1931 afirmaba que la Masonería es la mismísima “Bestia del Infierno” cuya total aniquilación resultaba indispensable para la anhelada salvación de España.
Madrid, 27/01/2014
![]() El odio a la Iglesia Católica y su permanencia demuestran que en su pilares se encuentra la Verdad Para las derechas la resolución de este problema era bastante obvio: República y Masonería eran términos sinónimos, que fue corroborado por el diario La Unión y también por La Avalancha, órgano de la Biblioteca Católico-Propagandista de Pamplona, que en julio de 1931 afirmaba que la Masonería es la mismísima “Bestia del Infierno” cuya total aniquilación resultaba indispensable para la anhelada salvación de España. Es necesario recordar que además de cuanto antecede, cuando se proclamó la II República, España llevaba más de un año de conflictos laborales generalizados, con el desempleo como principal problema ciudadano. El Partido Comunista de España convocó una huelga general que enturbió la paz social en Madrid, Bilbao, Barcelona, tanto como en Sevilla. Fue preludio de un tiempo revolucionario que se caracterizó por su signo antirreligioso, consecuencia lógica de las consignas anticlericales de los masones, que no perdieron tiempo en sus ataques. Nada más proclamarse la II República, en la noche del 14 de abril de 1931, el monumento a la Inmaculada Concepción de la plaza del Triunfo (en la tierra de María Santísima) fue objeto de ataques por la muchedumbre: apedrearon el monumento causando varios desperfectos, como la decapitación de la figura del jesuita Pineda. Meses después, en diciembre, los concejales de izquierda propusieron que se derribara el monumento, aunque no lograron su objetivo. La persecución religiosa durante este período (1931-1936), alcanzó una crueldad que asombró al mundo. El martirologio y el patrimonio destruido son páginas inolvidables de nuestra historia. Las Hermandades y Cofradías dieron ejemplares testimonios de comunión con la Iglesia perseguida. Sólo en Sevilla se produjeron 614 incendios y saqueos de iglesias y conventos, con 1.840 obras de arte religioso destruidas (retablos, esculturas, pinturas, objetos de orfebrería, ornamentos, archivos parroquiales….), sin contar los más de 476 asesinatos de civiles inocentes. Quizás por ello, con orgullo, algunos la llamaron Sevilla la Roja y otros, con dolor, Sevilla la Mártir. ![]() El intento de quemar la Iglesia de Santa Marina de Sevilla en enero de este año 2014, demuestra que el odio a la Iglesia sigue vivo entre las izquierdas *Colegio de los Padres Jesuitas de la plaza de Villasís: En mayo de 1931 fue asaltado e incendiado. Se perdió la mayor parte del mobiliario de la planta baja. *Convento de Carmelitas del Buen Suceso: También en mayo de 1931, fue asaltada la iglesia del convento, destrozando y quemando en plena calle varias esculturas, pinturas, ornamentos y mobiliario. Entre las imágenes desaparecidas estaba la de la Virgen Niña del grupo de Santa Ana, atribuida a Martínez Montañés. *Iglesia parroquial de San Gil Abad: Sede de la Hermandad de Nuestra Señora de la Esperanza Macarena, de estilo mudéjar, iniciada en el siglo XIII. Todo su interior se perdió en el incendio, primero de la zona del Moscú sevillano. Ardieron varios retablos de los siglos XVII y XVIII, bellísimas esculturas de la misma época y numerosos objetos de arte religioso. El camerino de la Macarena quedó totalmente reducido a cenizas, pero la venerada imagen se salvó por el amor de varios de sus feligreses quienes, arriesgando sus vidas, la fueron ocultando en diversos sitios para protegerla de la vesania de los milicianos. *Iglesias de San Julián y de San Marcos : Las turbas dejaron el templo de San Julián reducido prácticamente a cenizas el 8 de abril de 1932. Desaparecieron las dos imágenes existentes de Nuestra Señora de la Hiniesta, una en versión de Gloria (la más antigua, del siglo XIV) y otra del tipo Dolorosa atribuida a Martínez Montañés y un Cristo obra de Felipe de Ribas. El amor y veneración que algunas mujeres sentían, las llevó a depositar ramos de flores