En el centenario de la muerte del más noble y más leal de nuestros reyes Don Carlos VII de Borbón y Austria- Este, decidimos publicar algunos de los artículos que su muerte suscitó en la prensa de 1909.

1.- Periódico el Tradicionalista. Diario Católico Monárquico.

Lugar de Edición: Gerona.

Fecha: Martes 20 de Julio de 1909.

¡VIVA EL REY!

El telégrafo con su frio laconismo nos trae la noticia del fallecimiento de Carlos VII.

Lo decimos así sencillamente como cuadra a un hombre tan extraordinario que llena medio siglo de la Historia de España con su nombre.

El ilustre Caudillo, el paladín de todas las legitimidades, el soldado heroico y vencedor glorioso de Montejurra, Somorrostro y Lacar.

El que los entusiastas vítores de cien mil voluntarios que en correcta formación le presentaban armas y con ellas su sangre generosa derramada en cien combates por el triunfo de la Verdad ya no pertenece al mundo de los vivos.

Aquel joven gallardo que, sin cumplir los veinticinco años, detuvo a la Revolución Española salvando la nacionalidad de la anarquía, descansa en el seno del Señor.

¡Carlos VII ha muerto!

Los cañones de la Seo de Urgel, Cantavieja, Estella y Peñaplata no retumbarán fúnebremente porque enmudecieron después de enronquecer celebrando las victorias del Caudillo más Augusto, del descendiente de cien reyes, del primer caballero de Europa.

Herido de muerte cayó en el lecho el día 16 de Julio de 1909 el que el 16 de Julio de 1873, en brioso caballo alazán pisaba tierra española y se presentaba en la frontera de Zugarramuridi a los batallones navarros que tantas veces debía guiar a la victoria.

¡Triste coincidencia!

Carlos VII ha muerto llenando de amargura a millares de corazones españoles para quienes no sólo era la personificación de todas las legitimidades sino la esperanza más legítima de la salvación y engrandecimiento de España.

No nos extraña su muere, pues es seguro no existe en Europa ni tal vez en el mundo un hombre en cuyo corazón hayan repercutido impresiones tan fuertes y tan diversas durante más de cuarenta años que en el de Carlos VII.

Pero con su muerte no muero más que el Rey amado y el Rey aclamado con delirio por todos los carlistas.

La bandera queda en pié y tiene su Abanderado.

Carlistas: Con los ojos abrasados en lágrimas- pero cuadrados militarmente frente al nuevo Abanderado- podemos decir:

¡Carlos VII ha muerto!

¡Viva el Rey!


LAS PRIMERAS NOTICIAS

No podemos describir el efecto que la noticia de la muerte de nuestro egregio Caudillo ha producido entre nuestros amigos. Nosotros mismos no nos damos cuenta aun de la verdad, pues como losa de plomo pesa sobre nuestro corazón la impresión de dolor que sentimos.

¡Don Carlos ha muerto! ¡La voluntad de Dios así lo ha dispuesto! ¡Roguemos por el eterno descanso del que ha reinado en miles de corazones!

Vean nuestros lectores las primeras noticias que se tuvieron del fallecimiento de D. Carlos.

Madrid, 19,03.- Telegramas de Varese anuncian el fallecimiento de don Carlos de Borbón, ocurrido ayer a las cinco de la tarde, a consecuencia de un colapso cardiaco.- Garantizo la tristísima noticia.

Madrid, 19,29.- Desde las diez de la noche circulan con insistencia el rumor relativo al fallecimiento de don Carlos de Borbón, ocurrido a las cinco de la tarde de ayer en Varese, a consecuencia de un colapso cardíaco.

Madrid, 19,35.- Se ha confirmado, desgraciadamente, la triste noticia del fallecimiento de don Carlos de Borbón.

El primer telegrama dando cuenta de la muerte del Señor Duque de Madrid la recibió el señor Feliú, quien no estaba en su domicilio, habiéndosela comunicado desde Viena el infante don Alfonso.

