Carlos José Enrique d’Espagne, de Courserans, de Cominges, de Foix, Cabalby, d’Espras, Orbesan y Dupac, era el hijo menor del marqués Enrique Bernardo d’Espagne. Nació el 15 de agosto del 1775 en el castillo de Remefort (Ariége). En su casa paterna se formó en instrucción y cultura. En 1791 el castillo fue asaltado por los revolucionarios.
" Enrique d’Espagne, conocedor que el rey Luis XVI estaba preso, se ofreció, junto con sus tres hijos, a cambio de la libertad del Rey
Enrique d’Espagne, conocedor que el rey Luis XVI estaba preso, se ofreció, junto con sus tres hijos, a cambio de la libertad del Rey. La petición le fue denegada. Esto supuso que la familia Espagne tuviera que emigrar, pues peligraban sus cuellos.  El marqués con sus hijos emigró a Alemania entrando en el llamado Ejército de los Príncipes, siendo destinado el joven Carlos a la Compañía de Nobles Mosqueteros, en la Brigada que mandaba su padre. 

Disuelto el Ejército de los Príncipes, pasaron de Holanda a Inglaterra y, mientras el marqués se dirigía a España para entrar en el servicio de Carlos IV, los tres hermanos Andrés, Arnaldo y Carlos sirvieron en el Regimiento Francés Royal Emigrants con el que hicieron la campaña del 1793. Poco después el marqués los llamó a España. Arnaldo no quiso dejar Inglaterra, y formó parte del Cuerpo de emigrados franceses que en 1795 desembarcó en Quiberón y en aquella infausta jornada murió. Mientras esto ocurría, Carlos con su padre y su hermano Andrés hicieron la guerra del Rosellón contra la república francesa, siendo el marqués Coronel agregado de la Legión Real, Cuerpo de emigrados franceses, y los dos hijos tenientes del mismo regimiento, que luego fue batallón de la Reina. Al firmarse la paz, Carlos fue nombrado Capitán en el regimiento de Borbón donde estaban los emigrados franceses, y su hermano pasó al regimiento de Caballería. Habiendo sido trasladado el regimiento de Borbón a Mallorca, Carlos d’Espagne casó la aristócrata doña Dionisia Rossiñol, de Desplá y Comellas.



Retrato del general Carlos de España de Cominges de Couserans y de Foix.

En Mallorca fue ayudante del Capitán General, Juan Miguel de Vives. Estando en éste destino fue comisionado para la evacuación de los ingleses de Mahón, conforme a la paz de Amiens, habiendo conseguido que se llevara a cabo con unos días de anticipación a la fecha que debía efectuarse. Al estallar la guerra de la Independencia el general Vives fue nombrado Capitán General de Cataluña, acompañándole su ayudante que ya utilizaba oficialmente su apellido castellanizado de Carlos de España. Tomó parte en la campaña del Principado y al ser trasladado el general Vives a la Capitanía General de Castilla le siguió, sido ascendido a Teniente Coronel, confiándosele luego el mando del batallón de Tiradores de Castilla. 

Por su comportamiento en las acciones de Barba de Puerco, Alcántara y Puerto de Baños, ascendió a coronel y, en 1810, después de la batalla de Tamames y ataques de Fresno, Medina del Campo, Alba de Tormes, Puerta de Pico y Cáceres ascendió a brigadier. Al frente de su brigada estuvo en la acción de Trujillo, asistió al combate de la Roca, asaltó la Alcoleta, participó en la acción de Abrantes y fue herido en el asalto de Badajoz. Estuvo luego en la acción de Evora y en la famosa batalla de Albuera recibió una lanzada. En recompensa de sus méritos le fue concedida la faja de Mariscal de Campo.

En 1814 mandaba la División española que entró en Francia, batiéndose todavía contra los franceses en la acción de Bayona. Durante la guerra de la Independencia, al ser recuperado Madrid por los españoles, fue Comandante General y jefe político de dicha provincia. En 1815 pasó destinado a mandar una división que debía intervenir en Francia durante el período conocido por los Cien días pero, la victoria de los aliados en Waterloo, hizo innecesaria su actuación. Comandante general de Tarragona antes de recibir dicho mando, volvió al mismo destino cuando los temores de restauración del Imperio en Francia quedaron disipados. 

En 1818 fue segundo cabo en la Capitanía General de Cataluña de cuyo cargo fue depuesto al triunfar la revolución constitucionalista iniciada por Riego en Cabezas de San Juan. La regencia de Urgell, teniendo en cuenta que en 1815 había ascendido a teniente general y en 1818 le había conferido Fernando VII el título de Conde de España, y conociendo su fidelidad inquebrantable al Rey, sus convicciones antiliberales y su capacidad militar, le nombró Virrey de Navarra, tomando el mando de las tropas de vanguardia de la expedición franco-española del duque de Angulema en 1823. Triunfante el régimen absoluto de Fernando VII, fue en 1824 nombrado Capitán General de Aragón. En 1825 reprimió la sublevación del general Bessières, cumplimentando rigurosamente las órdenes recibidas de Madrid, y en ese mismo año fue nombrado comandante de la Guardia Real de Infantería. 