en las ruinas del templo, hasta que una de ellas fue salvajemente atacada por un grupo de vecinas del barrio. Los pocos objetos de arte religioso que se salvaron fueron guardados en la iglesia filial de San Marcos, mudéjar del siglo XIV. Allí fue también llevada la nueva imagen de la Hiniesta Dolorosa que la Hermandad encargó a Antonio Castillo Lastrucci[3]. En el incendio provocado el 18 de julio de 1936 destruyen esta nueva imagen y los pocos restos que de la primitiva Virgen de la Hiniesta Dolorosa se custodiaban en la sacristía del templo. También resultó quemado un Crucificado del siglo XVI, la imagen de San Marcos, tallada por Juan de Herralde en el XVII y varias pinturas del maestro Matías Arteaga, patrimonio de la propia iglesia titular. El día 18de julio de 1936, al estallar la sublevación, una muchedumbre de militantes y simpatizantes de organizaciones de izquierda se echó a la calle para defender al Gobierno y atacar a aquellos sevillanos sospechosos de apoyar a los golpistas. Fueron linchados tres falangistas y varios sacerdotes. También fueron saqueadas e incendiadas una veintena de casas de aristócratas y familias acomodadas, pero donde con más saña actuaron fue en las iglesias. A partir de las cuatro de la tarde continuaron con el juego de verlas arder: *Iglesia de San Román: Mudéjar del siglo XIV. Además de las obras de arte del templo, se perdieron las imágenes y el tesoro de la Hermandad de los Gitanos. *Iglesia de San Roque: Destruyeron obras de arte como el Crucifijo de San Agustín del siglo XIV, la Virgen de las Madejas[4] y la de la Granada, así como otra del Carmen del siglo XVIII. Centenares de personas lo festejaron en la misma plaza cantando y bailando pasodobles mientras el edificio ardía. *Iglesia de San Bernardo: Neoclásica del siglo XVIII. Se malograron la mayoría de las obras de arte, algunas firmadas por Francisco Herrera el Viejo y Juan Martínez Montañés. De este último estaban documentadas una Santísima Trinidad y una Coronación de la Santísima Virgen. Destruyeron también un Crucificado de la Salud del siglo XVII, titular de la Cofradía del barrio, y con furia salvaje, imágenes de la Inmaculada Concepción y de Nuestra Señora del Refugio. *Iglesia de Omnium Sanctorum: Se arruinó todo su extraordinario tesoro religioso y artístico, como el Cristo gótico del siglo XIV, a quien la leyenda atribuía la conversión del venerable Miguel de Mañara. Se salvaron, por haber sido ocultados por la Hermandad, la imagen titular: Nuestra Señora Reina de Todos los Santos, el paso de palio y otros enseres cofradieros. *Capilla aneja a la iglesia de Monte-Sión: Saqueada y destruidas todas las pertenencias de la Hermandad, incluidos los “pasos” de la Virgen del Rosario y de la Oración en el Huerto, que fueron sacados a la plaza de los Carros, destrozados a hachazos y quemados. *Iglesia de San Juan de la Palma: Afortunadamente las imágenes titulares de la Hermandad de la Amargura se salvaron por haberlas escondido algunos cofrades en lugares seguros; pero se perdieron el santo titular, Santa Mónica, una Virgen de escuela flamenca, un San Antonio, la Virgen de las Maravillas, de Hita del Castillo; y el grupo escultórico de la Piedad, atribuido a Pedro Roldán. En el barrio de Nervión fue atacada la *Iglesia parroquial de la Inmaculada Concepción: Saqueada y destrozado su interior, se arruinaron los retablos, una imagen tallada en el siglo XVIII por Felipe de Rivas y un magnífico sagrario de plata firmado por Cayetano González. En el muy republicano barrio de Triana fueron asaltados dos templos: *Iglesia de Santa Ana: Del siglo XIII, mandada construir por Alfonso X el Sabio, fue incendiada por las turbas, pero las llamas pudieron ser sofocadas por parte del vecindario. Entre los daños causados se produjo la destrucción total de un magnífico altar portátil de plata repujada. Hasta el año 2010 no se terminó la restauración del retablo de la iglesia; y la *Iglesia de Nuestra Señora de la O: No fue incendiada por temor a que el fuego se propagara a casas de vecinos, al estar rodeada de