Ficha personal

Antonio de Valbuena


Aliasel “Melladín de Pedrosa” porque tenía una mella en el labio inferior o Venancio González y Miguel de Escalada como también solía firmar sus obras
Fecha de nacimiento: 29/10/1844
Natural de: Pedrosa del Rey (León)
Fecha de fallecimiento: 13/3/1929
Observaciones:
Es el escritor leonés más importante del siglo XIX.
Junto a Leopoldo Alas, Clarín, fue el mejor crítico literario de su tiempo.
Como carlista, fue director de La Buena Causa, periódico alavés carlista, y redactor de El Siglo Futuro..
En la Segunda Guerra Carlista ejerció como Auditor de la División de Navarra y más tarde como Auditor General del ejército de don Carlos VII.
Elevó el ripio a género literario.

Un manuscrito de Valbuena
Antonio de Valbuena es de esas personas que alcanzaron por méritos propios gran popularidad en vida, pero que a su muerte cayeron en el más doloroso silencio.


Fue, sin lugar a dudas, uno de los periodistas, críticos literarios y escritores más destacados del XIX. Su estilo, correctísimo, fue apreciado incluso por los que fueron objetivo directo de sus críticas.

Nació en Pedrosa del Rey, pueblo leonés hoy sumergido bajo el Pantano de Riaño, en 1844, siendo el menor de nueve hermanos. Como él mismo dijo “fue hijo de una noble familia, y educado en aquellas ideas que  hicieron a España grande y poderosa en mejores tiempos, es tradicionalista de raza y tradicionalista de convicción, ardiente y definido partidario del antiguo sistema de gobierno con sus instituciones seculares”.

En la escuela de Pedrosa aprendió a leer. En 1853 acudió a Riaño a aprender latín, acudiendo al año siguiente a Espinama, donde su hermano era vicario.

En el año 59 ingresó en el seminario de León, pero no llegó a ordenarse, pasando a residir en Madrid (donde estudió Derecho) y Vitoria, donde fue elegido presidente de la Juventud Católica, secretario del Círculo Carlista y director de La Buena Causa (bajo cuya cabecera, en vez de Dios-Patria-Fueros-Rey, figuraba Unidad Católica-Fueros-Don-Carlos VII). En 1871 se ve obligado a exiliarse a Francia, volviendo a España con el estallido de la Segunda Guerra Carlista. En la misma ejerce primero como auditor de guerra de la División de Navarra, y más tarde como Auditor General del ejército real. Se llegó a presentar dos veces como candidato a diputado, pero no resultó elegido.

Soltero empedernido, no tuvo hijos, por lo que la fortuna que alcanzó con su ejercicio profesional la dedicó a mejorar la vida de sus conciudadanos. Entre otras obras, financió la construcción del Círculo Carlista de Riaño.

En 1883 empieza a publicar una serie de artículos en El Progreso, periódico madrileño republicano, bajo el título de Ripios Aristocráticos. Estos artículos fueron publicados en una recopilación que tuvo hasta siete ediciones, siguiendo otros libros por el estilo (Ripios Académicos, Ripios Vulgares, Ripios Ultramarinos, Ripios Geográficos, Fe de erratas del diccionario de la Academia, etc.) En esta obra, con un acierto indiscutible, denunciaba con estilo ameno los errores lingüísticos, de lógica, etc. de escritores afamados. Llegó a polemizar con Manuel Silvela, Menéndez Pelayo, Emilia Pardo Bazán, etc. 

Tuvo siempre una especial atención a las obras de los académicos y a la labor de la Real Academia de la Lengua Española, que en palabras de Alonso Zamora Vicente “atravesaba un bache muy notorio. Habían entrado muchos políticos”.

Fue autor de una novela excepcional, desgraciadamente no reeditada últimamente, Agua Turbia (1899), que pone en evidencia todas sus posibilidades expresivas.

En 1920 se retira a su pueblo, donde fallece (1929) en el olvido de todos.

Años después Azorín intentó su rescate (“Valbuena fue un prosista de los buenos”), pero su intento cayó también en el olvido.

SUS ESCRITOS

Ripios aristocráticos, un tomo en octavo. Saca a relucir los defectos de las poesías y obras publicadas por gente de la nobleza española. Siete ediciones. 

Ripios académicos, un tomo en octavo, censurando a los miembros de la Real Academia Española.

Ripios vulgares, un tomo en octavo, criticando a los escritores del estado llano.

Ripios ultramarinos, cuatro tomos, criticando a los escritores de ultramar.

Fe de erratas del Diccionario de la Academia, cuatro tomos, llenos de erudición y humorismo, a veces demasiado agrio. 

Destrozos literarios, un tomo. Crítica a la Pardo Bazán y a Pérez Galdós. 

Agua turbia, un tomo. Es una novela que tuvo dos ediciones, y que no fue bien recibida por los entendidos.

Novelas menores, un tomo que abraza cinco novelitas divertidas y amenas en un estilo vivaz y nítido.

Rebojos (zurrón de cuentos humorísticos), un tomo, con dos ediciones. Algunos de esos cuentos se sitúan en nuestra zona por lo que fueron leídos con avidez por los compaisanos.

Parábolas, un tomo con su retrato.

Capullos de novelas un tomo con dos ediciones. Varios argumentos tocan también nuestra tierra. 

Agridulces políticos y literarios, dos tomos, en los que censura y loa a varios autores, como Pereda y Navarro Villoslada.

Historia del corazón (idilio), un tomo con cuatro ediciones. 

Don José Zorrilla (biografía crítica), un tomo.

Cuentos de afeitar, un tomo.

Sobre el origen del río Esla. Publicado primero como artículo en el Boletín de la sociedad geográfica de Madrid (1901). Y luego como libro. Defiende que este río no nace en el Puerto de Tarna, como dicen los libros oficiales, sino en el de Pandetrave. 

Ripios geográficos, un tomo, en que censura los errores cometidos por los geógrafos oficiales, en especial los relativos a la provincia de León. 

Corrección fraterna, un tomo, en que critica a la Pardo Bazán, y denomina a Unamuno «el ignorante y soberbio profesor de Salamanca».

Caza mayor y menor (Deportes rurales. Costumbres), un tomo publicado en 1913. Este fue su último libro.