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Las masacres en Madrid y la destrucción del Estado
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Las masacres en Madrid y la destrucción del Estado, por Valentina Orte
Madrid, 09/03/2014

Para tratar de interpretar los datos que van emergiendo de los atentados del 11M en Madrid, así como para comprender el por qué de la oscuridad que los rodea, es fundamental la luz que arroja la experiencia de acciones que pueden considerarse análogas, al menos en cuanto a su vocación de encaminar los destinos de España en una determinada dirección. En esta similitud encontramos el magnicidio de Carrero Blanco y la masacre de Atocha, llamada también del 11 M, de la que ahora se cumplen diez años.
192 muertos y 1.800 heridos produjo el atentado en Madrid el día 11 de marzo de 2004, lo que constituyó un verdadero trauma para la sociedad española, especialmente para la madrileña, sobre todo porque la polémica sobre los verdaderos autores del atentado, especialmente, “la cabeza o cabezas pensantes” no ha terminado aún, a pesar del tiempo transcurrido. Semejante es el caso del magnicidio ocurrido en la persona de Carrero Blanco, subsecretario en 1941, Ministro de la Presidencia en 1951, Vicepresidente en 1967, lo que supuso un incremento creciente de su peso específico en el gobierno. En junio de 1973 al ser nombrado Presidente del Gobierno, hacía pensar que se convertiría en el hombre fuerte del Estado y en el pilar sobre el cual se sustentaría el franquismo sin Franco a la muerte de éste; pero su asesinato el 20 de diciembre de 1973 en un atentado perpetrado por ETA en Madrid, abortó esas expectativas.
Existen abrumadoras coincidencias en ambos atentados, (ocultación y tergiversación de datos y hechos, explosivos no convencionales, destrucción de pruebas, coincidencia de la oportunidad en que se realizaron: el primero antes de la firma de unos acuerdos internacionales que a “esa mano que mece la cuna” no satisfacían y en el segundo, tres días antes de unas elecciones, con tiempo suficiente para manipular a conveniencia las masas a fin de obtener el resultado que apetecían[1]. En el magnicidio de Carrero se conoce la “mano ejecutora”, en el del 11 M se la han adjudicado a un moro que no estaba en el lugar de los hechos y a un pobre chico esquizofrénico; sospechosa implicación de algunos mandos policiales ̶ luego generosamente premiados ̶ y “distraída actuación” de la judicatura y aún de miembros de gobierno saliente y entrante); los escépticos se oponen a la tesis del atentado islamista[2], otros incriminan a la ETA mientras que los más, sospechan de los servicios secretos tanto españoles como extranjeros.
Especial debate se suscitó con el explosivo del 11 M. Dada la mezquindad de pruebas recogidas y las interferencias para poder analizarlas, lo único que se ha llegado a establecer es que el explosivo que dice la versión oficial que se utilizó, el goma2 de los etarras, no fue, sino otro más potente, el titadine; a pesar de lo cual este tema no solo no fue suficientemente investigado, sino que también, fue de nuevo ocultado. En el de Carrero la cosa fue más sofisticada. Naturalmente que los etarras pusieron sus explosivos, pero para levantar un coche de 1700kg hasta una altura de más de 30 m. consideran algunos expertos que tuvo que estar “ayudado” por otra sustancia.
Y con respecto a esa otra sustancia, aparece otra zona “oscura” relacionada con el “accidente” sufrido por el entonces Fiscal del Tribunal Supremo Fernando Herrero Tejedor y, como tal, miembro del Consejo de Estado de España y Secretario General del Movimiento desde el 4 de marzo de 1975, cargo que desempeña hasta su muerte. La posición de Herrero Tejedor fue bastante peculiar dentro del régimen, ya que se le tenía por falangista con claras conexiones con el Opus Dei, corrientes de pensamiento que se suponía enfrentadas. Fue considerado desde mediados de los años 60 como un político con futuro para el periodo posterior a la muerte de Franco y se le suponía próximo al entonces Príncipe de España.
Fernando Herrero falleció en un accidente de automóvil el 12 de junio de 1975. El accidente tuvo lugar poco antes de las nueve de la noche cuando el coche oficial en el que viajaba el ministro, fue arrollado por un camión conducido por Germán Corral Gómez que se saltó un ceda el paso en el cruce de la Nacional VI con la Carretera Nacional 403 en el kilómetro 108 de la Nacional VI, a las afueras de Adanero. El conductor del vehículo oficial, Pablo Fernández Sánchez sufrió heridas de carácter leve, mientras que el conductor del camión resultó ileso. Solo falleció quien era necesario que así fuese. ¿Y por qué?

El informe especulaba sobre la posibilidad de que dichas minas fuesen destinadas para atentar contra algunas altas personalidades, incluido el Jefe del Estado, general Francisco Franco. Sin embargo, en ninguno de los documentos que circularon antes del magnicidio se insinuaba la posibilidad de que el destinatario fuese el Presidente del Gobierno, Carrero Blanco.
En el nombramiento el 7 de junio de 1973 de Carrero como Presidente de Gobierno del régimen, el Generalísimo impuso al Almirante un solo ministro: Arias Navarro[5]. Fue nombrado Ministro de Gobernación (Ministro de Interior) y como tal, debería haber protegido a Carrero Blanco el día de su asesinato; pero ni el recién nombrado ministro, ni el Director General de Seguridad, ni el Jefe de Policía de Madrid, crearon un eficaz dispositivo de seguridad “perimetral” a los edificios muy próximos entre sí, donde, además de la embajada de EE.UU. se encontraban, la vivienda del Presidente y las de otros altos cargos del gobierno. La escolta del presidente no se incrementó a pesar de que solo estaba compuesta por un guardaespaldas y un coche de apoyo.
Los avisos respecto al posible atentado fueron además múltiples: los periodistas Carlos Estévez y Francisco Mármol relatan que un antiguo jefe del servicio secreto militar francés dio la noticia cinco meses antes del atentado. Igualmente, el periodista Manuel Campo Vidal da el nombre de José Espinosa Pardo, agente de los servicios de información españoles condenado por el atentado al independentista canario Antonio Cubillo, que en otoño de 1972 avisó que ETA preparaba un atentado contra Carrero Blanco. La CIA, que se había introducido en España través del “gobierno vasco en el exilio”,[6] consiguió establecer unas redes poderosas con miembros anarquistas y comunistas. Esta debe ser la explicación para que, el comunista Alfonso Yébenes Simón detenido en 1969 tras una larga operación policial, al ser conducido a la Dirección General de Seguridad, pidiera inmediatamente hablar a solas con un comisario. A éste le comunicó ser miembro de la CIA y dio un teléfono para que lo confirmaran. Poco después dos miembros de la embajada norteamericana se hicieron cargo del detenido y los servicios policiales españoles debieron abandonar el asunto. ¿Era pieza importante en la preparación del camino al magnicidio?
A pesar de estos antecedentes no se consideró necesario dotar al Almirante de mayor protección. Quizás por ello, el ex ministro Federico Silva Muñoz le había convencido, en vísperas del atentado, que cambiara, al parecer, a la Quinta de El Pardo, su domicilio y su despacho.
Es indudable que los autores materiales del atentado que acabaron con la vida de Carrero Blanco pertenecían a ETA, sin embargo, es más difícil mantener que sólo la organización vasca estuvo implicada en su asesinato. Las ramificaciones del sumario 142/73 fueron ocultadas y se intentó simplificar las conclusiones del mismo atribuyéndolo simplemente a la organización terrorista[7]. Según dicho sumario, las investigaciones realizadas por seis periodistas y los propios protagonistas del suceso, “La Operación Ogro”, como fue denominada por los integrantes del comando, implicó al menos a 30 integrantes de ETA que se estuvieron paseando por Madrid, de “fin de semana”, durante un año, como relata el periodista Manuel Cerdán, en su libro “Matar a Carrero. La Conspiración”. Y Eva Forest, miembro del comando, describe en su libro “Operación Ogro” que la idea de matar a Carrero Blanco fue “sugerida a ETA por personas ajenas a la organización y que alguna de ellas eran extranjeras”.
En febrero de 1971 Walters vino a España y se entrevistó con Franco, comunicándole el interés de Nixon sobre la cuestión de su sucesión, sugiriendo la conveniencia de proclamar rey a Juan Carlos mientras viviera. Walters, en su libro “Misiones discretas”, escribió, en síntesis magistral de Ismael Medina, las respuestas de Franco: “El Príncipe de España será el futuro rey y traerá la democracia que ustedes quieren y de la que desconfío; mi legado es la nueva y extensa clase media creada por el régimen y que, con el amparo del Ejército, hará posible una transición pacífica a esa democracia”.
En las décadas de los años sesenta-setenta el crecimiento industrial en España fue extraordinario, un 160% entre 1963-72; la productividad se duplicó durante el mismo periodo; las exportaciones se multiplicaron por 10; las tasas anuales de crecimiento eran las más altas de Europa y unas de las más altas del mundo; en los años setenta España pasó a ocupar el décimo puesto entre los países más industrializados del mundo (reconocido incluso por Tarradellas). En 1968 firmaron el Tratado de No Proliferación Nuclear 168 países, entre los que no estaba España, ya que tenía en marcha un programa de desarrollo de armas nucleares y no quería renunciar unilateralmente a un instrumento de defensa tan disuasorio. Como complemento, al menos dada su posible aplicación al campo militar, desde 1963 funciona la Comisión Nacional de Investigación del Espacio (CONIE), la cual lanzó en 1969 los tres primeros cohetes autóctonos INTA 255. En 1970 España firmó una acuerdo comercial preferencial con el Mercado Común, en muchos aspectos superior al de 1986.
¿Actuaciones conspirativas?
En 1973 no había partidos legalizados y, de los ilegales, el único digno de mención era el Partido Comunista, ya que el PSOE era inoperante, lo mismo que el PNV; únicamente los anarquistas tenían alguna incidencia en la vida del país a través de sus actos terroristas. Los nuevos partidos emergentes, que intuían el lugar que en el futuro podían ocupar, estaban siendo financiados con capital de países aliados y vecinos (Inglaterra, Francia y sobre todo Alemania en el caso del PSOE), a la vez que convenientemente infiltrados; detrás de todo ello estaba la mano de los EE.UU. y dentro de esa nación, aquellos que manejan los hilos con la pretensión de transformar el mundo a su conveniencia e interés para llegar a establecer lo que llaman Nuevo Orden Mundial (NOM).

Los analistas norteamericanos consideraban a Carrero un gris reaccionario amargado, más franquista que Franco; los informes de inteligencia que escribían sobre él, su entorno y su actitud política no dibujaban a Carrero sólo como un personaje antiamericano, ultracatólico, feroz antimasón, anclado en el pasado, sino, lo que era peor, lo pintaban más bien como un estorbo para el desarrollo de los intereses norteamericanos en España y para la modernización de nuestro país (…) Una de las características negativas que llaman especialmente la atención de los norteamericanos es su condición de “católico devoto y practicante”, que explica su oposición a otorgar libertad religiosa a los que no son católicos, y su rechazo a los líderes de la Iglesia liberal que desean la separación entre la Iglesia y el régimen de Franco. El telegrama confidencial nº 700, de enero de 1971, enviado por la embajada de EE. UU en Madrid a su Secretaría de Estado decía: “El mejor resultado que puede surgir… sería que Carrero Blanco desaparezca de escena, con posible sustitución por el General Díez Alegría o Castañón[9].
Más irregularidades: Después del atentado no se decretó el estado de excepción, ni se tomaron medidas en las carreteras, ni en las fronteras ni en los aeropuertos; de ello dejaron constancia escrita muchas personas de distinta condición e ideología (Fernando Múgica, Juan María Bandrés, Pilar Careaga). Únicamente Iniesta Cano, Director de la GC, dio órdenes tajantes al respecto, pero fue rápidamente desautorizado y tuvo que retirarlas pronto. Hay que recordar que pocos años antes, cuando fue asesinado el inspector Melitón Manzanas, se declaró el estado de excepción durante mucho tiempo.
Desaparición de documentos relacionados con el atentado.
*Según Ricardo de la Cierva, la caja fuerte en la que Carrero, metódico y ordenado, guardaba sus papeles en el despacho de Presidencia del Gobierno fue inexplicablemente vaciada momentos después del asesinato, desapareciendo los documentos y las notas personales; de esta forma, nunca sabremos con certeza qué hablaron él y Henry Kissinger (¿OTAN, bomba atómica, partidos políticos?) el día anterior al atentado. El mismo historiador reflexiona que, sobrecogedoramente, aquel despacho tenía una antesala en la que figuraban los retratos de Prim, Cánovas del Castillo, Canalejas y Dato, cuatro Presidentes de Gobierno asesinados por la masonería.
*Posteriormente, desapareció el informe del fiscal Herrero Tejedor, como queda dicho anteriormente.
*A los tres días del magnicidio el Ministro del Ejército, General Coloma Gallegos, encargó una investigación paralela para esclarecer el atentado, al Coronel C.S., que dirigía una unidad de información del AEM. A finales de 1978, el Capitán General de Madrid, Guillermo Quintana Laccaci, le llamó a su despacho y le pidió que llevara la copia que conservaba de la operación, destruyéndola directamente en su presencia (aunque C. S. se quedó con una fotocopia)[10].
*Años después a finales de los 80 a pesar de la importancia del magnicidio y de las implicaciones en el mismo, aunque quizás precisamente por ello, parte del citado sumario también desapareció sin dejar rastro y se rumorea que fue “eliminado”.[11]
Ante tanta destrucción de pruebas, cabe preguntarse si esas actuaciones no tienen que ver con el llamado “secreto masónico” y la común actividad en la ocultación, en su sentido de la fraternidad.
Torcuato Fernández Miranda convocó el Gobierno a las 11 de la mañana; el Ministro de Exteriores, Laureano López Rodó, se empeñó en que lo más urgente era redactar una nota para las embajadas; el primer telegrama que se envió lo fue a Kissinger. El Secretario de Estado de EE. UU informó inmediata y personalmente a Nixon del asesinato de Carrero, con el que se había entrevistado 24 horas antes del atentado y lo hizo en el memorándum secreto 6720, frío y escueto, que escribió con el apoyo del Consejo de Seguridad Nacional: “La muerte del presidente Carrero Blanco esta mañana elimina la mitad de la doble sucesión que Franco había organizado para sustituirle. Carrero iba continuar como el Jefe del Gobierno y el Príncipe Juan Carlos, que había sido designado heredero en 1969, iba a convertirse en Jefe del Estado después de la muerte o incapacidad de Franco”.
De la misma fuente se sabe que Antonio García López, un político asiduo de la embajada americana, telefoneó a Santiago Carrillo para decirle “de parte del General Díaz Alegría que esté tranquilo, que no va a haber una noche de los cuchillos largos”. El responsable del Genocidio de Paracuellos valoró por entonces el atentado en el sentido de que “… independientemente de quien haya sido el autor … un acto muy positivo por sus consecuencias … puede decirse que un buen uso del terrorismo”.

Como dijo Ricardo de la Cierva, “una organización terrorista iba a ejecutarlo; alguien con mucho poder lo supo y dejó hacer; alguien con mucha información lo supo y lo ocultó deliberadamente; alguien, quizá el mismo que lo supo y lo ocultó, iluminó a los terroristas; otros se encargaron de protegerlos evitando que pudieran ser descubiertos … ironía trágica: los dos grandes enemigos (de España) que Carrero señalaba en su “testamento”, el comunismo y la masonería (que hoy llamaríamos mundialismo) serían … el inspirador probable y el inspirador posible de su asesinato”.[13]
Arias, sucesor de Carrero, impulsó unos nuevos aires a la política, que se debían a la inspiración de dos miembros del Gobierno, del ala moderadamente reformista, como fueron Antonio Carro y Pío Cabanillas, y desde los artículos periodísticos de Gabriel Cisneros, empezaron a denominarlo "apertura". Parecía ofrecer pura continuidad, pero en el pleno de las Cortes celebrado el 12 de febrero surgió la sorpresa. Arias comenzó reivindicando cierta autonomía con respeto a la Jefatura del Estado, haciendo así mismo, ciertas alusiones a la libertad de prensa. Esto fue suficiente para abrir una puerta a la esperanza, que no se confirmó por las tensiones que surgieron entre distintos grupos políticos. La impaciencia que algunos sentían por conseguir sus objetivos, provocó que en septiembre de 1974, Madrid padeciera un oscuro y loco golpe de terror.