viviendas, pero fueron despedazadas con cruel saña por las masas, obras de arte de gran valor, como la imagen de Jesús Nazareno tallada por Pedro Roldán en 1685, que fue decapitada a golpes de hacha; otras dos imágenes de Nuestra Señora de la O, de los siglos XVII y XVIII y varias pinturas del siglo XVIII. La imagen mariana titular de la Cofradía fue mutilada a machetazos. Y dos conventos en los que fueron incendiados la iglesia y parte del edificio conventual, quedando destruidos el interior y los tesoros en ellos custodiados. Así en el de San José de las Mercedarias, del que solo quedaron las cuatro paredes, se perdieron una Virgen de la Merced, el Cristo de la Misericordia y dos altares barrocos dorados por Valdés Leal; y en el Monasterio de la Visitación de Santa María (Salesas) varias pinturas de Virgilio Mattoni. Queda por mencionar el templo que con más reiteración ha sufrido las iras de los iconoclastas: La *Iglesia de Santa Marina, de arquitectura gótico-mudéjar, uno de los templos más antiguos de la ciudad, posiblemente de 1265. Situado en la zona conocida como el Moscú sevillano, un incendio provocado en 1936 arrasa el templo, que quedará en estado de ruina durante casi treinta años y por tanto, fuera de uso durante mucho tiempo. Un crucifijo de marfil del siglo XVIII fue destruido a martillazos; el Sagrario y su retablo, una magnífica Inmaculada de Duque Cornejo y varios retablos de traza montañesina se perdieron para siempre. Se salvó la “Sagrada Mortaja”[5], gracias a los miembros de la Hermandad que la guardó, de la que es titular, la Hermandad de la Santa Cruz y Sagrada Resurrección. La iglesia fue reconstruida a mediados de siglo, pero, sin explicación alguna, quedó sin uso hasta 1981. Un sevillano dirige a su Ayuntamiento una petición con motivo del setenta y cinco aniversario de la destrucción de templos e imágenes. Solicita la colocación de un azulejo en las puertas de aquéllos que diga: “Esta Iglesia, con todo lo que había dentro, fue quemada por los rojos y por su bien, para salvaguardar el legítimo régimen de la II República”.[6] Su petición no será escuchada, pero llegado a este punto, sería necesario plantearse dos reflexiones: 1.-Debería hacerse el esfuerzo de calcular el importe que han supuesto esos daños, a veces irreparables, para ponerlos sobre la mesa cuando los anticlericales (azuzados por las fraternidades de las que se hablaba al principio) exijan a la Iglesia, por ejemplo, que pague el IBI, cuando no tienen la misma exigencia con las sedes de los partidos políticos o sindicatos. Sería positivo hacer una estimación de lo que cuesta el mantenimiento de la Iglesia, y lo que ésta devuelve a la sociedad, (considerando exclusivamente el aspecto material) y comparar, en términos contables del Debe y Haber de políticos y sindicatos. Les tiene más cuenta callarse. «EXPRESIÓN DE UN ODIO ESTÉRIL QUE SÓLO GENERA CRISPACIÓN Y TEMOR» Podría decirse que existe una fijación para anular este templo de Santa Marina. Terminada la restauración a mediados de 1950, la mantienen condenada y sin uso casi durante treinta años y en cuanto retoma sus funciones, vuelve a ser incendiada para, de nuevo, quedar inactiva otros diez años. ¿Será un subterfugio para inhabilitar la iglesia que fue sede de la Hermandad de la Santa Cruz y la Sagrada Resurrección, imágenes que representan aquello que más odio desata en los miembros de la asociación anticlerical “que mece la cuna” de las revoluciones? Ellos piensan y organizan atrás en la retaguardia; los anarquistas son el brazo ejecutor, los que dan la cara. No dejemos que nos confundan. Un alto miembro de la Iglesia en Sevilla ha dicho que el incendio de Santa Marina es : «EXPRESIÓN DE UN ODIO ESTÉRIL QUE SÓLO GENERA CRISPACIÓN Y TEMOR». Totalmente de acuerdo: crispación que provoca la insatisfacción al ver la reiteración con que se producen los ataques a las sedes y símbolos religiosos y temor por el avance que las teorías de estos grupos están alcanzando en todo el mundo. Lo más desmesurado nos lo transmite CNN[7], al dar la noticia de que