Poco después recibíose otro telegrama en la Redacción de El Correo Español, en la que no se encontraba más que el señor Sánchez Márquez, quién inmediatamente tomó un coche y se fue a ver al señor Mella y a otras personalidades del carlismo, residentes en Madrid, para comunicar la triste nueva.

Otro telegrama confirmando también la noticia lo ha recibido el conde del Pinar. Lo suscribe su hermana que es dama de honor de doña Berta y que reside en Varese.

Madrid, 19,1,26.- El hijo político del señor Feliú me ha manifestado que la noticia la recibió e las diez de la noche por medio de un telegrama de Varese, firmado por el señor Zubizarreta, y muy conciso.

En seguida telegrafiaron a Varese pidiendo detalles, no habiéndose todavía recibido contestación.

Madrid 19,2,7.- Cadáver del Señor recibirá sepultura en el panteón de Trieste, donde descansan los restos del conde de Montemolín.

El señor Mella ha dirigido un expresivo telegrama de pésame y de sumisión a don Jaime.

Don Carlos fue víctima el día 15 de un ataque de apoplejía. Los médicos Moretti, de Venecia, y Bozzola, de Turín, llamados con urgencia, manifestaron que el caso era desesperado.

Inútiles fueron todos los medios de la ciencia; don Carlos había entrado en el período agónico.

A las cinco de la tarde conservaba la lucidez.

Pidió y obtuvo los auxilios de la religión.

Doña Berta la condesa de Mon y el señor Zubizarretea, animaban a D. Carlos, procurando apartar de él la idea de la muerte.

Don Carlos estaba seguro de que iba a fallecer, y pronunciaba palabras de afecto a doña Berta y hablaba de España.

También asistían al moribundo don Alfonso y un lacayo negro, a quien don Carlos quería entrañablemente.

También estaba la esposa del hermano de don Carlos, don Alfonso, doña María de las Nieves, que habían sido avisados hace días de la gravedad del enfermo.

Estaban también en la estancia mortuoria don Carlos Olazábal y don Juan Barbano, capellán particular del palacio de Loredán, que acababa de llegar, y que confesó a don Carlos.

Durante la agonía de este, el presbítero Bardano rezó la oración de difuntos.

La escena fue solemne y enternecedora.

Don Carlos no daba señales de vida.

La respiración era fatigosísima.

El doctor Bozzolo le administró unas inyecciones.

Doña Berta y don Alfonso tenían cogidas las manos del moribundo.

Este, de cuando en cuanto, abría los ojos y parecía expresar su gratitud por aquellos cuidados.

A las 5.30 de la tarde falleció don Carlos.

Inmediatamente se telegrafió la noticia al emperador de Alemania, al cónsul austriaco en Milán, al embajador de Austria en Roma, al conde de Paus, don Jaime y al señor Feliú.


EL CADÁVER

El cadáver de don Carlos ha sido vestido con traje negro de levita y sobre su pecho descansa el Toisón de Oro.

El salón de honor del hotel Excelsior ha sido convertido en capilla ardiente.

Allí está el cadáver entre multitud de cirios y grandes tiestos de flores.

También han sido esparcidas multitud de flores.

Orando ante el cadáver están los señores Barbany, Zubizarreta, los condes de Mon, don Carlos Olazábal que no teniendo ninguna relación política con el muerto, le rinden homenaje.

Velan el cadáver dos monjas franciscanas y otras dos de la Pía Casa de Nazaret de Varese.

Los camareros y servidores del hotel prestan también homenaje fúnebre, rodeando con velas encendidas el féretro.

El hotel Excelsior ha cerrado sus puertas en señal de luto y ha cubierto con crespones las ventanas.

A fin de dar tiempo para que lleguen personas que deben asistir al sepelio se ha telegrafiado a las autoridades para aplazar el acto hasta el martes.