Una bomba colocada en la cafetería Rolando, junto a la sede central de la policía, en la Puerta del Sol de Madrid, compuesta por unos treinta kilos de dinamita, además de tuercas de unos dos centímetros que actuaron como metralla, fue colocada en los aseos del establecimiento. La explosión, que se produjo en torno a las 14:30 horas, fue brutal: el techo de la cafetería se derrumbó, sepultando materialmente a los clientes y los empleados de la misma, provocando la muerte casi en el acto de once personas, de dos más posteriormente, y heridas de diferente consideración a otras sesenta personas. La metralla causó gran cantidad de víctimas y muchas de ellas quedaron atrozmente mutiladas. La onda expansiva afectó también a un autoservicio en la calle Mayor, donde estaban unas treinta personas, muchas de las cuales resultaron heridas. La potencia de la explosión fue tal que varias víctimas aparecieron totalmente desnudas y uno de los cuerpos fue lanzado contra la DGS. Hasta el atentado de Hipercor en 1987, la masacre de la cafetería Rolando ostentaba el triste récord de ser el atentado con más víctimas mortales de la banda asesina ETA.
La masacre de la cafetería Rolando provocó un terremoto en el seno de ETA, que nunca reivindicó el atentado, quizás porque no obtuvo lo que pretendía, matar policías. Pensando en el coste de imagen que una masacre de civiles podía tener para la banda, ETA reaccionó negando su responsabilidad y culpando, en un comunicado difundido el 29 de octubre, a "núcleos ultrafascistas estrechamente ligados a determinados medios policiales y políticos del Estado español". Pero era ya demasiado tarde pues, para entonces, había un gran número de detenidos. Muchos de ellos eran del Partido Comunista, en ese momento no eran conscientes, o eso dijeron y dicen, de que su relación con Forest les vinculaba directamente con ETA. Desató una reacción anticomunista en la sociedad. Por ese motivo Santiago Carrillo dio órdenes de que se borrara hasta el más pequeño rastro de que el Partido tuviera nada que ver con el atentado.[14]
Y llega el 11 de marzo de 2004 en que organizan la masacre de Atocha. En estos últimos diez años, a pesar de tantas dificultades, algunas investigaciones que se han podido realizar, parecen llevar al convencimiento de que personas con bastante autoridad utilizaron en su propio beneficio las consecuencias del terrorismo, hasta el punto de poder estar detrás de algunas tramas ocultas a este respecto. Va mucho más allá de la pregunta que cualquier lector de novela policíaca se plantea ante un asesinato: ¿Cui prodest?
Entre otras muchas informaciones, Bruno Cardeñosa en “11-M: Claves de una conspiración” incide en algunas singularidades, algunas coincidentes con el caso del magnicidio de Carrero Blanco:
• Las autoridades tenían conocimiento de que se podía producir un atentado en España.
• Estados Unidos ocultó a España referencias exactas sobre quienes iban a provocar la matanza.
•En los meses anteriores a los atentados, satélites norteamericanos fotografiaron a placer la estación de Atocha, ¿por qué?
•¿Fue dinamita el explosivo utilizado en la masacre? ¿Fue Titadine? Aún existen dudas al respecto, se piensa en un potente explosivo militar.
•Los atentados fueron orquestados a modo de operación de inteligencia militar.
•Las explosiones de los trenes fueron controladas a distancia y, posiblemente, disponiendo de una visión de conjunto de la ubicación de los trenes.
•Los cuatro trenes que estallaron viajaban con retraso aquella mañana, ¿por qué? El nivel de puntualidad de esta línea es diariamente del 100 %. Pero ese día, algo extraño estaba ocurriendo.
•Las cámaras de seguridad de las estaciones de tren utilizadas por los terroristas no captaron a ninguno de los sospechosos, porque, oportunamente, no estaban operativas.
• En los días previos al 11-M se produjeron extraños movimientos en la Bolsa española que indicaban que en las altas esferas del poder financiero existía información previa sobre los atentados que iban a cometerse.
•Tras los atentados de Madrid se escondían intereses petrolíferos.
•Después del 11-M, Estados Unidos y Marruecos llegaron a varios acuerdos que beneficiaban a ambos países.
•Una “mano negra” guió a la policía para dar con los presuntos culpables de la matanza.
• Las pruebas utilizadas por la policía para detener a los culpables fueron colocadas a modo de “señuelos”. Alguien delató intencionadamente a los activistas.
• La realidad es que no existen pruebas de peso para acusar a los detenidos por el 11-M.
•Apenas 20 minutos después de los atentados, el gobierno español sabía que ETA no estaba detrás de los hechos. Sin embargo, durante un tiempo se preparó a la población para la explicación que se iba a dar.
•Varios de los acusados eran confidentes de la policía y muchos de ellos estaban vigilados desde hacía años, pero en los días previos al atentado se les dejó trabajar en su siniestro plan.
•La biografía del terrorista que, dicen, dio la orden del atentado, Al Zarqawi, es en realidad una figura casi mitológica fabricada por Estados Unidos.
•El líder religioso de los supuestos miembros de Al Qaeda en España, Abu Qatada, había llegado a un acuerdo con los servicios secretos británicos para informar sobre sus conexiones con islamistas residentes en España.
•Los islamistas que supuestamente participaron en la matanza no eran suicidas. Sin embargo, días después de los hechos se asegura que se inmolaron en una vivienda de Leganés (Madrid), en una explosión que pudo haber sido controlada y que, por tanto, no respondería al intento de suicidio colectivo[15].
•En las detenciones de supuestos miembros de Al Qaeda en España se han producido muchas irregularidades. En la mayor parte de los casos, no hay pruebas de ningún tipo contra los acusados. Sin embargo, la Justicia española ha seguido en este caso todas las indicaciones de potencias extranjeras.
•Informes de expertos presentados en el libro mencionado, demuestran que la reivindicación que hizo Al Qaeda de los atentados fue una falsificación.
•Empresas españolas tienen importantes intereses en la reconstrucción de Irak. Sabido es la importancia de las vinculaciones político económicas en sucesos similares sucedidos en todo el mundo.

La convergencia en ambos casos es absoluta al observar los objetivos que se esperaba lograr en uno y otro caso. En el de Carrero: cambiar la estructura del Estado para acomodarla a los intereses de algunos, autóctonos y no. Con él murió también la última esperanza de España de mantenerse como un país independiente y soberano al margen de la mafia que gobierna hoy el mundo. Los planes del Presidente eran absolutamente contrarios a los intereses del Secretario de Estado americano quien proclamó el “año de Europa”: Se trataba de inscribir a Europa en un cuadro mundial según la orientación americana. Este plan orwelliano fue ordenado por Naciones Unidas, un organismo fundado por la familia sionista amiga de los Rothschild y Rockefeller, manejado por Kissinger[16] siguiendo la teoría de los masones, destruir todo lo existente para crear algo nuevo e ideal, según su criterio. Los españoles no han entendido que la llegada de la democracia no fue algo "ganado" por la "lucha de las masas", sino impuesto obligatoriamente desde Washington.
A partir de ahí, España sufrió una tremenda transformación: aparecieron los partidos políticos y se legalizó al partido comunista (de tapadillo, un viernes santo, cuando la gente estaba disfrutando del descanso, el sol y la playa). Llevaba razón Franco en desconfiar del cambio que temía se produjera: el puesto actual de España en el mundo no puede compararse con el que tenía en aquél momento. Hoy han liquidado prácticamente su industria pesada y su flota pesada y otras empresas de bandera están en el mismo proceso. Sin embargo, el periodista Miguel Ángel Aguilar no considera que nos encontremos ante el mayor magnicidio de nuestra reciente Historia: “Si atendemos a las consecuencias, en manera alguna es el más importante. En cambio, el asesinato de José Calvo Sotelo fue uno de los decisivos de la sublevación del 18 de julio de 1936 y de la guerra civil que siguió”, pero eso, aun siendo verdad, no quita para entender el cambio radical que transformó a España por el asesinato de Carrero.
Con el atentado del 11 M y la instalación en el sillón presidencial a la persona que por sí, o por mandato superior, ha dado la vuelta a la sociedad española, se ha producido tal cambio en ella que se ha hecho efectiva aquella frase del señor Guerra que tanto hizo sonreír displicentemente a la derecha de este país. Esta afirmación que puede resultar insolente por llamativa, quiero remitirla a la observación de la transformación sufrida en nuestra Patria y en la sociedad en el transcurso de los 20 años que van desde el atentado a Carrero a la matanza en los trenes de Atocha; sólo es posible apreciarla con esta perspectiva. No solo se han perdido los derechos que Franco dispuso en el Estatuto de los Trabajadores, ni a la educación, sino que no se respetan los valores morales, ni los naturales, laminando las conciencias con un mensaje persistente a través de los medios de comunicación y la mala enseñanza, nos quieren convencer de que la ética es un estorbo en la vida y que la libertad parece estar convertida en libertinaje, incluso abogan por convertir a las mujeres en asesinas de sus propios hijos y a los padres en colaboradores necesarios, por cuanto nunca han levantado la voz en defensa de la vida de su hijo. Lo que se adivina en lontananza no parece aclarar el camino. Y lo peor de esta cadena, la connivencia con los sectores disgregadores de España nos llevarán, si Dios no lo remedia, a que nos dejen una Patria jibarizada.
Deberemos reconocer que Blas Piñar tenía toda la razón cuando dijo: “Señores, pese a quien pese, la guerra no ha terminado”. Naturalmente que se refería, creo yo, a una guerra con medios diferentes a los convencionales, pero igual de eficaz en sus objetivos. De momento, ellos van ganando.
[1] Recuerda bastante a la manipulación que hicieron en las de 1931
[2] [2] Gerhard Wisnewski en Les Dessous du Terrorisme demuestra la incoherencia de los diferentes reclamos islamistas de autoría del atentado
[3] Ismael Medina: “Del 20-D al 11-M, una historia de falacias y encubrimientos” http://www.alertadigital.com/2011/10/17/del-20-d-al-11-m-una-historia-de-falacias-y-encubrimientos/
[4] E. Montánchez/P. Canales: Un informe del espionaje de Franco apuntó que la CIA ayudó a ETA en el atentado a Carrero http://www.solidaridad.net
[5] Carlos Arias Navarro, venía aureolado por su buena gestión al frente del Ayuntamiento de Madrid. Lo que casi nunca se dice de su vida anterior es que perteneció, con el General Gutiérrez Mellado, al Servicio de Información Militar durante la guerra, desde su condición de jurídico castrense, y que, como varios miembros del mismo, estuvo de alguna forma salpicado por el crimen del Comandante Gabaldón, un guardia civil, también miembro del mismo servicio (Inspector de la Policía Militar de la Primera Región, y encargado del Archivo de Masonería y Comunismo), muerto en muy extrañas circunstancias nada más acabada la guerra; un suceso que por entonces se calificó como crimen masónico.
[6] El Lendakari José Antonio Aguirre y sus hombres extremarían sus convicciones antisoviéticas y pronorteamericanas, echándose en brazos de la CIA y otros servicios de inteligencia a lo largo de más de dos décadas. Sobrevivieron durante la Segunda Guerra Mundial gracias a la colaboración de muchos de sus hombres con el OSS norteamericano (Office of Strategic Services), el antecesor de la CIA, cuando España era uno de los potenciales enemigos de los aliados; posteriormente muchos agentes vasco separatistas trabajarían para la OSS en Hispanoamérica, cuando el enemigo era un comunismo que empezaba a enseñorearse del “patio trasero” de EE.UU.
[7] La similitud con la investigación del atentado del 11 M es palpable. En este caso era inaceptable nombrar a ETA, porque en la mente de los organizadores ya estaba la idea del cambalache político que ha llevado a introducir a miembros de la banda en el Parlamento español.
[8] Ibidem
[9] Eduardo Martín Pozuelo (La Vanguardia, 24-VIII-2005)
[10] Carrero, las razones ocultas de un asesinato, Temas de Hoy, 1998, pág. 249
[11] Ricardo De la Cierva, (¿Dónde está el sumario de Carrero Blanco? Pag. 174).
[12] La conjura contra España: Toda la verdad sobre el magnicidio de Carrero Blanco http://www.transicionestructural.net/las-cloacas-del-sistema
[13]Pedro Navarro Claves para entender la España actual: El Asesinato de Carrero http://www.arbil.org/114carr.htm. Sabido es que cuando se habla de mundialismo se habla de la oscura organización que se ampara bajo las siglas del NOM.
[14] José Ramón Gómez Fouz, Clandestinos, Biblioteca Asturianista, 1999
[15] Matizar que a los supuestos inmolados no se les practicó la preceptiva autopsia; que en la vivienda, a pesar de tantas muertes, no había sangre, que uno de los individuos consiguió escapar (sin que el cordón policial sirviera para nada) y no ha sido encontrado. En la entrada a la vivienda, falleció el GEO, Sr. Torronteras, en circunstancias extrañas. Su sepultura fue asaltada y el cadáver violado. Ni su muerte ni la profanación de su tumba han sido suficientemente investigados.
[16] "Premio Nobel de la Paz" (recibido por una paz que no negoció), se trata de un individuo obsesionado con los misterios, los secretos y las conspiraciones (y no aquellas que tienen que ver con extraterrestres sino con golpes de Estado, magnicidios y el saqueo a escala gigantesca de los recursos de las naciones).
Fotografías de doña Margarita de Borbón- Parma
Historia carlista|
Fotografías de doña Margarita de Borbón- Parma
Han sido adquiridas en un anticuario de París por Iñigo Pérez de Rada, que las va a depositar en el Museo de Tabar (Navarra), dos interesantes fotografías de la Reina Doña Margarita de Borbón-Parma (1847-1893), primera esposa de S. M. Don Carlos VII.
Por Iñigo Pérez de Rada, Madrid 09/12/2013
Aparte de la intrínseca belleza de este primer retrato que tan fielmente refleja la honda psicología de Doña Margarita resaltaremos que fue tomado en 1875 en la ciudad francesa de Pau, donde la Señora permanecía en expectante espera el desarrollo de la Tercera Guerra Carlista que su marido el Rey protagonizaba en España al frente de sus leales tropas. Añade aún más valor histórico a esta singular pieza el hecho que esté firmada por la retratada en la parte inferior "Margarita" en bella caligrafía y en el reverso dedicada "Para el Sr. Don Joaquín Laharren" escrito por la misma mano. El reverso también incluye en estampado litográfico azul el nombre y señas del autor de la fotografía: "L. Subercaze / Artiste Peintre / 33, Rue Bayard / Haute Plante / Pau". Mide 10,5 x 6,5 cm. | La segunda instantánea muestra a una madura Doña Margarita. Creemos que pudo haber sido realizada hacia 1890 en Viareggio por un fotógrafo anónimo. Mide 14 x 8,5 cm. Muy probablemente ambas imagenes serán reproducidas en el libro "Las Banderas del Palacio de Loredán. El legendario Museo que Carlos VII de Borbón formó en Venecia" que I. Pérez de Rada tiene en preparación. |
Usera: Zona Histórica
Historia |

Por Valentina Orte, Madrid 29/01/2013
Es el barrio de Usera una zona del distrito del mismo nombre. Tiene su origen en unos terrenos situados al norte del municipio de Villaverde que pertenecían a un rico agricultor de dicho pueblo: "el tío Sordillo". Una hija de este agricultor contrajo matrimonio con el Coronel Marcelo Usera, militar y hombre de negocios, quien planteó que la edificación de estos terrenos sería más rentable que su cultivo, por lo que entre 1925 y 1930 se procedió a su parcelación y venta.
El administrador de D. Marcelo, encargado de la delineación y trazado de las calles, decidió darles nombres de los miembros de la familia Usera así como del personal de su servicio y de algunos vecinos. Tales calles son, por ejemplo, Isabelita, Amparo o Gabriel Usera. La principal es Marcelo Usera, situada entre la Plaza de Fernández Ladreda (conocida popularmente como Plaza Elíptica) y la Glorieta de Cádiz.