miembros de un grupo satánico pertenecientes a esas fraternidades, con el mayor atrevimiento se lanzaron a presentar en este mes de enero, propuesta en el Capitolio de Oklahoma (EE.UU.) de su diseño para una estatua que simbolizaría a Baphomet[8]. Según explican, su efigie, un ídolo pagano con cabeza de cabra sentado en un trono de 2,13 metros de altura, incluiría un sitio para que la gente pueda sentarse en el regazo del diablo “para la inspiración y la contemplación”. En la versión de un artista proporcionado por el Templo Satánico, niños sonrientes observan con adoración la figura diabólica. Aseguran que la escultura complementaría y contrastaría con el monumento de los Diez Mandamientos colocado ante el Capitolio de dicha ciudad en 2012, que, al parecer, les molesta tanto. Quizás pretenden anular el mandato divino: Yo, Yahveh, soy tú Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. Así que, como en un estado verdaderamente democrático no está permitido retirar ni destruir arbitrariamente un monumento, quieren contrarrestar la benéfica influencia del recuerdo de la Ley de Dios, colocando a Satán al lado. ¿Pretenderán que el macho cabrío expulse al Cordero? ¡Dios nos ayude! [1] Una copiosa documentación, especialmente de la Logia Isis y Osiris es custodiada en el Archivo de Salamanca y alguna más en el Archivo Carlista de Sevilla y en el Museo del Requeté, instalado por los carlistas en Sevilla durante la guerra civil, ciertos objetos masónicos de los incautados a las Logias sevillanas en los primeros días de la guerra. Álvarez Rey: “La Masonería en Sevilla. Entre el compromiso y la militancia política (1900-1936) pg 234, nota 11 [2] Demófilo de Buen Lozano (Madrid, 1890 – Méjico D.F. 1946 ) fue un prestigioso jurista español que ocupó las cátedras de derecho civil en la Universidad de Sevilla. De esta época data su afiliación a la masonería y al partido Acción Republicana así como su amistad con el que más tarde sería Presidente de la II República, Diego Martínez Barrio, todo ello compaginando su faceta docente con el ejercicio práctico del derecho y una intensa actividad intelectual que le llevó a publicar en 1922 diversas monografías sobre Derecho civil. En 1932 se trasladó a Madrid donde se vinculó al nuevo gobierno republicano y fue nombrado Vocal de la Comisión Jurídica Asesora del Ministerio de Justicia. Más tarde recibió el nombramiento de presidente de la Sala V del Tribunal Supremo (de lo social). [3] Castrillo Lastrucci, a sus expensas, esculpirá, por segunda vez, una nueva imagen de la Virgen que volverá a su sede de San Julián cuando muchos años después sea restaurada dicha iglesia. [4] En uno de los arcos de un puentecito sobre el río Tragacete, dentro de una hornacina, había una imagen de la Virgen. Los artesanos del lino que ponían en el río sus madejas a remojar y que tenían gran devoción a la imagen, le dieron ese nombre. Después, la imagen fue trasladada a San Roque, donde fue destruida. En su recuerdo, figura un azulejo. [5] Representa el momento en que Jesús muerto en el regazo de su Madre, es amortajado por las Tres Marías, que portan el sudario, presenciando la escena San Juan y los Santos Varones José de Arimatea y Nicodemus. La imagen de Jesús es tallada en 1677 por Cristóbal Pérez, restaurada en 1999 por Juan Manuel Miñarro; el resto de figuras es realizada alrededor de 1676 atribuyéndose su ejecución al taller de Pedro Roldán. [6] JULIO DOMÍNGUEZ ARJONA. Sevilla 13 de Enero de 2011 [7] Daniel Burke: http://mexico.cnn.com/historias-extraordinarias/2014/01/07/un-grupo-pide-poner-una-estatua-satanica-en-un-edificio-estatal-en-eu [8] A partir de 1854, con la aparición de Dogma y ritual de la alta magia, obra del célebre ocultista francés Eliphas Lévi, la figura de Baphomet ha sido, en gran medida, desde entonces, vinculada al macho cabrío de los aquelarres, como así también Satanás u otros demonios menores. |
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Publicado a las 4 oct 2012, 13:41 por Tradición Viva
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