Dichas autoridades han concedido el aplazamiento, habiéndose recibido órdenes del rey de Italia para que el homenaje al príncipe muerto se verifique con todos los honores que le corresponden.

El miércoles último don Carlos sufrió un ataque de apoplejía.

Dijeron los médicos que el ataque era benigno.

A pesar de esto, comprendió don Carlos que su fin se acercaba.

Su esposa y la condesa de Mon procuraban animarle, pero inútilmente.

Para don Carlos, y las personas que le acompañaban una obsesión impedir que la prensa diera cuenta del estado en que se encontraba el enfermo.

Entonces don Carlos buscó el aislamiento, y por indicación de doña Berta y de acuerdo con el representante del hotel Excelsior, se dijo que el enfermo había emprendido un viaje por la frontera de Suiza.

Don Carlos, al leer la Presa italiana la noticia de su expedición, se animó muchos.

Esta noticia le hacía creer que, en efecto, su enfermedad era leve y le aseguraban que en España no se producirían nuevas alarmas por su salud.

Don Carlos permaneció encerrado, sin recibir a nadie más que al médico.

Parecía reponerse, cuando el viernes se reprodujo el ataque que le ha producido la muerte.



2.Periodico El Porvenir. Periódico Carlista.

Lugar de edición: Toledo

Fecha: 21 de Julio de 1909

EL R… HA MUERTO

Aunque la razón se nubla y apenas puede coordinar ideas ni palabras, y la garganta se anuda sin dejar salir con libertad el aire que oprime el pecho contristado; aunque el corazón late con ritmo desigual y se niega la mano a seguir los mandatos de una voluntad incierta y el dolor y la pena brotan de nuestro pecho en oleadas que humedecen nuestros ojos, es forzoso escribir para decir a nuestros lectores: El R… de nuestros amores políticos ha muerto.

Ha muerto el caballero perfecto, el hombre leal, el Príncipe cristiano, el perseguido por la revolución, por su integridad incorruptible, el odiado por todos aquellos que directa o indirectamente pactaron con el monstruo liberal o se hicieron sus auxiliares o sus cómplices; los que tuvieron en más un cetro de caña y le prefirieron al honor y a los deberes de la conciencia. Ha muerto fuera de su patria, fuera de su España querida, a la que consagró su vida toda, a la que entregó su pensamiento y su corazón, llorando su infortunio, vilipendiada por la taifa de venales favorecidos por la suerte loca.

La tierra que tanto amó no cubrirá, al menos por ahora, su cuerpo, ofrecido mil veces para restaurar en ella la Monarquía cristiana y tradicional, la castiza, con sus leyes, con sus costumbres, pura y netamente españolas.

Desterrado en vida como protesta odiada de la injusticia con fortuna, seguirá su cadáver augusto la misma suerte hasta que triunfe el derecho, que si España ha de vivir, ha de ser pronto.

Dios no lo ha querido aún y debemos adorar sus decretos; pero esto no obsta para que las lágrimas broten de nuestros ojos por el R… amado, que si no logró sentarse en el trono que la revolución impía con mano despiadada le arrebatara, reinó sobre millares de corazones que le amaron, de inteligencias que le reconocieron como soberano y de voluntades que le seguían sin condiciones, como no han seguido, ni reconocido, ni amada las extrañas a Monarca alguno de la tierra, aunque para sí lo quisieron los que aparecen rodeados del Fausto y de la gloria humana, muchos de los cuales se titulan soberanos, aunque sólo lo sean por las puntas de las bayonetas, soberanos esclavos de una pensión o espantajos de abanderamiento de la traición o de la audacia.