La mayor parte de sus habitantes eran obreros y pequeños artesanos, con viviendas modestas. Había también diversas instalaciones industriales establecidas hacia el este, aprovechando la proximidad de la línea férrea hacia La Mancha y Andalucía y de la carretera a San Martín de la Vega. Durante la Segunda República, el gobierno municipal, a iniciativa del concejal D. Máximo Carazo, emprendió una serie de actuaciones para la creación de las infraestructuras como alcantarillado y empedrado de calles, y servicios básicos: suministro de agua, electricidad y, transporte, que quedó asegurado por la línea de tranvía Usera-Legazpi-Plaza de Cibeles y por la de autobús con la calle de Toledo..
Llegado el verano de 1936, este humilde barrio del —entonces— extrarradio de Madrid, participó en hechos que, aunque duros y sanguinarios conviene recordar por mor de la verdad de la memoria histórica.
Desencadenada la guerra civil, la defensa de Madrid se organizó mediante trincheras y minas a lo largo de la zona sur. El ejército republicano en el sector de Usera-Villaverde estaba dirigido por Mena, Prada, Líster, Bueno y compuesto por el batallón de FETE, integrado por maestros y artistas.
Enfrente, las tropas que al mando de Yagüe y Varela llegaban de Andalucía, Extremadura y Toledo, a dónde se habían desviado para liberar el Alcázar. Las de la legión de Yagüe que estaban mecanizadas y se desplazaban con velocidad y capacidad artillera, progresaron a finales de octubre por la carretera de Toledo y, cubriéndose de gloria en su bautismo de fuego, avanzaron por el flanco sur del despliegue: Pinto, Seseña, Valdemoro y Cerro de los Ángeles. El día 4 de noviembre de 1936 el ejército nacional tomó Getafe y Leganés, así como los aeródromos de Getafe y de Cuatro Vientos. El 5 de febrero La Marañosa, Gózquez y Ciempozuelos y el día 6 del mismo mes los campos de Retamares y de Carabanchel, la ciudad de Carabanchel Alto, la estación y la ciudad de Villaverde.
Hay que señalar que la lucha por ambos bandos fue durísima. Entre los legionarios la relación de bajas habidas en la operación de Usera y Basurero se elevaba a cien, entre muertos y heridos. El ejército rojo dejó sobre el campo más de trescientos muertos. Entre los ocurridos en las trincheras defensivas de este frente, cabe mencionar al escultor Emiliano Barral[3] que participó como capitán de las milicias anar quistas.
El plan de ataque a la capital era amagar por el sur para, haciendo una rápida maniobra envolvente, seguir por la actual avenida de los Poblados, atravesar el paseo de Extremadura, hacia la Casa de Campo y tomar Madrid desde la Moncloa. Las avanzadillas nacionales llegaron el 8 de noviembre hasta el hospital Clínico en Moncloa y establecieron un frente en el paseo de Extremadura y los cerros de la Casa de Campo, donde se hicieron fuertes hasta el final de la guerra en 1939.
Madrid queda bajo el fuego de la artillería nacional. El gobierno republicano huye a Valencia. En este contexto se constituye un frente estabilizado en el corazón mismo del barrio, en el emplazamiento elevado de la llamada colonia del Zofío, a unos centenares de metros del río, el cual fue luego afianzado por ambos bandos mediante la construcción de trincheras y fortificaciones en los edificios la mayoría de los cuales quedarían derruidos tras los años de contienda.
En los primeros meses de la guerra se desencadenó en la zona republicana una respuesta popular contra todo lo que pudiera tener relación con los sublevados. La Iglesia, la burguesía, los propietarios y las clases acomodadas fueron objeto de persecución que el poder republicano no se encargó de controlar. Tuvieron lugar asesinatos, saqueos e incendios de iglesias y conventos y requisas de bienes y propiedades particulares. Por ello muchas embajadas y legaciones extranjeras acogieron a miles de españoles amenazados o perseguidos a causa de su ideología. El embajador de Chile, Aurelio Núñez Morgado, que era el decano del cuerpo diplomático en España, fue el principal organizador de esta iniciativa humanitaria que salvó muchas vidas. Casi todas las embajadas de Madrid acordaron acoger como refugiados a todos los que se sentían perseguidos o amenazados por la revolución llegando a extender la inmunidad diplomática de las legaciones a edificios que se alquilaban para dar cabida a mayor número de refugiados.
Aunque la tolerancia de los gobiernos de Giral y de Largo Caballero hacia la interpretación amplia del asilo diplomático fue aceptable, tanto la prensa como la radio de Madrid criticaron esa labor humanitaria. Alegaban falsamente que solo los fascistas se acogían al asilo diplomático, pese a que la esposa de Azaña, las hijas de Indalecio Prieto y las familias de muchos diputados republicanos, tanto de derechas como de izquierdas pudieron salir de España hacia Marsella a bordo del buque de la Armada Argentina 25 de Mayo gracias a las gestiones de la embajada Argentina. La radicalización de los medios de comunicación fue tal, que tres embajadas —las de Finlandia, Perú y Turquía—, fueron asaltadas por fuerzas de orden público o milicianos y la embajada argentina sufrió varios intentos de asalto para obligar a entregar a alguno de los asilados. A pesar del amparo que la policía española daba a estos asaltos, fueron rechazados; a veces in extremis, como en el caso del embajador argentino quien a punta de pistola expulsó a los milicianos que pretendían secuestrar a unos indefensos refugiados.
A esta situación vino a sumarse la inquietud que produjo el conocimiento del proceso de uno de los empleados de la embajada de Finlandia implicado en la organización de una falsa operación de evacuación de un grupo de acogidos en octubre de 1936 que terminó en la desaparición de todos ellos. Un mes antes, a principios de diciembre de 1936, el general Miaja ordenó el cierre de la falsa Embajada de Siam tras conocerse su existencia y donde habían sido detenidos varias decenas de antirrepublicanos que posteriormente “fueron desaparecidos” a manos de la tristemente célebre “Brigada del Amanecer”[7].
En declaración de Alberto Maclean, canciller de la embajada inglesa en Madrid, personaje muy relacionado con la aristocracia, revela como se dieron cuenta de una trampa que habían tendido a los asilados en la embajada rumana que deseaban ser evacuados. Les presentaron unos pasaportes traídos desde Valencia con los que dijeron podrían pasar sin problema, pero uno de los refugiados demostró la falsedad de sus sellos, y que al tener conocimiento de otros hechos que ponían en duda la veracidad del paso del frente de Usera, hizo gestiones a través de la embajada en Hendaya que le confirmaron el engaño, por lo que se apresuró a comunicarlo a los Encargados de distintas Embajadas pero que al tratar de localizar a los ya evadidos, le resultó infructuoso.
El revuelo causado en las cancillerías por estos hechos y por el enorme número de personas que se encontraban en las cárceles de Madrid sometidas a la jurisdicción de las Autoridades judiciales o gubernativas, motivó un comunicado del gobierno de Londres a lo que el Ministro de Estado, Sr, Álvarez del Vayo contestó que “hay, efectivamente, en las cárceles de Madrid una cantidad de presos políticos que, bien por haber intervenido directamente en la rebelión contra el Estado, o por sus actividades de siempre, hostiles a la República, y sus relaciones con los adversarios del régimen, han sido recluidos…. El Gobierno de la República no puede por menos de demostrar su extrañeza ante la suposición de que unos detenidos políticos, que sólo después de comparecer ante el Tribunal Popular correspondiente son objeto de las sanciones jurídicas a que haya lugar, vayan a convertirse en objeto de una matanza general”.[8]
Mijail Koltsov[9], enviado del Pravda, se lamentaba:
“En las cárceles de Madrid hay ocho mil fascistas encerrados, de ellos tres mil oficiales de carrera y de la reserva. Si en la ciudad penetra el enemigo o se produce un motín, el enemigo tendrá ya preparada una columna excelente de oficiales. Es necesario sacar de la ciudad a esos cuadros inmediatamente, aunque sea a pie, por etapas. Pero nadie se ocupa de ello.”.[10]
A fines del mes de octubre de 1937 los mandos militares y el Comisariado Político de la 36 Brigada roja, que guarnecía el sector del barrio de Usera, en las afueras de la capital, puestos de acuerdo con la organización comunista madrileña, siguiendo los consejos del comunista ruso, urdieron una maniobra consistente en atraer a dicho sector a cuantas personas, preferentemente adineradas, pudieron reunir, haciéndoles creer que iba a serles facilitada la evasión a la zona nacional, con el designio por parte de los comunistas de asesinar a dichas personas y apoderarse del dinero y objetos de valor que portaran, a cuyo efecto se les instaba para que, aprovechando las condiciones de seguridad y comodidad que había de ofrecer su evasión, llevasen encima cuánto dinero y alhajas poseyesen.
Dirigió estas actividades, de acuerdo con los mandos de dicha Brigada, un comunista, titulado Comandante del Ejército rojo, Casimiro Durán Muñoz, y sirvió de agente incitador un Capitán del mismo Ejército, apellidado Cabrera, quien, fingiéndose afecto a la causa nacional y recurriendo a varios engaños, atrajo al sector de Usera, en varias expediciones, a numerosas personas, la mayoría de las cuales habían sido extraídas de las Embajadas y Legaciones extranjeras, donde se hallaban refugiadas, temerosas de la anarquía imperante en Madrid. Este individuo se sirvió de su amistad con José Jaén Aguilera, novillero, hospedado en casa de doña Nicolasa Sánchez Pindado, para, fingiéndose derechista, introducirse en su ambiente y, debido a su carácter abierto y alegre, captarse las simpatías de dicha señora, logrando así conocer la cohesión entre los elementos adictos a la Causa Nacional y hacerles creer la posibilidad de cruzar las líneas del frente de Usera. Contribuyó a dar fiabilidad a la trama el hecho de estar dos sacerdotes interesados en participar en las expediciones —los cuales sucumbirían en la segunda—: don Ismael Rodríguez Orduña, canónigo de la catedral de Málaga y el propio hermano de doña Nicolasa, don Serafín Sánchez Pindado, capellán del Hospital General.
Más tarde se amplió con un calabozo, cuya entrada se aprecia en la fotografía, en un edificio próximo, en la calle San Julián.
Y entre ambos, como queda reflejado en el plano adjunto, unas zonas en las que hicieron zanjas para sobre ellas asesinar y luego enterrar a los infelices secuestrados.
Según la declaración de Judit Delgado Sánchez[11], sobre mediados de septiembre de 1937se presentaron en la pensión de su tía, Dª Nicolasa, en Ventura de la Vega, 13 en Madrid, tres individuos que resultaron ser el comandante Durán, el capitán Cabrera y un enlace, todos ellos del Ejército rojo los cuales solicitaron habitación, rogando al tiempo que no dieran el correspondiente parte a la policía pues convenía que ésta no les tuviera localizados, ya que se trataba de personas de derechas, cosa a la que accedió su tía en la creencia de que efectivamente eran personas afines. Que ya el 5 de octubre le participó su tía que se estaban preparando unas expediciones para pasar al campo nacional y le consta fehacientemente que se produjeron cuatro hasta el día 2 de noviembre de dicho 1937 en que ella misma consiguió pasar a zona nacional por medio de la Cruz Roja.
“En la primera, que se verificó el 18 de octubre, iba su primo, don Dionisio Celestino Martín Sánchez y dos amigos suyos, todos refugiados en la embajada de Paraguay, partiendo de allí al anochecer en un coche con el comandante Durán y su enlace. El 19 recibieron una carta en la que comunicaban que aquella noche (del 18) no habían podido pasarse debido a un fuerte tiroteo pero que se disponían a hacerlo en breves momentos.
La segunda expedición que salió el 22 del mismo mes y año se componía de una sola persona, su tío el Capellán del Hospital General D. Serafín Sánchez Pindado, La tercera expedición se verificó el 26 de aquél mes y en ella tan solo iba don Gerardo Aparicio Gordo. La cuarta expedición, organizada el 31 de octubre por las mismas personas, era más numerosa que las anteriores ya que la componían ocho ingenieros refugiados en la embajada de Noruega, el novio de la dicente, don Francisco Tejero del Barrio y un joven llamado Horacio Martínez Alonso, empleado de Banca y secretario particular de don Melquiades Álvarez.
Que en todos los casos fueron recogidos por Durán y su enlace y de todos se recibieron noticias de estar prestos a traspasar las líneas del frente.
Que , cuando el día dos de noviembre consiguió ella pasar a zona nacional con ayuda de la Cruz Roja, comprobó con sorpresa que ni su tío, ni su novio, ni ninguna de las personas que le constaban habían ido en las expediciones mencionadas habían conseguido llegar, por lo que hizo numerosas gestiones estando con un capitán del Ejército español en las líneas Nacionales que correspondían al sector rojo de Usera donde comprobaron que por allí no había tenido lugar el paso. Dieron, por ello, cuenta al general Queipo de Llano para que en sus charlas por la radio pusiera sobre aviso a las personas de derechas que residían en Madrid y evitar así más víctimas de estos engaños. Que este aviso por radio lo dio el general Queipo de Llano a partir del 13 de noviembre de 1937, pero que llegó tarde para evitar la desaparición de su tía, la dueña de la pensión, doña Nicolasa Sánchez Pindado y de sus hermanos, Natividad, Domingo y Rodrigo Delgado Sánchez, los cuales corrieron la misma suerte que otras 69 o 72 personas”.
Respecto al número total de víctimas causadas por este engaño, conviene señalar que es difícil concretar su número. En declaración de don Carlos de Borbón y de Rich[12], sobre la expedición en la que iba el marqués de Fontalba, también su nieto y los señores don Ramón Ibarra y don José Hermida hace mención a que iban también “ unas setenta personas más de la legación rumana y otras”. Víctor López Trillo “El Galleguito” en su declaración manifiesta hasta ocho las expediciones en las que tuvo participación, pero deja abierta la posibilidad de que hubiese más. Don José María Miró y Trepat declara que “no solo salieron expediciones de casa de doña Nicolasa, también lo hicieron varias el día 8 de noviembre de casa de Dª Dolores España en Núñez de Balboa, 15 y que el mismo 8 y el 9 salieron dos de su propio domicilio”. Y don Alfonso Moreno Espinosa en 47/110, afirma que el Bar “La Perla” en la Glorieta de Atocha, “era lugar de cita donde acudían las personas que iban a tomar parte en las expediciones”. A la vista de estas declaraciones es fácil suponer que el número total de asesinados en lo que se conoce como “túnel de Usera”, asciende, probablemente, a bastantes más de los admitidos oficialmente, porque esta cifra se basa exclusivamente en la identificación de los cadáveres exhumados y aunque podría decirse que son todos los que están, posiblemente no estén todos los que son.
Y hay que añadir la labor de las checas. Raro era el barrio que no tenía una o dos. Usera no iba a ser menos. La checa la instalaron en la calle Pilarica en la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, utilizando como cárcel el colegio anexo. Según declara el encartado Luis Turrión Higuera, en ella se dio muerte a muchos inocentes de los que dice no conocer sus nombres. El jefe era el metalúrgico Aguilera —de las Juventudes Socialistas Unificadas— junto a Mariano Expósito Santamaría —Teniente de alcalde de la zona de Usera—; Isabelo Romero, Tomasa Sordo López y Alfonso Soperlas —secretario de agitación y propaganda de Radio Comunista nº 5—, eran otros miembros destacados.
Por estos hechos unidos a las luchas habidas en el sector, durante las labores de reconstrucción en los años 1940 y1950 dentro del programa "Regiones Devastadas", se llegó a conocer popularmente el barrio de Usera como el de los "campos de calaveras" debido a la frecuencia con que se fueron hallando cadáveres entre los escombros.
Los principales implicados en estos hechos que se conocen con el nombre de “Túnel de Usera” fueron, en su mayoría, miembros del partido comunista adscritos al SIM[13] como el anteriormente mencionado, Víctor López Trillo. Relacionados por orden de importancia, estaban:
De todos ellos, alguno murió en el frente, Antonio Torres Moreno, Andrés Sánchez Frías y Valeriano Montero Talaván fueron ejecutados después de juicio y Justo López de la Fuente se exiló a la Unión Soviética donde durante la Segunda Guerra Mundial se distinguió como guerrillero, siendo condecorado cuatro veces. A mediados de los años 1960, vuelto a España, es encargado del aparato de propaganda del PCE en Madrid tras el relevo de Antonio Montoya y participa en la creación de Comisiones Obreras. Al desvelarse, como consecuencia de la Causa General, su actuación en crímenes de guerra, se le procesa. Algunos líderes —como Dolores Ibarruri, siempre tan sensible,— interceden por él, resolviendo para López de la Fuente su condena a una pena de prisión en lugar de muerte[14]. Enfermo de cáncer, expiró en la prisión de Soria el 1º de mayo de 1967, tres años después de su detención.