En 1827 pasó a Cataluña con el cargo de Capitán general. El Conde de España, fiel siempre a los deberes de su cargo y a las órdenes recibidas, desplegó el mismo rigor contra los realistas puros que contra los liberales. En esa época, sobre la severidad del Conde, llegó a escribirse: “La historia culpa al Conde de España; nosotros aseguramos que fue sólo el instrumento tan obediente como sumiso, tan rígido como militar, y militar de otro siglo”. Fue destituido de su cargo de Capitán General de Cataluña el 11 de diciembre del 1832.


Puente Espía, desde donde fué arrojado el Conde de España

La Junta Carlista de Berga inició conversaciones con él para que se adscribiera al Carlismo. Los primeros contactos se produjeron en el 1835. El Conde tenía que entrar por la frontera franco-catalana. Inesperadamente se dejó detener por los gendarmes. De allí fue trasladado a Lille. Permaneció confinado en esta Ciudadela hasta que pudo salir fingiendo estar enfermo y loco. El 4 de julio del 1838 ya estaba en Cataluña, donde ocupó el cargo de Capitán General del ejército carlista. A parte de su vertiente militar, durante la guerra de los siete años, el Conde de España posibilitó la creación de la Universidad Carlista de San Pedro de la Portella. Con el tiempo la Junta de Berga consideró que se había excedido en crueldad, sobre todo en Olvan, Gironella y Berga. Esto provocó su detención y destitución. Un rápido juicio ordenó su ejecución. Sus mismos compañeros lo estrangularon y lo lanzaron al río Segre. Su asesinato se produjo en Coll de Nargó el 2 de noviembre del 1839.

Resulta ser que, por el año 1840, María Roset, hija de un médico y catedrático de la Universidad de Cervera (Lérida), que a la sazón fue amigo del conde de España, su hermano José Roset, el señor Caba, un pariente de éstos, y dos sirvientes, decidieron ir a la feria de Orgañá. Al pasar por el Coll de Nargó, uno de los criados les mostró el lugar donde había sido muerto el conde de España y su tumba. José Roset, que era médico como su padre, deseó tener un recuerdo del que fuera gran amigo de su padre. Según parece, ayudado por sus compañeros de viaje, abrieron la tumba del conde, cogió el cráneo, lo puso dentro de una bolsa y se marcharon.


Muerte del Conde de España.
Grabado de Eusebio Planas


Los Roset, poco después de cometer el robo de la testa, fueron sorprendidos por una cuadrilla de ladrones. Durante ocho días permanecieron en manos de estos criminales, sin que nadie los reclamara. Los cautivos consiguieron huir y regresaron a Igualada, su ciudad natal, con la testa del conde de España. José Roset deseaba hacer un estudio frenológico del cráneo. Años después marchó a las Filipinas y, según cuentan, la cabeza del conde viajó con él. Alguna enfermedad tropical acabó con la vida del médico. Malas lenguas opinaban que la maldición del conde había matado al insigne doctor. En carta testamental, José Roset legó a su hermana Antonia, todos sus bienes. Así pues, hizo traer desde las Filipinas muebles, joyas, efectos personales y el cráneo, de nuevo, a Igualada.

Antonia Roset depositó el cráneo en un nicho de la iglesia de San Agustín, donde se estableció la Congregación de la Buena Muerte. ¡Que nombre tan adecuado para nuestra historia! Antonia Roset, al morir, dejó como herederos del cráneo a éstos religiosos.

En el año 1858 los familiares del conde de España, que residían en Mallorca obtuvieron, por Real Orden firmada el 25 de noviembre, permiso para exhumar los restos mortales del conde y trasladarlos a Defla. En junio de 1859 se realizó el traslado de los restos sin la testa, pues aún estaba depositada en  la iglesia de San Agustín de Igualada.

El reverendo Pinós, que pudo observar la testa en la iglesia de San Agustín nos lo describe así: “Se ven en él muchos guarismos, delineamientos y alguna inscripción, según lo manifestado por Dª María… y en la parte interior del órgano del oído hay escritas “C. de E.”, que seguramente debió poner el médico. El cráneo ofrece la circunstancia de tener la parte posterior, o sea el hueso occipital mucho más abultado que el de los demás cráneos y que la generalidad de los hombres”.

José de España, nieto del Conde, mandó a Juan Jaume Reus, para que certificara la autenticidad de la testa y la devolviera a Defla. La testa llegó a Mallorca el 30 de mayo de 1885. Con la solemnidad que el hecho merecía, fue incorporada a los otros restos del conde de España.