D. Carlos ha muerto, es verdad, pero su espíritu, su representación, lo que significaba en el mundo, vio está, y mal que pese a muchos, vivirá, porque es inmortal; las ideas no mueren y la Comunión Tradicionalista de ellas se nutre y por ellas existe. Pruebas tremendas ha sufrido, crisis espantosas ha experimentado, rudo golpes han caído sobre ella y a pesar de la contrariedad, a pesar de las decepciones, a pesar de las deslealtades e ingratitudes, hoy, después de tanto luchar, sin mercedes que repartir, ni ventajas que ofrecer, sino exigiendo sacrificio y prometiendo penalidades, vive pujante, dispuesta a reverdecer los laureles, que en lucha franca y a campo descubierto, conquistara para mantener sus principios, para sostener su credo. Ese credo grandioso sepultado cien veces por la cólera cobarde del remordimiento y otras tantas levantado por su virtud propia de la fosa, sembrando el terror en el alma de sus perseguidores.

Es sensible para el corazón amante del carlista ver desaparecer del mundo de los vivos al hombre augusto que representaba su ideal; es doloroso, dolorosísimo, perder el prototipo de los hombres honrados que forman la inmortal Comunión carlista, de los únicos que en el mundo rinden culto, hoy por hoy, a la verdad y al derecho; verdaderos Quijotes en esta tierra de Panzas comilones, son y han sido dirigidos por D. Carlos, la esperanza de todas las reivindicaciones justas; por eso le lloramos, porque fue el hombre ideal, que encarnaba y en sí reasumía lo que el carlismo es y lo que el carlismo significa.

Pero si nuestros pechos contristados lloran al caudillo perdido, que más que Jefe era padre de la familia carlista, en la que todos su miembros piensan y sienten al unísono, hasta el punto de no haber más que una voluntad y un pensamiento, la voluntad y el pensamiento del R…, sobre los restos del Monarca, que de hecho reinó sobre nuestros corazones, proclamamos desde luego por sucesor al Príncipe que, a más de los derechos que el transmitieron las leyes y la sangre, heredó también las virtudes, las dotes y energías que le comunicara su Augusto Padre en la escuela de la lealtad y del honor, aumentados, si se quiere, por las vivezas de la juventud y por el estudio constante de las necesidades de su pueblo.

El R… ha muerto; sobre su tumba caerán, al par que raudales de lágrimas, caudal inmenso de plegarias, que ofrecidas a Dios por su alma grande y generosa, la purguen de las faltas que, como hombre, contrajera, si es que la adversidad y la desgracia, con sus favores constantes, no le dejaron en condiciones de presentarse limpio ante la presencia del que ha de juzgar a las mismas Justicias. Desde allí pedirá sin cesar por los que dispuestos quedamos a ofrecer nuestras vidas, por su causa, que es la de Dios, dirigidas y acaudilladas por el Augusto Príncipe a quien ya reconocemos como nuestro R… legítimo, pues si llorando decimos ¡El R… ha muerto! Puestos los ojos en el cielo decimos: ¡Viva el R…!



3.- Periódico Los Debates. Diario Político, de avisos, defensor de los intereses de la Comarca.

Lugar de impresión: Tortosa

Fecha: Lunes 19 de Julio de 1909

La muerte de D. Carlos

Según telegrama recibido de Varesse, ayer, a las cinco de la tarde, falleció de un ataque cardiaco D. Carlos de Borbón y de Este.


La noticia está confirmada oficialmente.

Ha causado una profundísima impresión en todos los centros políticos, a pesar de que por ser día festivo estos se vieron muy poco animados.

Muchísimos carlistas, al enterarse del fallecimiento del Pretendiente, han acudido en seguida a los domicilios de sus más significados partidarios a conocer detalles de la fatal nueva.

El Sr. Feliu fue el primero en tener conocimiento de ella e inmediatamente la comunicó a varios de sus amigos de más confianza.
 
ILUSTRACIONES:
 
1.- Portada de El Porvenir, Periódico Carlista de fecha 21 de Julio de 1909.
2.- Portada del periódico Los Debates, de fecha 19 de Julio de 1909
Ver más artículos de historia