Entre todos los milicianos mencionados se producían peleas por tener el HONOR de ser los ejecutores de la “sentencia”, según declaró Víctor López Trillo. Es de suponer que influyera la posibilidad de recompensa, pues aunque Durán aseguraba que el dinero y alhajas que expoliaban a las víctimas era para el gobierno con el objetivo de“comprar materias primas”, la realidad es que se comentaba que Durán las distribuía a sus amigos y, de hecho, en el registro efectuado en casa de Gregorio Caballero Serrano con motivo de las investigaciones de la Causa General, descubrieron un reloj de plata de pulsera de forma ovalada, otro de oro y dos alianzas también de oro. En el expolio entraba también las mejores prendas de vestir y calzado que llevaran los mártires de las que les despojaban antes de ser enterrados.[15]
En declaración del que fue enlace de estas expediciones, Andrés Sánchez Frías, que prestaba servicio de información militar en el 142 Batallón de la 36 Brigada Mixta de misión en el referido barrio de Usera, manifiesta que tanto Durán como Federico Esponda tenían gran interés en conocer dónde se encontraban las banderas clandestinas que facilitaban datos al Estado Mayor del Ejército Nacional, lugar en el que estaba instalado el Centro de Información, quien era el encargado de facilitar los medios de enlace con la zona nacional y cómo adquirían las claves para relacionarse ambas zonas. También insistían en conocer domicilios y circunstancias de personas que Durán llevaba anotadas en una libreta, las consignas de las víctimas para hacer saber que habían llegado bien y se podía pasar sin peligro desde la zona republicana .Todo esto lo obtenían después de haber propinado grandes palizas y atrocidades; de hecho, los cadáveres que se recuperaron de la fosa de San Julián tenían las manos atadas a la espalda y dos de ellos, un pañuelo dentro de la boca[16]; alguno presentaba síntomas de asfixia o de estrangulación, apareciendo uno de los cadáveres con el cuello rodeado con una cuerda en forma de lazo.
Los cuerpos localizados en 1939 con la entrada de las tropas franquistas en la ciudad que habían sido enterrados en una fosa común en lo que se conoce como Túnel de Usera, fueron examinados por los doctores forenses, señores Piga y Aznar, en representación de la Escuela de Medicina Legal de la Universidad de Madrid, quienes declararon que la mayoría habían muerto a consecuencia de disparos de arma de fuego, muchos después de tortura. Reconocidas las víctimas por sus familiares y a su solicitud, el 26 de octubre de 1944, el obispo Leopoldo Eijo Garay autorizó el traslado definitivo de los cuerpos[17] a una parte de la galería original, acondicionada como Cripta en los sótanos del Convento-Colegio regentado por las Religiosas Teatinas de la Inmaculada Concepción, que la cuidan.
A la entrada de ese sótano se conserva un emocionante testimonio escrito en un trozo de pared original , ahora protegido con cristal. Se trata de la inscripción hecha a mano en el yeso por Manuel Toll Messía, quien, dándose cuenta del engaño de que había sido objeto, seguramente con la hebilla de un cinturón, escribió: “Me han preparado una encerrona y traído a esta casa con otros quince más, espero nos fusilarán, cúmplase la voluntad de Dios. Manuel Toll Messía, Carbonero y Sol 4 Madrid”.
Sirvan estas palabras, escritas el 8 de noviembre de 1937, de testimonio verdadero de los hechos históricos sucedidos y, sobre todo, de ejemplo de valentía y fe de aquellos que por defender sus ideas y valores cayeron víctimas de la irracional barbarie.
[1] El Vértice Basurero era eso, un cerro lleno de basuras junto a las cercanas chabolas de sus trabajadores. Estaba situado en la carretera de Usera a Carabanchel, sacudía la carretera de Toledo al oeste y seguía por la actual calle de Antonio Leyva hasta el puente homónimo.
[2] Orden de 9 de junio de 1938 (B.O. núm. 598 de 12 de junio de 1938), ocupación Vértice Basurero 13 de noviembre de 1936.
[3] Sobre su muerte, escribió Antonio Machado un sentido epitafio:
“Cayó Emiliano Barral, capitán de las milicias de Segovia, a las puertas de Madrid, defendiendo su patria contra un ejército de traidores, de mercenarios y de extranjeros. Era tan gran escultor, que hasta su muerte nos dejó esculpida en un gesto inmortal. Y aunque su vida murió, nos dejó harto consuelo su memoria”. Antonio Machado.
[4] La 36' Brigada Mixta quedó formada, el 1 de enero de 1937, por los batallones 141 "Nosotros", 142' " 16 de Febrero", 143 "Acero" y 144' "Pablo Iglesias", después de haberse desprendido de "Leones Rojos", "España Libre", "Frente de la Juventud", "Félix Bárcena", "Mancha Roja", "Espartacus" y fuerzas del Cuerpo de Asalto que originariamente formaban la columna "Prada".
[5] La idea de la creación de este conocido batallón partió de Enrique Castro, comandante general del Regimiento en aquellos primeros días. Según define su propio diario eran compañías de choque. Su acción casi siempre ofensiva, de ataque. Los elementos que la componían debían conocer no sólo el manejo del fusil, sino también de granadas, dinamita, machetes y algunas nociones del funcionamiento de una ametralladora. La lucha cuerpo a cuerpo, la penetración en el campo enemigo para realizar acciones especiales, la guerrilla, son métodos de lucha normales de esta compañía. Era una unidad en sí misma. Con sus secciones de ametralladoras y de fusiles-ametralladores, ambulancia, sección de enlace, etc.. Contaba además con otra sección de bombas de mano, escuadra de gastadores y banda de tambores y cornetas.
[6] ELADIO LOPEZ POVEDA, 35 años, natural y vecino de Madrid, casado, albañil. En la lucha final por Madrid, formó parte del grupo que se enfrentó al coronel Casado. Detenido por la Junta de Defensa, fue entregado al ejército nacional. Celebrado el juicio el 3 de mayo de 1941, resultó condenado a muerte.
[7] Agapito García Atadell, creó y dirigió esa checa, la del Amanecer, que cometió numerosos asesinatos, con el objetivo, como se comprobó posteriormente, de robar y saquea, llegando a acumular un importante tesoro, buena parte del cual se llevó en su huida. Su segundo fue Ángel Pedrero García, y como jefes de grupo, Luis Ortuño y Antonio Albiach Chiralt. En total solían actuar en la tristemente célebre checa 48 miembros, todos del Partido Socialista Obrero Español.
[8] Resulta imposible en este trabajo hacer mención, siquiera breve, de tantos lugares convertidos en lugar de exterminio: Mina de Camuñas, Picadero de Paterna, Paracuellos de Jarama, etc., en ellos, los presos después de haber sido sometidos a los “famosos” Tribunales Populares y en otras ocasiones, directamente, sin necesidad de semejante farsa, fueron asesinados.
[9] Mijaíl Yefímovich Koltsov, (Kiev, 1898- Moscú, 1940 o 1942), Era hijo de un zapatero judío. Participó en la Revolución Rusa de 1917, pasó a ser miembro del Partido Bolchevique en 1918 y tomó parte en la subsiguiente guerra civil. Comunista convencido, pronto se convirtió en una figura clave de la élite intelectual soviética y posiblemente en el periodista más famoso de la URSS; Ian Gibson en “Paracuellos: cómo fue”, lo describe como "el agente personal de Stalin en España, y en ocasiones tenía línea directa con el Kremlin" y , le considera el responsable de los fusilamientos de Paracuellos, que tuvieron lugar en Madrid en noviembre y diciembre de 1936. Fue denunciado, sentenciado y ejecutado bajo el mandato de Stalin. A la muerte de éste, fue rehabilitado.
[10] Le hicieron caso y se ocuparon por toda la España bajo su mando, con firmeza y crueldad inaudita de “limpiar” las cárceles, de lo cual han quedado suficientes testimonios. Es lo que se conoce con el nombre de “sacas”.
[11] Archivo Histórico Nacional, FC-CAUSA GENERAL, 1522, EXP.16-67-68
[12] Carlos Luis José Francisco de Borbón y Rich (1915-1978) descendiente del infante don Francisco de Paula.
[13] El Servicio de Información Militar (SIM) fue el nombre de la agencia de inteligencia y del servicio de seguridad de la Segunda República Española durante la Guerra Civil Española. El SIM fue creado el 9 de agosto de 1937 por el entonces Ministro de Defensa Nacional Indalecio Prieto, fruto de la unión de las organizaciones de espionaje y contraespionaje. Durante la época de dirección del Coronel Uribarri quedó dominado por los comunistas, que lo utilizaron más como policía política del Partido Comunista de España que como el servicio de información estrictamente militar que había sido diseñado. En la primavera de 1938 obtuvo la lista de todos los falangistas que actuaban en Cataluña y detuvieron a 3.500 personas, a las que, tras los interrogatorios y torturas, hallaron culpables de espionaje.
[14] Obsérvese que fueron tribunales de Franco los que a pesar de los “méritos” del encausado le conmutaron la pena de muerte.
[15] Ibidem Expte1522-94
[16] Ibidem Expte 1522 15-23/128
[17] No todos los cuerpos están ahí enterrados. Algunos lo fueron en el cementerio de los Mártires de Paracuellos.
El administrador de D. Marcelo, encargado de la delineación y trazado de las calles, decidió darles nombres de los miembros de la familia Usera así como del personal de su servicio y de algunos vecinos. Tales calles son, por ejemplo, Isabelita, Amparo o Gabriel Usera. La principal es Marcelo Usera, situada entre la Plaza de Fernández Ladreda (conocida popularmente como Plaza Elíptica) y la Glorieta de Cádiz.
La mayor parte de sus habitantes eran obreros y pequeños artesanos, con viviendas modestas. Había también diversas instalaciones industriales establecidas hacia el este, aprovechando la proximidad de la línea férrea hacia La Mancha y Andalucía y de la carretera a San Martín de la Vega. Durante la Segunda República, el gobierno municipal, a iniciativa del concejal D. Máximo Carazo, emprendió una serie de actuaciones para la creación de las infraestructuras como alcantarillado y empedrado de calles, y servicios básicos: suministro de agua, electricidad y, transporte, que quedó asegurado por la línea de tranvía Usera-Legazpi-Plaza de Cibeles y por la de autobús con la calle de Toledo..
Llegado el verano de 1936, este humilde barrio del —entonces— extrarradio de Madrid, participó en hechos que, aunque duros y sanguinarios conviene recordar por mor de la verdad de la memoria histórica.
Desencadenada la guerra civil, la defensa de Madrid se organizó mediante trincheras y minas a lo largo de la zona sur. El ejército republicano en el sector de Usera-Villaverde estaba dirigido por Mena, Prada, Líster, Bueno y compuesto por el batallón de FETE, integrado por maestros y artistas.
Enfrente, las tropas que al mando de Yagüe y Varela llegaban de Andalucía, Extremadura y Toledo, a dónde se habían desviado para liberar el Alcázar. Las de la legión de Yagüe que estaban mecanizadas y se desplazaban con velocidad y capacidad artillera, progresaron a finales de octubre por la carretera de Toledo y, cubriéndose de gloria en su bautismo de fuego, avanzaron por el flanco sur del despliegue: Pinto, Seseña, Valdemoro y Cerro de los Ángeles. El día 4 de noviembre de 1936 el ejército nacional tomó Getafe y Leganés, así como los aeródromos de Getafe y de Cuatro Vientos. El 5 de febrero La Marañosa, Gózquez y Ciempozuelos y el día 6 del mismo mes los campos de Retamares y de Carabanchel, la ciudad de Carabanchel Alto, la estación y la ciudad de Villaverde.
La Columna Tella con la XIII Bandera de la Legión, prosiguió su maniobra el día 10 de noviembre de 1936, encontrando fuerte resistencia, sobre todo por la parte izquierda de la carretera de Extremadura. Allí las sucesivas líneas de trincheras estaban bien defendidas con numerosas armas automáticas magníficamente situadas y, a pesar de ello, las Compañías de vanguardia consiguieron meterse en la cuña del barrio de Usera, llegando al vértice del Basurero[1]. El enemigo, advertido de la peligrosidad de este movimiento, volcó literalmente sobre este sector cuantas reservas tenía disponibles, creando así una barrera defensiva que imposibilitaba el avance, teniendo que emplearse a fondo las Compañías legionarias para conseguir, después de conquistar palmo a palmo el terreno, la total ocupación de Usera, convertida por los milicianos en un verdadero fortín. Luego hubo de repeler varios contraataques enemigos que en más de una ocasión empleó el arma blanca, pero, al lograr recuperar las posiciones del sitio, restablecieron la situación inicial de la línea de confrontación. La actuación de los legionarios con sus mermados efectivos, ocupando toda la línea de trincheras enemigas y el vértice Basurero, sin reparar en el número y fuerte resistencia contraria y con el mortífero fuego que diezmaba sus filas, es digna de los mayores elogios y ha puesto una vez más de relieve el elevado espíritu de sacrificio, valor y decisión de estas fuerzas, según se hace constar en la propuesta de solicitud para la concesión de la Medalla Militar colectiva. Por estos hechos le fue concedida la laureada al Teniente de Regulares D. José Marzo Mediano.[2]
Hay que señalar que la lucha por ambos bandos fue durísima. Entre los legionarios la relación de bajas habidas en la operación de Usera y Basurero se elevaba a cien, entre muertos y heridos. El ejército rojo dejó sobre el campo más de trescientos muertos. Entre los ocurridos en las trincheras defensivas de este frente, cabe mencionar al escultor Emiliano Barral[3] que participó como capitán de las milicias anar quistas.
El plan de ataque a la capital era amagar por el sur para, haciendo una rápida maniobra envolvente, seguir por la actual avenida de los Poblados, atravesar el paseo de Extremadura, hacia la Casa de Campo y tomar Madrid desde la Moncloa. Las avanzadillas nacionales llegaron el 8 de noviembre hasta el hospital Clínico en Moncloa y establecieron un frente en el paseo de Extremadura y los cerros de la Casa de Campo, donde se hicieron fuertes hasta el final de la guerra en 1939.
Madrid queda bajo el fuego de la artillería nacional. El gobierno republicano huye a Valencia. En este contexto se constituye un frente estabilizado en el corazón mismo del barrio, en el emplazamiento elevado de la llamada colonia del Zofío, a unos centenares de metros del río, el cual fue luego afianzado por ambos bandos mediante la construcción de trincheras y fortificaciones en los edificios la mayoría de los cuales quedarían derruidos tras los años de contienda.
El 1 de enero de 1937 quedó constituida la 36ª Brigada Mixta (BM)[4], que encuadrada en la 4ª División del I Cuerpo de Ejército Republicano, estuvo destinada a la defensa de la línea del frente establecida en este sector de la entonces barriada de Usera-Villaverde. Las fuerzas de esta Brigada se repartían entre los regimientos 141º a 144º, bajo el mando del mayor de milicias Justo López de la Fuente, veterano del “Batallón Acero”[5] del Quinto Regimiento, del oficial de milicias Pinedo y del comisario Ricardo López Pereda que más adelante serían relevados por el capitán de milicias Ramón Sánchez López y el comisario político del PCE, Eladio López Poveda[6].
En los primeros meses de la guerra se desencadenó en la zona republicana una respuesta popular contra todo lo que pudiera tener relación con los sublevados. La Iglesia, la burguesía, los propietarios y las clases acomodadas fueron objeto de persecución que el poder republicano no se encargó de controlar. Tuvieron lugar asesinatos, saqueos e incendios de iglesias y conventos y requisas de bienes y propiedades particulares. Por ello muchas embajadas y legaciones extranjeras acogieron a miles de españoles amenazados o perseguidos a causa de su ideología. El embajador de Chile, Aurelio Núñez Morgado, que era el decano del cuerpo diplomático en España, fue el principal organizador de esta iniciativa humanitaria que salvó muchas vidas. Casi todas las embajadas de Madrid acordaron acoger como refugiados a todos los que se sentían perseguidos o amenazados por la revolución llegando a extender la inmunidad diplomática de las legaciones a edificios que se alquilaban para dar cabida a mayor número de refugiados.
