Autor: Ramón Cobo Huici, artículo cedido por www.panoramanumismatico.com
Comencemos por un apunte histórico.
En el primer cuarto del siglo XIX se encontraba en vigor en España lo que se ha denominado como “ley sálica”, la cual impedía que las mujeres accediesen al trono. Al nacer la única descendiente del rey Fernando VII, éste derogó las leyes que impedían la sucesión femenina, por lo cual, a su muerte, año 1833, fue proclamada heredera y futura reina su hija, que subiría al trono con el nombre de Isabel II.
Carlos, hermano de Fernando, se consideró legítimo heredero del reino y se proclamó, de forma inmediata, como rey de España con el título de Carlos V. Dado las discrepancias ideológicas existentes en el país, liberales y conservadores, cada partido apoyó a una de las diferentes legitimidades, enzarzando a la nación en una guerra civil que, con diferentes intervalos y protagonistas, duró mas de 40 años.
Carlos Luis de Borbón y Braganza, conocido como Conde de Montemolín, fue hijo de Carlos V y pretendiente al trono de España cuando su padre renunció al trono para facilitar un posible matrimonio entre Carlos Luis e Isabel, con el cual se pudiese solucionar el conflicto dinástico. Al no conseguirse el enlace, el pretendiente se casó con Carolina de Borbón-Dos Sicilias, hija del rey de Nápoles, Francisco I, en 1850, y se estableció en el reino de Nápoles.
Ya en 1846, publicó un manifiesto en Londres donde llamaba a la insurrección, por lo cual a finales de ese año se inició una auténtica guerra civil en Cataluña y Aragón, con pequeñas escaramuzas en otras zonas y que se conoce como Segunda Guerra Carlista o “Guerra dels matiners”.
Para financiar los gastos bélicos, los pretendientes al trono, emitieron moneda metálica, bonos y obligaciones que colocaron, de forma mas o menos obligada, entre la población del territorio que controlaban o a inversores extranjeros.
Los bonos, obligaciones y vales emitidos por los pretendientes carlistas se han considerado, en la literatura notafílica, como “billetes”, puesto que con ellos era posible pagar determinados impuestos y contribuciones en el territorio que controlaban, y como tales figuran en todos los catálogos especializados del papel moneda español comenzando por los de Alentorn y Vélez-Frías, Vicenti, Cayón, etc. y continuando por todos los modernos. No puedo menos que indicar que, personalmente, y como mucho, les concedería la categoría de documentos paranotafílicos, ya que las características esenciales de un billete, la fiducia y la circulación, prácticamente no se dan en estos bonos.
Todos los catálogos numismáticos reflejan la existencia de monedas, bonos y obligaciones emitidas por el primer pretendiente, Carlos María Isidro de Borbón, autoproclamado, Carlos V, y por su nieto, Carlos María de Borbón y Austria-Este, Carlos VII. Del hijo y heredero Carlos V, Carlos Luis de Borbón y Braganza, Carlos VI, ningún catálogo ha publicado emisión de moneda metálica o bonos.
El bono real que presentamos está emitido por autorización del pretendiente Carlos VI con similares condiciones que los emitidos por su padre y con destino a ser adquiridos, preferentemente, en mercados internacionales.
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