Aunque la tolerancia de los gobiernos de Giral y de Largo Caballero hacia la interpretación amplia del asilo diplomático fue aceptable, tanto la prensa como la radio de Madrid criticaron esa labor humanitaria. Alegaban falsamente que solo los fascistas se acogían al asilo diplomático, pese a que la esposa de Azaña, las hijas de Indalecio Prieto y las familias de muchos diputados republicanos, tanto de derechas como de izquierdas pudieron salir de España hacia Marsella a bordo del buque de la Armada Argentina 25 de Mayo gracias a las gestiones de la embajada Argentina. La radicalización de los medios de comunicación fue tal, que tres embajadas —las de Finlandia, Perú y Turquía—, fueron asaltadas por fuerzas de orden público o milicianos y la embajada argentina sufrió varios intentos de asalto para obligar a entregar a alguno de los asilados. A pesar del amparo que la policía española daba a estos asaltos, fueron rechazados; a veces in extremis, como en el caso del embajador argentino quien a punta de pistola expulsó a los milicianos que pretendían secuestrar a unos indefensos refugiados.
A esta situación vino a sumarse la inquietud que produjo el conocimiento del proceso de uno de los empleados de la embajada de Finlandia implicado en la organización de una falsa operación de evacuación de un grupo de acogidos en octubre de 1936 que terminó en la desaparición de todos ellos. Un mes antes, a principios de diciembre de 1936, el general Miaja ordenó el cierre de la falsa Embajada de Siam tras conocerse su existencia y donde habían sido detenidos varias decenas de antirrepublicanos que posteriormente “fueron desaparecidos” a manos de la tristemente célebre “Brigada del Amanecer”[7].
En declaración de Alberto Maclean, canciller de la embajada inglesa en Madrid, personaje muy relacionado con la aristocracia, revela como se dieron cuenta de una trampa que habían tendido a los asilados en la embajada rumana que deseaban ser evacuados. Les presentaron unos pasaportes traídos desde Valencia con los que dijeron podrían pasar sin problema, pero uno de los refugiados demostró la falsedad de sus sellos, y que al tener conocimiento de otros hechos que ponían en duda la veracidad del paso del frente de Usera, hizo gestiones a través de la embajada en Hendaya que le confirmaron el engaño, por lo que se apresuró a comunicarlo a los Encargados de distintas Embajadas pero que al tratar de localizar a los ya evadidos, le resultó infructuoso.
El revuelo causado en las cancillerías por estos hechos y por el enorme número de personas que se encontraban en las cárceles de Madrid sometidas a la jurisdicción de las Autoridades judiciales o gubernativas, motivó un comunicado del gobierno de Londres a lo que el Ministro de Estado, Sr, Álvarez del Vayo contestó que “hay, efectivamente, en las cárceles de Madrid una cantidad de presos políticos que, bien por haber intervenido directamente en la rebelión contra el Estado, o por sus actividades de siempre, hostiles a la República, y sus relaciones con los adversarios del régimen, han sido recluidos…. El Gobierno de la República no puede por menos de demostrar su extrañeza ante la suposición de que unos detenidos políticos, que sólo después de comparecer ante el Tribunal Popular correspondiente son objeto de las sanciones jurídicas a que haya lugar, vayan a convertirse en objeto de una matanza general”.[8]
Mijail Koltsov[9], enviado del Pravda, se lamentaba:
“En las cárceles de Madrid hay ocho mil fascistas encerrados, de ellos tres mil oficiales de carrera y de la reserva. Si en la ciudad penetra el enemigo o se produce un motín, el enemigo tendrá ya preparada una columna excelente de oficiales. Es necesario sacar de la ciudad a esos cuadros inmediatamente, aunque sea a pie, por etapas. Pero nadie se ocupa de ello.”.[10]
Churchill, según reflejaba la prensa británica, confirmaba que lo propuesto por Koltsov se llevó a cabo al señalar que Madrid se encontraba en completa anarquía, con crímenes tolerados y en manos de los comunistas. Asegura rotundamente que los ministros de Madrid habían perdido el control del Poder. Para Churchill el mundo civilizado no puede simpatizar con el gobierno de Azaña. La inquietud de los políticos y las legaciones era lógica. A la actitud descontrolada de las milicias del Frente Popular, se sumaba la de los comisarios políticos, y los pertenecientes al SIM que, como resultado daba que todos los días amaneciera Madrid con muchos muertos en las cunetas, los cementerios y algunas calles.
A fines del mes de octubre de 1937 los mandos militares y el Comisariado Político de la 36 Brigada roja, que guarnecía el sector del barrio de Usera, en las afueras de la capital, puestos de acuerdo con la organización comunista madrileña, siguiendo los consejos del comunista ruso, urdieron una maniobra consistente en atraer a dicho sector a cuantas personas, preferentemente adineradas, pudieron reunir, haciéndoles creer que iba a serles facilitada la evasión a la zona nacional, con el designio por parte de los comunistas de asesinar a dichas personas y apoderarse del dinero y objetos de valor que portaran, a cuyo efecto se les instaba para que, aprovechando las condiciones de seguridad y comodidad que había de ofrecer su evasión, llevasen encima cuánto dinero y alhajas poseyesen.
Dirigió estas actividades, de acuerdo con los mandos de dicha Brigada, un comunista, titulado Comandante del Ejército rojo, Casimiro Durán Muñoz, y sirvió de agente incitador un Capitán del mismo Ejército, apellidado Cabrera, quien, fingiéndose afecto a la causa nacional y recurriendo a varios engaños, atrajo al sector de Usera, en varias expediciones, a numerosas personas, la mayoría de las cuales habían sido extraídas de las Embajadas y Legaciones extranjeras, donde se hallaban refugiadas, temerosas de la anarquía imperante en Madrid. Este individuo se sirvió de su amistad con José Jaén Aguilera, novillero, hospedado en casa de doña Nicolasa Sánchez Pindado, para, fingiéndose derechista, introducirse en su ambiente y, debido a su carácter abierto y alegre, captarse las simpatías de dicha señora, logrando así conocer la cohesión entre los elementos adictos a la Causa Nacional y hacerles creer la posibilidad de cruzar las líneas del frente de Usera. Contribuyó a dar fiabilidad a la trama el hecho de estar dos sacerdotes interesados en participar en las expediciones —los cuales sucumbirían en la segunda—: don Ismael Rodríguez Orduña, canónigo de la catedral de Málaga y el propio hermano de doña Nicolasa, don Serafín Sánchez Pindado, capellán del Hospital General.
Utilizaron como escenario, un hotelito con gran apariencia de inocente respetabilidad, aislado, que, por disponer de patio y sótanos, se convirtió en el lugar ideal para protagonizar unos dramáticos acontecimientos en el Madrid cercado por las tropas de Franco. Situado en la calle Alfonso Olivares nº 4, próximo a la entonces calle donde se establecían los puestos del mercado, eran vías de paso entre las líneas de combate que comunicaba las zonas militarizadas de ambos bandos. Este inmueble se conocía como las “oficinas” del comandante Durán.
Más tarde se amplió con un calabozo, cuya entrada se aprecia en la fotografía, en un edificio próximo, en la calle San Julián.
Y entre ambos, como queda reflejado en el plano adjunto, unas zonas en las que hicieron zanjas para sobre ellas asesinar y luego enterrar a los infelices secuestrados.
Según la declaración de Judit Delgado Sánchez[11], sobre mediados de septiembre de 1937se presentaron en la pensión de su tía, Dª Nicolasa, en Ventura de la Vega, 13 en Madrid, tres individuos que resultaron ser el comandante Durán, el capitán Cabrera y un enlace, todos ellos del Ejército rojo los cuales solicitaron habitación, rogando al tiempo que no dieran el correspondiente parte a la policía pues convenía que ésta no les tuviera localizados, ya que se trataba de personas de derechas, cosa a la que accedió su tía en la creencia de que efectivamente eran personas afines. Que ya el 5 de octubre le participó su tía que se estaban preparando unas expediciones para pasar al campo nacional y le consta fehacientemente que se produjeron cuatro hasta el día 2 de noviembre de dicho 1937 en que ella misma consiguió pasar a zona nacional por medio de la Cruz Roja.
“En la primera, que se verificó el 18 de octubre, iba su primo, don Dionisio Celestino Martín Sánchez y dos amigos suyos, todos refugiados en la embajada de Paraguay, partiendo de allí al anochecer en un coche con el comandante Durán y su enlace. El 19 recibieron una carta en la que comunicaban que aquella noche (del 18) no habían podido pasarse debido a un fuerte tiroteo pero que se disponían a hacerlo en breves momentos.
La segunda expedición que salió el 22 del mismo mes y año se componía de una sola persona, su tío el Capellán del Hospital General D. Serafín Sánchez Pindado, La tercera expedición se verificó el 26 de aquél mes y en ella tan solo iba don Gerardo Aparicio Gordo. La cuarta expedición, organizada el 31 de octubre por las mismas personas, era más numerosa que las anteriores ya que la componían ocho ingenieros refugiados en la embajada de Noruega, el novio de la dicente, don Francisco Tejero del Barrio y un joven llamado Horacio Martínez Alonso, empleado de Banca y secretario particular de don Melquiades Álvarez.
Que en todos los casos fueron recogidos por Durán y su enlace y de todos se recibieron noticias de estar prestos a traspasar las líneas del frente.
Que , cuando el día dos de noviembre consiguió ella pasar a zona nacional con ayuda de la Cruz Roja, comprobó con sorpresa que ni su tío, ni su novio, ni ninguna de las personas que le constaban habían ido en las expediciones mencionadas habían conseguido llegar, por lo que hizo numerosas gestiones estando con un capitán del Ejército español en las líneas Nacionales que correspondían al sector rojo de Usera donde comprobaron que por allí no había tenido lugar el paso. Dieron, por ello, cuenta al general Queipo de Llano para que en sus charlas por la radio pusiera sobre aviso a las personas de derechas que residían en Madrid y evitar así más víctimas de estos engaños. Que este aviso por radio lo dio el general Queipo de Llano a partir del 13 de noviembre de 1937, pero que llegó tarde para evitar la desaparición de su tía, la dueña de la pensión, doña Nicolasa Sánchez Pindado y de sus hermanos, Natividad, Domingo y Rodrigo Delgado Sánchez, los cuales corrieron la misma suerte que otras 69 o 72 personas”.
Respecto al número total de víctimas causadas por este engaño, conviene señalar que es difícil concretar su número. En declaración de don Carlos de Borbón y de Rich[12], sobre la expedición en la que iba el marqués de Fontalba, también su nieto y los señores don Ramón Ibarra y don José Hermida hace mención a que iban también “ unas setenta personas más de la legación rumana y otras”. Víctor López Trillo “El Galleguito” en su declaración manifiesta hasta ocho las expediciones en las que tuvo participación, pero deja abierta la posibilidad de que hubiese más. Don José María Miró y Trepat declara que “no solo salieron expediciones de casa de doña Nicolasa, también lo hicieron varias el día 8 de noviembre de casa de Dª Dolores España en Núñez de Balboa, 15 y que el mismo 8 y el 9 salieron dos de su propio domicilio”. Y don Alfonso Moreno Espinosa en 47/110, afirma que el Bar “La Perla” en la Glorieta de Atocha, “era lugar de cita donde acudían las personas que iban a tomar parte en las expediciones”. A la vista de estas declaraciones es fácil suponer que el número total de asesinados en lo que se conoce como “túnel de Usera”, asciende, probablemente, a bastantes más de los admitidos oficialmente, porque esta cifra se basa exclusivamente en la identificación de los cadáveres exhumados y aunque podría decirse que son todos los que están, posiblemente no estén todos los que son.
Y hay que añadir la labor de las checas. Raro era el barrio que no tenía una o dos. Usera no iba a ser menos. La checa la instalaron en la calle Pilarica en la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, utilizando como cárcel el colegio anexo. Según declara el encartado Luis Turrión Higuera, en ella se dio muerte a muchos inocentes de los que dice no conocer sus nombres. El jefe era el metalúrgico Aguilera —de las Juventudes Socialistas Unificadas— junto a Mariano Expósito Santamaría —Teniente de alcalde de la zona de Usera—; Isabelo Romero, Tomasa Sordo López y Alfonso Soperlas —secretario de agitación y propaganda de Radio Comunista nº 5—, eran otros miembros destacados.
Por estos hechos unidos a las luchas habidas en el sector, durante las labores de reconstrucción en los años 1940 y1950 dentro del programa "Regiones Devastadas", se llegó a conocer popularmente el barrio de Usera como el de los "campos de calaveras" debido a la frecuencia con que se fueron hallando cadáveres entre los escombros.
Los principales implicados en estos hechos que se conocen con el nombre de “Túnel de Usera” fueron, en su mayoría, miembros del partido comunista adscritos al SIM[13] como el anteriormente mencionado, Víctor López Trillo. Relacionados por orden de importancia, estaban:
Casimiro Durán Muñoz, capitán del SIM
Justo López de la Fuente, jefe de la Brigada 36
Valeriano Montero Talaván, comandante del batallón 141
Patiño. Teniente, íntimo amigo de Cabrera
Manuel Domínguez Garzón, miliciano del SIM
Federico Esponda Quevedo policía del SIM
Joaquín Ruiz Llamas, comandante del 142 batallón
Joaquín de la Huerta Acosta, comisario político
Blemarín, rumano naturalizado español con el nombre de Antonio Llamas Aragón
José Domínguez Garzón , agente de la checa del 142 batallón, junto a su hermano Manuel
Gregorio Caballero Serrano, de la UGT
Antonio Torres Moreno, miliciano, el anteriormente mencionado Andrés Sánchez Frías, agente de la checa del 142 batallón y tres milicianos más, uno de ellos llamado “El Chorro”.
De todos ellos, alguno murió en el frente, Antonio Torres Moreno, Andrés Sánchez Frías y Valeriano Montero Talaván fueron ejecutados después de juicio y Justo López de la Fuente se exiló a la Unión Soviética donde durante la Segunda Guerra Mundial se distinguió como guerrillero, siendo condecorado cuatro veces. A mediados de los años 1960, vuelto a España, es encargado del aparato de propaganda del PCE en Madrid tras el relevo de Antonio Montoya y participa en la creación de Comisiones Obreras. Al desvelarse, como consecuencia de la Causa General, su actuación en crímenes de guerra, se le procesa. Algunos líderes —como Dolores Ibarruri, siempre tan sensible,— interceden por él, resolviendo para López de la Fuente su condena a una pena de prisión en lugar de muerte[14]. Enfermo de cáncer, expiró en la prisión de Soria el 1º de mayo de 1967, tres años después de su detención.
Entre todos los milicianos mencionados se producían peleas por tener el HONOR de ser los ejecutores de la “sentencia”, según declaró Víctor López Trillo. Es de suponer que influyera la posibilidad de recompensa, pues aunque Durán aseguraba que el dinero y alhajas que expoliaban a las víctimas era para el gobierno con el objetivo de“comprar materias primas”, la realidad es que se comentaba que Durán las distribuía a sus amigos y, de hecho, en el registro efectuado en casa de Gregorio Caballero Serrano con motivo de las investigaciones de la Causa General, descubrieron un reloj de plata de pulsera de forma ovalada, otro de oro y dos alianzas también de oro. En el expolio entraba también las mejores prendas de vestir y calzado que llevaran los mártires de las que les despojaban antes de ser enterrados.[15]
En declaración del que fue enlace de estas expediciones, Andrés Sánchez Frías, que prestaba servicio de información militar en el 142 Batallón de la 36 Brigada Mixta de misión en el referido barrio de Usera, manifiesta que tanto Durán como Federico Esponda tenían gran interés en conocer dónde se encontraban las banderas clandestinas que facilitaban datos al Estado Mayor del Ejército Nacional, lugar en el que estaba instalado el Centro de Información, quien era el encargado de facilitar los medios de enlace con la zona nacional y cómo adquirían las claves para relacionarse ambas zonas. También insistían en conocer domicilios y circunstancias de personas que Durán llevaba anotadas en una libreta, las consignas de las víctimas para hacer saber que habían llegado bien y se podía pasar sin peligro desde la zona republicana .Todo esto lo obtenían después de haber propinado grandes palizas y atrocidades; de hecho, los cadáveres que se recuperaron de la fosa de San Julián tenían las manos atadas a la espalda y dos de ellos, un pañuelo dentro de la boca[16]; alguno presentaba síntomas de asfixia o de estrangulación, apareciendo uno de los cadáveres con el cuello rodeado con una cuerda en forma de lazo.
Los cuerpos localizados en 1939 con la entrada de las tropas franquistas en la ciudad que habían sido enterrados en una fosa común en lo que se conoce como Túnel de Usera, fueron examinados por los doctores forenses, señores Piga y Aznar, en representación de la Escuela de Medicina Legal de la Universidad de Madrid, quienes declararon que la mayoría habían muerto a consecuencia de disparos de arma de fuego, muchos después de tortura. Reconocidas las víctimas por sus familiares y a su solicitud, el 26 de octubre de 1944, el obispo Leopoldo Eijo Garay autorizó el traslado definitivo de los cuerpos[17] a una parte de la galería original, acondicionada como Cripta en los sótanos del Convento-Colegio regentado por las Religiosas Teatinas de la Inmaculada Concepción, que la cuidan.
A la entrada de ese sótano se conserva un emocionante testimonio escrito en un trozo de pared original , ahora protegido con cristal. Se trata de la inscripción hecha a mano en el yeso por Manuel Toll Messía, quien, dándose cuenta del engaño de que había sido objeto, seguramente con la hebilla de un cinturón, escribió: “Me han preparado una encerrona y traído a esta casa con otros quince más, espero nos fusilarán, cúmplase la voluntad de Dios. Manuel Toll Messía, Carbonero y Sol 4 Madrid”.
Sirvan estas palabras, escritas el 8 de noviembre de 1937, de testimonio verdadero de los hechos históricos sucedidos y, sobre todo, de ejemplo de valentía y fe de aquellos que por defender sus ideas y valores cayeron víctimas de la irracional barbarie.
[1] El Vértice Basurero era eso, un cerro lleno de basuras junto a las cercanas chabolas de sus trabajadores. Estaba situado en la carretera de Usera a Carabanchel, sacudía la carretera de Toledo al oeste y seguía por la actual calle de Antonio Leyva hasta el puente homónimo.
[2] Orden de 9 de junio de 1938 (B.O. núm. 598 de 12 de junio de 1938), ocupación Vértice Basurero 13 de noviembre de 1936.
[3] Sobre su muerte, escribió Antonio Machado un sentido epitafio:
“Cayó Emiliano Barral, capitán de las milicias de Segovia, a las puertas de Madrid, defendiendo su patria contra un ejército de traidores, de mercenarios y de extranjeros. Era tan gran escultor, que hasta su muerte nos dejó esculpida en un gesto inmortal. Y aunque su vida murió, nos dejó harto consuelo su memoria”. Antonio Machado.
[4] La 36' Brigada Mixta quedó formada, el 1 de enero de 1937, por los batallones 141 "Nosotros", 142' " 16 de Febrero", 143 "Acero" y 144' "Pablo Iglesias", después de haberse desprendido de "Leones Rojos", "España Libre", "Frente de la Juventud", "Félix Bárcena", "Mancha Roja", "Espartacus" y fuerzas del Cuerpo de Asalto que originariamente formaban la columna "Prada".
[5] La idea de la creación de este conocido batallón partió de Enrique Castro, comandante general del Regimiento en aquellos primeros días. Según define su propio diario eran compañías de choque. Su acción casi siempre ofensiva, de ataque. Los elementos que la componían debían conocer no sólo el manejo del fusil, sino también de granadas, dinamita, machetes y algunas nociones del funcionamiento de una ametralladora. La lucha cuerpo a cuerpo, la penetración en el campo enemigo para realizar acciones especiales, la guerrilla, son métodos de lucha normales de esta compañía. Era una unidad en sí misma. Con sus secciones de ametralladoras y de fusiles-ametralladores, ambulancia, sección de enlace, etc.. Contaba además con otra sección de bombas de mano, escuadra de gastadores y banda de tambores y cornetas.
[6] ELADIO LOPEZ POVEDA, 35 años, natural y vecino de Madrid, casado, albañil. En la lucha final por Madrid, formó parte del grupo que se enfrentó al coronel Casado. Detenido por la Junta de Defensa, fue entregado al ejército nacional. Celebrado el juicio el 3 de mayo de 1941, resultó condenado a muerte.
[7] Agapito García Atadell, creó y dirigió esa checa, la del Amanecer, que cometió numerosos asesinatos, con el objetivo, como se comprobó posteriormente, de robar y saquea, llegando a acumular un importante tesoro, buena parte del cual se llevó en su huida. Su segundo fue Ángel Pedrero García, y como jefes de grupo, Luis Ortuño y Antonio Albiach Chiralt. En total solían actuar en la tristemente célebre checa 48 miembros, todos del Partido Socialista Obrero Español.
[8] Resulta imposible en este trabajo hacer mención, siquiera breve, de tantos lugares convertidos en lugar de exterminio: Mina de Camuñas, Picadero de Paterna, Paracuellos de Jarama, etc., en ellos, los presos después de haber sido sometidos a los “famosos” Tribunales Populares y en otras ocasiones, directamente, sin necesidad de semejante farsa, fueron asesinados.
[9] Mijaíl Yefímovich Koltsov, (Kiev, 1898- Moscú, 1940 o 1942), Era hijo de un zapatero judío. Participó en la Revolución Rusa de 1917, pasó a ser miembro del Partido Bolchevique en 1918 y tomó parte en la subsiguiente guerra civil. Comunista convencido, pronto se convirtió en una figura clave de la élite intelectual soviética y posiblemente en el periodista más famoso de la URSS; Ian Gibson en “Paracuellos: cómo fue”, lo describe como "el agente personal de Stalin en España, y en ocasiones tenía línea directa con el Kremlin" y , le considera el responsable de los fusilamientos de Paracuellos, que tuvieron lugar en Madrid en noviembre y diciembre de 1936. Fue denunciado, sentenciado y ejecutado bajo el mandato de Stalin. A la muerte de éste, fue rehabilitado.
[10] Le hicieron caso y se ocuparon por toda la España bajo su mando, con firmeza y crueldad inaudita de “limpiar” las cárceles, de lo cual han quedado suficientes testimonios. Es lo que se conoce con el nombre de “sacas”.
[11] Archivo Histórico Nacional, FC-CAUSA GENERAL, 1522, EXP.16-67-68
[12] Carlos Luis José Francisco de Borbón y Rich (1915-1978) descendiente del infante don Francisco de Paula.
[13] El Servicio de Información Militar (SIM) fue el nombre de la agencia de inteligencia y del servicio de seguridad de la Segunda República Española durante la Guerra Civil Española. El SIM fue creado el 9 de agosto de 1937 por el entonces Ministro de Defensa Nacional Indalecio Prieto, fruto de la unión de las organizaciones de espionaje y contraespionaje. Durante la época de dirección del Coronel Uribarri quedó dominado por los comunistas, que lo utilizaron más como policía política del Partido Comunista de España que como el servicio de información estrictamente militar que había sido diseñado. En la primavera de 1938 obtuvo la lista de todos los falangistas que actuaban en Cataluña y detuvieron a 3.500 personas, a las que, tras los interrogatorios y torturas, hallaron culpables de espionaje.
[14] Obsérvese que fueron tribunales de Franco los que a pesar de los “méritos” del encausado le conmutaron la pena de muerte.
[15] Ibidem Expte1522-94
[16] Ibidem Expte 1522 15-23/128
[17] No todos los cuerpos están ahí enterrados. Algunos lo fueron en el cementerio de los Mártires de Paracuellos.
Proyectil "Whitworth" lanzado por los carlistas sobre San Sebastián en 1876
Historia|

Por Iñigo Pérez de Rada, Madrid a 6/01/2013
Fue lanzado por la batería carlista de Arratzain (Mendizorrotz) cayendo sobre la capital guipuzcoana sin explotar, por lo que fue recogida la granada, y por encargo del oficial Teófilo Moriones [en diciembre de 1875 era teniente de Caballería y ayudante de campo de su padre el general Moriones] se procedió a retirar la espoleta y vaciar la carga de explosivo para convertir la carcasa en pieza inerme e inofensiva. A continuación se damasquinó su superficie en bello trabajo ejecutado por algún maestro eibarrés, con el objeto de servir como regalo a la duquesa de Santoña.
En la parte superior se lee la leyenda explicativa de su procedencia damasquinada en oro: "GRANADA TIRADA DE LA BATERIA DE ARRATSAIN, SOBRE SAN SEBASTIAN 14 ENERO DE 1876". En su cuerpo se encuentra la dedicatoria, también en oro: "RECUERDO DE TEOFILO MORIONES, A LA EXMA. Sª. DUQUESA DE SANTOÑA".
Se le dotó de base montada sobre cuatro esferas flamígeras que representan otras tantas bombetas de Artillería, cada una de ellas damasquinada a propósito de distintos bombardeos efectuados por los carlistas sobre poblaciones Vascongadas: "BOMBº DE BILBAO 1874", "BOMBº DE IRUN 1874", "BOMBº DE HERNANI 1875" y por último "BOMBº DE GUETARIA 1876".
Teófilo Moriones y Salvatierra, 2º marqués de Oroquieta, capitán de Caballería, falleció en Valtierra (Navarra) el 3 de octubre de 1892. Era hijo del teniente general Domingo Moriones y Murillo, creado marqués de Oroquieta en diciembre de 1875 por la victoria lograda en esa acción contra los carlistas. Sin embargo el general Moriones fue derrotado por los carlistas cuando no pudo cumplir la orden a él encomendada de romper el cerco al que se veía sometido Bilbao por las tropas de Carlos VII; impotente, telegrafió al Gobierno en Madrid: "Es urgentísimo vengan refuerzos y otro General a encargarse del mando...".
La destinataria de la pieza era María del Carmen Hernández y Espinosa de los Monteros, duquesa consorte de Santoña. Fue esta dama muy conocida en la sociedad madrileña por sus obras de caridad y enorme fortuna, de la cual fue desposeída al final de su vida por la hija de su marido el duque, con el que había contraido segundas nupcias. Falleció esta señora en Madrid en 1894 a los 66 años.
Los carlistas adquirieron numerosos cañones del sistema "Whitworth" en Inglaterra. Tenían la ventaja de ser de retrocarga y también al estar dotados de ánima poligonal y el proyectil ser ochavado, éste último adquiría una rotación cuando era disparado que aumentaba considerablemente su precisión.
San Sebastián, que se había convertido en refugio de los liberales de la Provincia de Guipúzcoa durante la guerra, fue duramente bombardeada durante los años 1875 y comienzos del siguiente gracias a la ventaja estratégica que les confería a las fuerzas carlistas dominar los altos en su vertiente occidental.
Las tropas liberales rompen el bloqueo al que se veía sometido San Sebastián el 28 de enero de 1876 atacando las posiciones carlistas que dominaban la ciudad y el 18 de febrero se ven obligados a abandonar su privilegiado emplazamiento de Arratzain. Diez días después Carlos VII abandona el territorio español alcanzando la frontera francesa por el paso de Valcarlos en Navarra. La Tercera Guerra Carlista había terminado.
Fue adaptado el conjunto para que sirviese como lámpara eléctrica, y esa función debió de desempeñar en el lujoso palacio que los duques de Santoña poseían en Madrid, situado entre las calles Huertas y Príncipe.
Teófilo Moriones y Salvatierra, 2º marqués de Oroquieta, capitán de Caballería, falleció en Valtierra (Navarra) el 3 de octubre de 1892. Era hijo del teniente general Domingo Moriones y Murillo, creado marqués de Oroquieta en diciembre de 1875 por la victoria lograda en esa acción contra los carlistas. Sin embargo el general Moriones fue derrotado por los carlistas cuando no pudo cumplir la orden a él encomendada de romper el cerco al que se veía sometido Bilbao por las tropas de Carlos VII; impotente, telegrafió al Gobierno en Madrid: "Es urgentísimo vengan refuerzos y otro General a encargarse del mando...".
La destinataria de la pieza era María del Carmen Hernández y Espinosa de los Monteros, duquesa consorte de Santoña. Fue esta dama muy conocida en la sociedad madrileña por sus obras de caridad y enorme fortuna, de la cual fue desposeída al final de su vida por la hija de su marido el duque, con el que había contraido segundas nupcias. Falleció esta señora en Madrid en 1894 a los 66 años.
Los carlistas adquirieron numerosos cañones del sistema "Whitworth" en Inglaterra. Tenían la ventaja de ser de retrocarga y también al estar dotados de ánima poligonal y el proyectil ser ochavado, éste último adquiría una rotación cuando era disparado que aumentaba considerablemente su precisión.
San Sebastián, que se había convertido en refugio de los liberales de la Provincia de Guipúzcoa durante la guerra, fue duramente bombardeada durante los años 1875 y comienzos del siguiente gracias a la ventaja estratégica que les confería a las fuerzas carlistas dominar los altos en su vertiente occidental.
"San sebastián era una ciudad sitiada y casi aislada. El 10 de octubre [de 1875] se reanudaba el correo por tierra a través de Irún, que hasta ese momento debía realizarse por vía marítima y dependiendo de las condiciones de la mar. El cañoneo se producía a cualquier hora del día, y a veces hasta entrada la noche, si bien a lo largo del asedio hubo algún intervalo largo sin actividad por parte de los carlistas. Aunque de modo bastante ocasional, los proyectiles carlistas producían bajas entre la población civil, y a pesar de su carácter no excesivamente dañino, debían crear un clima de desasosiego que redundaba en que se alimentasen sospechas acerca de la existencia de quintas columnistas introducidos en la población. Los carlistas bombardeaban la ciudad desde sus posiciones en Mendizorrotz, en concreto desde Arratsain, que era el punto débil de la defensa de San Sebastián, y los liberales contestaban desde sus baterías de Igueldo y los fuertes de Lugaritz y Hernández (Gudamendi). Para avisar a la población de los bombardeos había un turno de vigías en la torre de Santa María, que luego se amplió al castillo de La Mota, donde se instaló una campana que en cuanto divisaba el primer fogonazo tocaba a rebato para que las gentes buscaran refugio".
(Miguel Artola, Ed. "Historia de Donostia San Sebastián. Ayuntamiento de San Sebastián y Editorial Nerea, S. A. San Sebastián, 2000. Pág. 314)
Las tropas liberales rompen el bloqueo al que se veía sometido San Sebastián el 28 de enero de 1876 atacando las posiciones carlistas que dominaban la ciudad y el 18 de febrero se ven obligados a abandonar su privilegiado emplazamiento de Arratzain. Diez días después Carlos VII abandona el territorio español alcanzando la frontera francesa por el paso de Valcarlos en Navarra. La Tercera Guerra Carlista había terminado.
La publicación "El Estandarte Real" en su número 28 (julio de 1891) publica este interesante grabado, representando a artilleros carlistas sirviendo una pieza "Whitworth" y la sección de un proyectil, acompañado de su explicación correspondiente:
"Gran número de las piezas que componían la artillería carlista en el Norte eran del sistema inglés Whitworth, inventado por el constructor así llamado á principios de 1860, antes, por consiguiente, de que se conociesen las mejoras y adelantos de los sistemas Krupp y Plasencia. La sección del ánima de este cañón figura un exágono, cuyo desarrollo longitudinal es hueco y espiral. Se carga por la recámara, es de sencilla construcción y se maneja muy fácilmente. Toda la pieza es rayada; la culata se cierra con un ajuste sólido que lleva un tornillo interior al cual se da movimiento con el torniquete que se ve en la figura. La forma de los proyectiles que se lanzan con este cañón varían según los efectos que se desean producir. Cuando, como en Santa Bárbara, sobre Puente la Reina, se quieren lanzar á muy larga distancia, tienen la forma de un cilindro apuntado pot dos conos chatos, por cuya figura los soldados del ejército liberal les dieron el nombre de <<pepinos>>.Las figuras del dibujo señalan el proyectil.Número 1, tapón contra el cual choca la pieza núm. 3, produciendo la explosión; dicha pieza núm. 2 lleva en su extremo superior un mixto, y va rellena de pólvora; se coloca en el número 2, introduciéndola por la parte superior, hasta que asomen por el lado opuesto las orejas núm. 4, las cuales se rompen en el momento del choque. Después del disparo, el cartucho queda dentro del cañón, y se saca al abrir el disco de ajuste.Una pieza de á 12 se carga con 850 gramos de pólvora, y el proyectil puede recorrer un trayecto de siete á ocho hilómetros. La detonación no es muy fuerte; un hombre basta para el manejo de una pieza, y no hay que hacer uso del escobillón".
Un prusiano carlista
Madrid, 13 de enero de 2012,Un prusiano carlista, por Jesús Flores Thies

La biografía de von Goeben (Augusto Carlos Federico Cristián von Goeben) es verdaderamente apasionante. Había nacido en diciembre del año 1816 en Stade de Elba (Hannover) de una familia con raigambre militar. Su padre, que era director del Parque de Artillería de Hannover, había participado en la guerra de la independencia española encuadrado en la legión anglo-alemana a las órdenes de Lord Wellington. En el asalto a Badajoz sufrió graves heridas que le obligaron a retirarse del Ejército.
El joven Goeben no quiso ingresar en el ejército de Hannover, y marchó a Prusia. A los 17 años sentaba plaza de aspirante a oficial en una de las unidades con más prestigio del ejército prusiano, en el regimiento de Infantería nº 24. Hablaba perfectamente el francés y también el inglés, ya que Hannover e Inglaterra tenían el mismo soberano. Ya de teniente, regresa a Hannover, y es entonces cuando decide venir a España para alistarse bajo las banderas carlistas.
Muchos eran los voluntarios europeos que elegían los ejércitos cristino o carlista. Normalmente eran suizos, austriacos o alemanes los que elegían el bando carlista, por ser monárquicos y anti-revolucionarios, mientras que los británicos y portugueses (también de la Legión extranjera francesa) elegían el bando cristino, siendo más mercenario el espíritu de estos voluntarios.
El 26 de mayo de 1836, el joven teniente, guiado por contrabandistas y vestido de campesino vasco, atraviesa los Pirineos hasta alcanzar Zugarramurdi, la primera aldea carlista. Días después llega hasta Irún pasando subrepticiamente por territorio francés. No muy lejos de Irún pudo ver a lo lejos, en Behovia, las posiciones de los cristinos.
Le sorprende a Goeben la débil y mala construcción de las defensas de los carlistas en Irún, y así lo expone con toda prudencia, que no fue muy bien aceptada por el responsable. Asegura que éste oficial carlista moriría heroicamente en la defensa de otro puesto que se le había confiado. Los Cuerpos de Artillería e Ingenieros mejoraron notablemente a lo largo de la guerra gracias, entre otras razones, a la intervención de oficiales alemanes.
Marcha después a lo que llama Villafranca de Guipúzcoa, es decir, lo que hoy es Villafranca de Ordicia o simplemente Ordizia, que para mayor información, es la patria chica de Andrés de Urdaneta, el descubridor de las corrientes de Kiu Siu que permitieron el viaje de los navíos españoles desde Filipinas hasta Nueva España.
En esta pequeña localidad está la itinerante y exigua corte del pretendiente don Carlos, al que es presentado el 31 de mayo. Recibido muy afablemente por don Carlos, que le presenta a su hijo Sebastián, parte el prusiano a Hernani destinado al Estado Mayor de Guipúzcoa, donde debería permanecer durante algún tiempo para perfeccionar el idioma español. Se le ofreció entrar en el Cuerpo de Ingenieros recientemente organizado y en el que hacía falta oficiales, pero él consideró que siendo oficial de Infantería, con escasos conocimientos de ingeniería, poca iba a ser su ayuda. En la reorganización de este Cuerpo habían intervenido los capitanes alemanes Roth y Straus.
Frente a San Sebastián, difícil objetivo carlista, las obras de defensa eran precarias, no así las de enfrente, en parte guarnecidas por los voluntarios de la Legión Inglesa de Evans, que estaban además protegidas por la artillería de los barcos británicos.
La primera acción en la que participó fue bastante desgraciada. Agregado a 2º Batallón de Guipúzcoa, cuya compañía de granaderos la mandaba un oficial suizo, pese al valor de los guipuzcoanos, que él tanto admira, pero debido a la eficaz actuación de la artillería de escuadra británica, convierte en derrota lo que parecía ya una victoria. Entre las numerosas víctimas estaba la de su amigo el oficial suizo, que moriría a la mañana siguiente de resultas de una herida en el pulmón. Días después, en los largos períodos de descanso, se dedica al estudio del idioma.
Las cosas se presentaban mal para los carlistas. Los cristinos habían conquistado Fuenterrabía e Irún, cortando el paso a Francia. Pese a todo, pasan los carlistas a la ofensiva, y es entonces cuando Goeben, no sólo es herido, sino algo peor, cae prisionero, circunstancia que lógicamente le hunde en profunda depresión. Habla en francés con sus captores que le tratan bien, según él, por “haber puesto mi bolsa en manos de los soldados”. Poco después consigue escapar para ser nuevamente capturado por soldados ingleses. Y esta vez el peligro es mayor, porque podía ser considerado espía. Pudo librarse del fusilamiento, siendo encerrado en un cuartucho sin más mueble que un saco de paja. Aquel cautiverio le sirvió para seguir avanzando en el aprendizaje del idioma, ya que no le habían quitado su manual de español. Seis semanas después es embarcado en el vapor “Reina Gobernadora” rumbo a Santander.
Su peregrinar de cautivo le lleva el 13 de septiembre al depósito de Logroño, hasta que un día recibe la buena noticia de que ha sido canjeado y que va a ser escoltado hasta la frontera francesa. Su cautiverio ha durado ocho interminables meses.
Pero nuestro voluntarioso prusiano no tiene la menor intención de llegar con su escolta a la frontera francesa, así que un día, salta por la ventana de la casa en la que se encontraba encerrado, en un descanso de la andadura hasta Francia, y pese al dolor que siente por culpa del batacazo, ya que la ventana estaba muy alta, corre como un gamo hacia un río Ebro al que se lanza, y como es buen nadador, pronto alcanza la otra orilla, mientras le disparan los soldados de la escolta que se han dado cuenta de la fuga, indudablemente con mala puntería. Poco después, un campesino lo acoge y le guía hacia Estella, después de atravesar de noche las líneas cristinas. El general Uranga, al que llamaban cariñosamente “el tonto bueno”, porque era una buena persona pero bastante torpe en el campo de batalla, le envía al Estado Mayor de Navarra, al parecer reclamado por el general García a quien Goeben considera un buen general y que era muy querido y respetado por los campesinos, a los que protegía.
A las órdenes de Uranga, Goeben participa en el asalto nocturno y por sorpresa de Peralta (“conocida en toda España por sus excelentes vinos”) siendo de los primeros que asaltan la muralla subiendo por las escalas colocadas por los granaderos. Poco después le encarga Uranga el llevar a Francia a desertores de la Legión extranjera francesa, la mayor parte alemanes, que entrega a los franceses en Zugarramundi.
Participa en la expedición de Zaratiegui que atraviesa el Ebro y se adentra en Castilla, siendo uno de los primeros combates contra los voluntarios portugueses mandados por el Barón das Antas derrotados después de una larga, feroz y sangrienta lucha. Una difícil marcha con combates esporádicos les llevaba hasta Segovia, ciudad que sitian. Él está agregado a la brigada de Vizcaya. La ciudad fue conquistada y a conciencia saqueada. Zaritiegui trata de aproximarse a Madrid pero es rechazado en la sierra de Guadarrama, regresa a Segovia que es abandonada, continuando la expedición por tierras del Duero, hacia los montes de Soria.
Siguiendo el itinerario de la expedición, donde en un combate estuvo en peligro de caer nuevamente prisionero, entran en Aranda de Duero y poco después en Valladolid, donde la intervención del Obispo impide la violencia y el saqueo. Goeben tiene palabras elogiosas para definir el carácter de los que denomina castellanos viejos (de Castilla la Vieja…). Poco después tiene lugar en Aranda el encuentro con la Expedición Real.
Reorganizadas las tropas carlistas se pone en marcha una nueva expedición, esta vez la de Basilio García a quien el prusiano considera hombre de valor, magnífico jefe de Brigada pero no apto para una empresa de la índole de esta expedición. Esta vez participa Goeben como teniente más antiguo de la 6ª compañía del 7º batallón de Castilla. Pasan un muy crecido Ebro entre Lodosa y Logroño donde murieron ahogados muchos soldados y oficiales, entre ellos su amigo holandés, Custavo Phipippon.
En la marcha hacia el Bajo Aragón se les une una división de Cabrera, pero nada pudo impedir el fracaso de aquella expedición. En uno de los numerosos combates recibió una herida que le dañó gravemente el brazo a la altura del hombro. El daño era tan importante que no había manera de trasladarle con el ejército que le dejó a su suerte en unión de otros heridos graves, lo que le salvó posiblemente de la muerte pues su división fue poco después aniquilada.
Cae nuevamente en poder de los cristinos que le someten, a él y a los heridos, a un terrible maltrato, además de quitarle todo lo que tenían de valor y hasta sin valor. Es obligado a seguir la columna cristina hasta que ante su deplorable estado es enviado a un hospital en Cuenca donde pasa cuatro meses infernales, luchando con los cirujanos que se empeñan en amputarle el brazo. Casi curado es llevado al depósito de Madrid. Allí, la dura prisión fue aliviada gracias a recomendaciones llegadas de su patria. Es trasladado en duras y agotadoras jornadas hasta Sevilla, Jerez y finalmente Cádiz donde son encerrados los numerosos prisioneros carlistas en unas frías y húmedas casamatas junto al mar.
Las durísimas condiciones de vida de los prisioneros se vieron aliviadas cuando Cabrera, informado de la situación extrema de los prisioneros carlistas en Cádiz, amenazó con represalias con los prisioneros cristinos. Sabía Maroto, que estaba al mando del ejército cristino, que Cabrera no hablaba en balde e hizo que la situación de aquellos desgraciados mejorara de forma notable. Y gracias también a Cabrera se consiguió un canje con sus prisioneros, entre los que se pudo incluir a Goeben, que no pertenecía al ejército de Cabrera pero que gracias al Cónsul de la Inglaterra y Hannover se pudo unir a los canjeados. Parten en barco de Cádiz para desembarcar días después en Sagunto y, después de pasar 14 días en Castellón, por fin se produce el ansiado canje.
Llegado con sus compañeros a territorio dominado por los carlistas pide Goeben su reincorporación al ejército, pero el jefe se opone alegando que ellos estaban allí, por orden superior, para reponerse. Sería días después en Chelva cuando es admitido por el Brigadier Arévalo, incorporándose fusil en mano a la compañía de granaderos del primer batallón del Turia (este ejército carlista está compuesto principalmente por voluntarios valencianos), con el que participa victoriosamente en su primer combate después de su liberación.
Por fin es presentado a Cabrera al que le desagradan las gafas con cristales verdes que Goeben usa para protegerse del sol después de permanecer a oscuras tantos meses de cautiverio. A Cabrera le desagradan y habla a Goeben de forma desabrida; es entonces cuando el prusiano le pide su traslado a Cataluña, prefiere combatir a las órdenes del Conde de España. No acepta Cabrera y Goeben ha de permanecer bajo sus órdenes. Combate a su lado en Carboneras lo que le facilita que Cabrera acepte por fin su petición de incorporarse al ejército de Cataluña. Y sería en Morella, etapa de su viaje al norte, donde se enteraría de lo que denomina “la ignominiosa venta de Vergara y del paso a Francia de Carlos V”.
En su continuo deambular por tierras de España llega el prusiano a Carrascosa presentándose al Conde España, noble y militar francés al servicio de la causa carlista. Se quejaba el Conde haber te nido que desprenderse del Coronel Barón von Rahden, valioso prusiano, y excelente ingeniero, que tuvo que enviar con Cabrera (von Rahden escribiría también unas interesantísimas memorias). “Me gustan los alemanes –le dijo el Conde-, y usted me será útil también”, y lo destina al Estado Mayor del Ejército.
Poco útil pudo ser al Conde de España pues éste sería asesinado pocos días después por lo que von Goeben pide su regreso al ejército de Aragón. Peligroso viaje que hace en compañía de dos jóvenes que le pidieron ayuda para poder llegar hasta sus maridos combatientes en el ejército de Cabrera. Salen de Berga, y después de mil percances, llegan a Flix donde se une a los carlistas. Continúa su marcha hasta Morella. Allí se encuentra con su compatriota el barón de Rahden quien le lleva hasta Cabrera. Pese a conservar las gafas, que tanto desagradan al tortosino, éste lo agrega al Cuerpo de Ingenieros. Pero poco después ha de marchar a Francia el barón, comisionado por Cabrera para entrevistarse con el rey, heredando Goeben, como consuelo, el valioso caballo de su amigo
En su nuevo destino de ingeniero “me sentí algo inseguro en mi esfera de acción”, asegura Goeben, pero ya tenía algo de experiencia por situaciones anteriores. Acompaña a Cabrera en sus diferentes viajes de inspección hasta que el caudillo carlista cae gravemente enfermo, incluso llega a Morella la falsa noticia de su muerte, pero no es cierta la noticia, sin embargo ha de pasar a Francia en estado de gran postración para regresar, envejecido y agotado meses después.
El final de aquella aventura era sólo cuestión de tiempo. Abandona Goeben Morella que caería, merced a la traición, en manos de los cristinos, y llega hasta la zona de El Turia, encargándose de las fortificaciones de Cañete y de Castillfabib. Aun ha de pasar peligrosas aventuras, como cuando en una marcha hacia Aragón está a punto caer nuevamente prisionero. El final se aproxima, aumentan las deserciones y se produce el ya insoportable cansancio de una guerra interminable y sin esperanzas de victoria. Cabrera pasa a Francia, y en la localidad de Royuela, en la sierra de Abarracín, nuestro héroe, por medio del cura párroco, ofrece al gobernador de la fortaleza enemiga de Teruel deponer las armas y entregarse. Tratado con cortesía por el gobernador cristino, es poco después asaltado por unos miserables que le hieren en el brazo, pero logra escapar, siendo internado en el hospital de Teruel. Medio curado parte hacia Valencia donde el cónsul inglés le da un falso pasaporte, el de un licenciado de la Legión Británica.
Embarca en el Grao y después de hacer escala en Tarragona desembarca en Barcelona donde tiene la oportunidad de ver en una parada a sus enemigos: Espartero y O´Donell. Por fin, viaja hasta Francia entrando por Le Pertus. El Prefecto de esta localidad le dio la opción de regresar a Alemania… o entrar en la Legión Francesa. En su libro de memorias escribe “el 18 de agosto (de 1861) emprendí la penosa marcha hacia mi patria”.
Lógicamente no podemos terminar este relato sobre las vivencias de von Goeben en España sin ocuparnos del resto de su biografía donde comprobaremos la razón de ser considerado un importante personaje en la Historia de Prusia. Un crucero de batalla alemán de la serie “Moltke” llevara su nombre.
Poco después de su llegada a Hüzelburg, en el Mecklemburg, la publicación de su libro sobre su aventura carlista, entusiasma a Federico Guillermo IV que le hace ingresar en el ejército prusiano, ascendiendo a capitán cuando estaba a punto de cumplir 30 años. Pasa a las órdenes de von Moltke en el IV Cuerpo de Ejército, combatiendo contra elemento revolucionarios. A los 42 años es ya coronel. Y es entonces cuando hace otra escapada “española”.
Marcha con otros militares prusianos a la “guerra de África 1859-1860”, y se unen a otros observadores bávaros, franceses, austriacos, suecos y rusos. Incluso llega a participar en la acción de Samsa, en la que es herido el teniente prusiano de Caballería von Jena, y posteriormente en la de Wad Ras, que pone fin a la guerra.
A los 47 años es ascendido a general.
Participa en la guerra con Dinamarca; en la austro-prusiana de 1866, entrando vencedor en Würzburg; y en la que le daría más fama, la franco-prusiana donde, después de una serie continuada de combates, derrota al ejército francés en San Quintín. Después viene el armisticio de Versalles, después la paz… Y en ella moriría el teniente general de la Orden “Pour le Mérite”, von Goeben el 13 de noviembre de 1880.
En 1912 se daba su nombre a un crucero de batalla de 23.000 toneladas que, junto con el “Bremen”, tantos dolores de cabeza daría a la Armada Británica en el Mediterráneo.
Hemos de decir aquí que nuestra simpatía hacia este prusiano aumenta al coincidir su tierra natal con la de los “Thies” de mi abuelo alemán: Hannover.
El joven Goeben no quiso ingresar en el ejército de Hannover, y marchó a Prusia. A los 17 años sentaba plaza de aspirante a oficial en una de las unidades con más prestigio del ejército prusiano, en el regimiento de Infantería nº 24. Hablaba perfectamente el francés y también el inglés, ya que Hannover e Inglaterra tenían el mismo soberano. Ya de teniente, regresa a Hannover, y es entonces cuando decide venir a España para alistarse bajo las banderas carlistas.
Muchos eran los voluntarios europeos que elegían los ejércitos cristino o carlista. Normalmente eran suizos, austriacos o alemanes los que elegían el bando carlista, por ser monárquicos y anti-revolucionarios, mientras que los británicos y portugueses (también de la Legión extranjera francesa) elegían el bando cristino, siendo más mercenario el espíritu de estos voluntarios.
El 26 de mayo de 1836, el joven teniente, guiado por contrabandistas y vestido de campesino vasco, atraviesa los Pirineos hasta alcanzar Zugarramurdi, la primera aldea carlista. Días después llega hasta Irún pasando subrepticiamente por territorio francés. No muy lejos de Irún pudo ver a lo lejos, en Behovia, las posiciones de los cristinos.
Le sorprende a Goeben la débil y mala construcción de las defensas de los carlistas en Irún, y así lo expone con toda prudencia, que no fue muy bien aceptada por el responsable. Asegura que éste oficial carlista moriría heroicamente en la defensa de otro puesto que se le había confiado. Los Cuerpos de Artillería e Ingenieros mejoraron notablemente a lo largo de la guerra gracias, entre otras razones, a la intervención de oficiales alemanes.
Marcha después a lo que llama Villafranca de Guipúzcoa, es decir, lo que hoy es Villafranca de Ordicia o simplemente Ordizia, que para mayor información, es la patria chica de Andrés de Urdaneta, el descubridor de las corrientes de Kiu Siu que permitieron el viaje de los navíos españoles desde Filipinas hasta Nueva España.
En esta pequeña localidad está la itinerante y exigua corte del pretendiente don Carlos, al que es presentado el 31 de mayo. Recibido muy afablemente por don Carlos, que le presenta a su hijo Sebastián, parte el prusiano a Hernani destinado al Estado Mayor de Guipúzcoa, donde debería permanecer durante algún tiempo para perfeccionar el idioma español. Se le ofreció entrar en el Cuerpo de Ingenieros recientemente organizado y en el que hacía falta oficiales, pero él consideró que siendo oficial de Infantería, con escasos conocimientos de ingeniería, poca iba a ser su ayuda. En la reorganización de este Cuerpo habían intervenido los capitanes alemanes Roth y Straus.
Frente a San Sebastián, difícil objetivo carlista, las obras de defensa eran precarias, no así las de enfrente, en parte guarnecidas por los voluntarios de la Legión Inglesa de Evans, que estaban además protegidas por la artillería de los barcos británicos.
La primera acción en la que participó fue bastante desgraciada. Agregado a 2º Batallón de Guipúzcoa, cuya compañía de granaderos la mandaba un oficial suizo, pese al valor de los guipuzcoanos, que él tanto admira, pero debido a la eficaz actuación de la artillería de escuadra británica, convierte en derrota lo que parecía ya una victoria. Entre las numerosas víctimas estaba la de su amigo el oficial suizo, que moriría a la mañana siguiente de resultas de una herida en el pulmón. Días después, en los largos períodos de descanso, se dedica al estudio del idioma.
Las cosas se presentaban mal para los carlistas. Los cristinos habían conquistado Fuenterrabía e Irún, cortando el paso a Francia. Pese a todo, pasan los carlistas a la ofensiva, y es entonces cuando Goeben, no sólo es herido, sino algo peor, cae prisionero, circunstancia que lógicamente le hunde en profunda depresión. Habla en francés con sus captores que le tratan bien, según él, por “haber puesto mi bolsa en manos de los soldados”. Poco después consigue escapar para ser nuevamente capturado por soldados ingleses. Y esta vez el peligro es mayor, porque podía ser considerado espía. Pudo librarse del fusilamiento, siendo encerrado en un cuartucho sin más mueble que un saco de paja. Aquel cautiverio le sirvió para seguir avanzando en el aprendizaje del idioma, ya que no le habían quitado su manual de español. Seis semanas después es embarcado en el vapor “Reina Gobernadora” rumbo a Santander.
Su peregrinar de cautivo le lleva el 13 de septiembre al depósito de Logroño, hasta que un día recibe la buena noticia de que ha sido canjeado y que va a ser escoltado hasta la frontera francesa. Su cautiverio ha durado ocho interminables meses.
Pero nuestro voluntarioso prusiano no tiene la menor intención de llegar con su escolta a la frontera francesa, así que un día, salta por la ventana de la casa en la que se encontraba encerrado, en un descanso de la andadura hasta Francia, y pese al dolor que siente por culpa del batacazo, ya que la ventana estaba muy alta, corre como un gamo hacia un río Ebro al que se lanza, y como es buen nadador, pronto alcanza la otra orilla, mientras le disparan los soldados de la escolta que se han dado cuenta de la fuga, indudablemente con mala puntería. Poco después, un campesino lo acoge y le guía hacia Estella, después de atravesar de noche las líneas cristinas. El general Uranga, al que llamaban cariñosamente “el tonto bueno”, porque era una buena persona pero bastante torpe en el campo de batalla, le envía al Estado Mayor de Navarra, al parecer reclamado por el general García a quien Goeben considera un buen general y que era muy querido y respetado por los campesinos, a los que protegía.
A las órdenes de Uranga, Goeben participa en el asalto nocturno y por sorpresa de Peralta (“conocida en toda España por sus excelentes vinos”) siendo de los primeros que asaltan la muralla subiendo por las escalas colocadas por los granaderos. Poco después le encarga Uranga el llevar a Francia a desertores de la Legión extranjera francesa, la mayor parte alemanes, que entrega a los franceses en Zugarramundi.
Participa en la expedición de Zaratiegui que atraviesa el Ebro y se adentra en Castilla, siendo uno de los primeros combates contra los voluntarios portugueses mandados por el Barón das Antas derrotados después de una larga, feroz y sangrienta lucha. Una difícil marcha con combates esporádicos les llevaba hasta Segovia, ciudad que sitian. Él está agregado a la brigada de Vizcaya. La ciudad fue conquistada y a conciencia saqueada. Zaritiegui trata de aproximarse a Madrid pero es rechazado en la sierra de Guadarrama, regresa a Segovia que es abandonada, continuando la expedición por tierras del Duero, hacia los montes de Soria.
Siguiendo el itinerario de la expedición, donde en un combate estuvo en peligro de caer nuevamente prisionero, entran en Aranda de Duero y poco después en Valladolid, donde la intervención del Obispo impide la violencia y el saqueo. Goeben tiene palabras elogiosas para definir el carácter de los que denomina castellanos viejos (de Castilla la Vieja…). Poco después tiene lugar en Aranda el encuentro con la Expedición Real.
Reorganizadas las tropas carlistas se pone en marcha una nueva expedición, esta vez la de Basilio García a quien el prusiano considera hombre de valor, magnífico jefe de Brigada pero no apto para una empresa de la índole de esta expedición. Esta vez participa Goeben como teniente más antiguo de la 6ª compañía del 7º batallón de Castilla. Pasan un muy crecido Ebro entre Lodosa y Logroño donde murieron ahogados muchos soldados y oficiales, entre ellos su amigo holandés, Custavo Phipippon.
En la marcha hacia el Bajo Aragón se les une una división de Cabrera, pero nada pudo impedir el fracaso de aquella expedición. En uno de los numerosos combates recibió una herida que le dañó gravemente el brazo a la altura del hombro. El daño era tan importante que no había manera de trasladarle con el ejército que le dejó a su suerte en unión de otros heridos graves, lo que le salvó posiblemente de la muerte pues su división fue poco después aniquilada.
Cae nuevamente en poder de los cristinos que le someten, a él y a los heridos, a un terrible maltrato, además de quitarle todo lo que tenían de valor y hasta sin valor. Es obligado a seguir la columna cristina hasta que ante su deplorable estado es enviado a un hospital en Cuenca donde pasa cuatro meses infernales, luchando con los cirujanos que se empeñan en amputarle el brazo. Casi curado es llevado al depósito de Madrid. Allí, la dura prisión fue aliviada gracias a recomendaciones llegadas de su patria. Es trasladado en duras y agotadoras jornadas hasta Sevilla, Jerez y finalmente Cádiz donde son encerrados los numerosos prisioneros carlistas en unas frías y húmedas casamatas junto al mar.
Las durísimas condiciones de vida de los prisioneros se vieron aliviadas cuando Cabrera, informado de la situación extrema de los prisioneros carlistas en Cádiz, amenazó con represalias con los prisioneros cristinos. Sabía Maroto, que estaba al mando del ejército cristino, que Cabrera no hablaba en balde e hizo que la situación de aquellos desgraciados mejorara de forma notable. Y gracias también a Cabrera se consiguió un canje con sus prisioneros, entre los que se pudo incluir a Goeben, que no pertenecía al ejército de Cabrera pero que gracias al Cónsul de la Inglaterra y Hannover se pudo unir a los canjeados. Parten en barco de Cádiz para desembarcar días después en Sagunto y, después de pasar 14 días en Castellón, por fin se produce el ansiado canje.
Llegado con sus compañeros a territorio dominado por los carlistas pide Goeben su reincorporación al ejército, pero el jefe se opone alegando que ellos estaban allí, por orden superior, para reponerse. Sería días después en Chelva cuando es admitido por el Brigadier Arévalo, incorporándose fusil en mano a la compañía de granaderos del primer batallón del Turia (este ejército carlista está compuesto principalmente por voluntarios valencianos), con el que participa victoriosamente en su primer combate después de su liberación.
Por fin es presentado a Cabrera al que le desagradan las gafas con cristales verdes que Goeben usa para protegerse del sol después de permanecer a oscuras tantos meses de cautiverio. A Cabrera le desagradan y habla a Goeben de forma desabrida; es entonces cuando el prusiano le pide su traslado a Cataluña, prefiere combatir a las órdenes del Conde de España. No acepta Cabrera y Goeben ha de permanecer bajo sus órdenes. Combate a su lado en Carboneras lo que le facilita que Cabrera acepte por fin su petición de incorporarse al ejército de Cataluña. Y sería en Morella, etapa de su viaje al norte, donde se enteraría de lo que denomina “la ignominiosa venta de Vergara y del paso a Francia de Carlos V”.
En su continuo deambular por tierras de España llega el prusiano a Carrascosa presentándose al Conde España, noble y militar francés al servicio de la causa carlista. Se quejaba el Conde haber te nido que desprenderse del Coronel Barón von Rahden, valioso prusiano, y excelente ingeniero, que tuvo que enviar con Cabrera (von Rahden escribiría también unas interesantísimas memorias). “Me gustan los alemanes –le dijo el Conde-, y usted me será útil también”, y lo destina al Estado Mayor del Ejército.
Poco útil pudo ser al Conde de España pues éste sería asesinado pocos días después por lo que von Goeben pide su regreso al ejército de Aragón. Peligroso viaje que hace en compañía de dos jóvenes que le pidieron ayuda para poder llegar hasta sus maridos combatientes en el ejército de Cabrera. Salen de Berga, y después de mil percances, llegan a Flix donde se une a los carlistas. Continúa su marcha hasta Morella. Allí se encuentra con su compatriota el barón de Rahden quien le lleva hasta Cabrera. Pese a conservar las gafas, que tanto desagradan al tortosino, éste lo agrega al Cuerpo de Ingenieros. Pero poco después ha de marchar a Francia el barón, comisionado por Cabrera para entrevistarse con el rey, heredando Goeben, como consuelo, el valioso caballo de su amigo
En su nuevo destino de ingeniero “me sentí algo inseguro en mi esfera de acción”, asegura Goeben, pero ya tenía algo de experiencia por situaciones anteriores. Acompaña a Cabrera en sus diferentes viajes de inspección hasta que el caudillo carlista cae gravemente enfermo, incluso llega a Morella la falsa noticia de su muerte, pero no es cierta la noticia, sin embargo ha de pasar a Francia en estado de gran postración para regresar, envejecido y agotado meses después.
El final de aquella aventura era sólo cuestión de tiempo. Abandona Goeben Morella que caería, merced a la traición, en manos de los cristinos, y llega hasta la zona de El Turia, encargándose de las fortificaciones de Cañete y de Castillfabib. Aun ha de pasar peligrosas aventuras, como cuando en una marcha hacia Aragón está a punto caer nuevamente prisionero. El final se aproxima, aumentan las deserciones y se produce el ya insoportable cansancio de una guerra interminable y sin esperanzas de victoria. Cabrera pasa a Francia, y en la localidad de Royuela, en la sierra de Abarracín, nuestro héroe, por medio del cura párroco, ofrece al gobernador de la fortaleza enemiga de Teruel deponer las armas y entregarse. Tratado con cortesía por el gobernador cristino, es poco después asaltado por unos miserables que le hieren en el brazo, pero logra escapar, siendo internado en el hospital de Teruel. Medio curado parte hacia Valencia donde el cónsul inglés le da un falso pasaporte, el de un licenciado de la Legión Británica.
Embarca en el Grao y después de hacer escala en Tarragona desembarca en Barcelona donde tiene la oportunidad de ver en una parada a sus enemigos: Espartero y O´Donell. Por fin, viaja hasta Francia entrando por Le Pertus. El Prefecto de esta localidad le dio la opción de regresar a Alemania… o entrar en la Legión Francesa. En su libro de memorias escribe “el 18 de agosto (de 1861) emprendí la penosa marcha hacia mi patria”.
Lógicamente no podemos terminar este relato sobre las vivencias de von Goeben en España sin ocuparnos del resto de su biografía donde comprobaremos la razón de ser considerado un importante personaje en la Historia de Prusia. Un crucero de batalla alemán de la serie “Moltke” llevara su nombre.
Poco después de su llegada a Hüzelburg, en el Mecklemburg, la publicación de su libro sobre su aventura carlista, entusiasma a Federico Guillermo IV que le hace ingresar en el ejército prusiano, ascendiendo a capitán cuando estaba a punto de cumplir 30 años. Pasa a las órdenes de von Moltke en el IV Cuerpo de Ejército, combatiendo contra elemento revolucionarios. A los 42 años es ya coronel. Y es entonces cuando hace otra escapada “española”.
Marcha con otros militares prusianos a la “guerra de África 1859-1860”, y se unen a otros observadores bávaros, franceses, austriacos, suecos y rusos. Incluso llega a participar en la acción de Samsa, en la que es herido el teniente prusiano de Caballería von Jena, y posteriormente en la de Wad Ras, que pone fin a la guerra.
A los 47 años es ascendido a general.
Participa en la guerra con Dinamarca; en la austro-prusiana de 1866, entrando vencedor en Würzburg; y en la que le daría más fama, la franco-prusiana donde, después de una serie continuada de combates, derrota al ejército francés en San Quintín. Después viene el armisticio de Versalles, después la paz… Y en ella moriría el teniente general de la Orden “Pour le Mérite”, von Goeben el 13 de noviembre de 1880.
En 1912 se daba su nombre a un crucero de batalla de 23.000 toneladas que, junto con el “Bremen”, tantos dolores de cabeza daría a la Armada Británica en el Mediterráneo.
Hemos de decir aquí que nuestra simpatía hacia este prusiano aumenta al coincidir su tierra natal con la de los “Thies” de mi abuelo alemán: Hannover.
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