
Preambulo.Para entender a este personaje histórico debemos de trasladarnos al siglo IX, a la España del Sur dominada por los musulmanes e intentar formar parte de esa minoría étnica y religiosa dominada por los invasores llamada mozárabe. Por unos momentos debemos entender la tremenda impotencia con la que nuestros antepasados vivieron esos terribles y azarosos días, sus sufrimientos, sus sacrificios, su sudor y su sangre, y entender porque se inmolaron por su fe, por el cuarto mandamiento de la Ley de Dios, mandamiento que a buen seguro que fue enseñado por la madre de nuestro héroe y que nos resume toda la aventura que fue su vida: Honrarás a tu padre y a tu madre. Pero el cuarto mandamiento, también fue el motor de esa maravillosa y milagrosa obra de Dios que se llamó la Reconquista. Ninguno de los hijos de la goda lo olvidaron, y ninguno se resignó a vivir en la esclavitud de un mundo musulmán. Querían devolver a sus hijos la libertad que habían perdido sus padres, para así honrarles, y a su vez mantener la esperanza de que en el futuro serían honrados por los hijos que engendrarían orgullosos de ser mozárabes en territorio hostil. La rebelión de Omar Ibn Hafsún no fue una revuelta aislada, los hijos de la blanca, como les llamaban despectivamente los invasores, tuvieron en jaque a los agarenos durante los siglos con que humillaron a la sagrada tierra de Hispania con su tiranía. Las revueltas de Toledo en 807, las de Córdoba en 814, las secesiones en Extremadura de Marwan “el gallego” en 868 y los alzamientos de los Banu Qasi (descendientes del conde Casio, visigodo y muladí) y el enfrentamiento y martirio en Cordoba de San Perfecto en el 850, miembro de la escuela basilical de San Acisclo, donde fue martirizado y sepultado, fueron parte de ese escenario que vamos a enmarcar teniendo como protagonista a Omar Ibn Hafsún. ![]() La rebelión contra los musulmanes implicaba el designio de recuperar la España perdida, lo que significaba para estos hombres y mujeres, recuperar la libertad, la misma libertad que sus hermanos del norte buscaban desde el Reino de Asturias, pero todos, los cristianos del norte y del sur, eran plenamente conscientes que su voluntad de resistir y de luchar eran parte de un proceso imparable llamado la Reconquista. Tanto los reyes del norte como los obispos y caudillos del sur explicaban a las gentes que todo tenía un sentido, tanto la fuerza nacida de Covadonga, como la de Bobastro, era heredera del reino godo de Toledo, y nuestros antepasados depositarios de la legitimidad religiosa e histórica de Hispania, y por tanto, a ellos les correspondía luchar por el derecho a liberar las tierras de España del yugo musulmán. La conexión de los cristianos del norte y del sur era muy difícil, casi inexistente, pero no necesitaban nada más que conectar con sus espíritus para saber cual era la voluntad de todos ellos: expulsar al invasor. En el norte y en el sur estaba vivo el concepto de la España perdida, y en ello cobraba vida la idea de reconquistar las tierras de sus antepasados. Todas estas ideas no las invento el rey Astur Alfonso, o el guerrillero Ibn Hafsún, sino que venían circulando hasta por el lugar más recóndito de Hispania y eran asumidas por sus habitantes como algo natural. Lo que Omar hizo fue poner las armas al espíritu de sus tropas, al espíritu de la Reconquista, su éxito fue saber interpretar la voluntad de sus mozárabes y darles un impulso militar, para juntos honrar el cuarto mandamiento.
OrígenesUmar ibn Hafsūn ibn Ya`far ibn Sālim (en árabe, عمر بن حَفْصُون بن جعفر بن سالم), conocido en la historiografía española como Omar Ben Hafsún, († 917) fue el caudillo de una rebelión contra el Emirato Omeya de Córdoba (880–928) que duró casi cincuenta años, hasta que su hijo Chafar rindió Bobastro el 19 de enero de 928. Omar Ibn Hafsún nació en Parauta, municipio español situado al este de la provincia de Málaga, antiguo Reino de Granada en las inaccesibles montañas del Alto Guadalhorce, (Desfiladero de los Gaitanes), en el Valle del Genal, siendo una de la poblaciones que conforman la comarca de la Serranía de Ronda, probablemente en el sitio denominado "La Torrepilla", en la alquería que sus padres poseían. En concreto, nació en el seno de una familia de terratenientes de nobles antepasados godos. Su árbol genealógico esta descrito por los historiadores árabes Ibn Adari, Ibn Jaldún e Ibn Aljatib, y va desde la invasión musulmana al nacimiento de Omar. Nos cuentan que Omar Ben Hafsún descendía del magnate visigodo Adefonso Comes, quién sin duda ejercería el cargo de Conde o gobernador de la ciudad de Ronda y su comarca. Los hijos y nietos de este Alfonso permanecieron fieles al cristianismo durante tres generaciones como se ve en el nombre del hijo Fruencio, el nieto Damián y el biznieto Septimio (se dice que del rey visigodo Witiza era pariente de Alfonso). Un hijo de Septimio, su abuelo Chafar ben Salim, fue el primer musulmán de la familia, aunque, según el historiador Dozy, en el fondo de su corazón guardaba un cariñoso recuerdo de la religión de sus padres. Parece que Chafar traslado su domicilio a una alquería que era conocida como la alquería de Torrichela y que se encontraba junto al castillo de Hisn Autha, lo que hoy se conoce como Parauta, actualmente perteneciente al término de Júzcar De la madre de Omar no se sabe casi nada, tan sólo que era cristiana visigoda; del padre Hafs sabemos que era honrado y activo, y que llego a una fortuna considerable, que se bautizó y abrazó la fe cristiana siendo un seguidor de su propio hijo Omar y que murió bajo las garras de un oso; y de sus hermanos sólo se sabe, que uno se llamaba Ayyub y el otro Ya`far y que lucharon junto a él. Por lo tanto, Omar por nacimiento no era muladí (nombre que recibían los descendientes de los hispano-godos convertidos al islam), era mozárabe por su madre a pesar de su conversión político formal al islamismo. Según el historiador D. Isidro García Cigüenza, el origen del apellido de Omar era visigodo: Hafs (nombre de pila de su padre) y a éste se le añadió el término de "un" que entre los árabes era distintivo de nobleza, quedando configurado en Hafsún. Vida como fugitivoEl origen de cómo Omar se convirtió en un rebelde, según recoge el escritor Jorge Alonso García, está en un incidente que aconteció cuando descubrió que un pastor bereber le estaba robando el ganado a su abuelo, Ya`far ibn Salim. Omar se enfrentó a él, matándolo. Tras este asesinato, Omar hubo de esconderse en la sierra del Alto Guadalhorce (Desfiladero de los Gaitanes), en esa época del ojo por ojo, Omar sabía que sería perseguido por los justicieros bereberes, y mucho más dada la raza cristiana a la que pertenecía, terminando refugiándose junto a su padre que le ayudo a escapar, en las ruinas de un viejo castillo romano que será el inexpugnable Bobastro. Con otros fugitivos como él, empezó a robar como bandolero por la cora de Rayya y de Takoronna hasta que fue capturado por el valí de Málaga, que, desconociendo el asesinato cometido, sólo lo azotó, y su padre irritado por el comportamiento como bandido de Omar, no le quiso admitir de nuevo en su casa. Entonces decidió escapar al norte de Africa, instalándose en Tahart como aprendiz de sastre hasta que, animado por un muladí que entro en la tienda con una tela para que le cortaran un traje, y lleno de espíritu profético al conocer la ascendencia hispana de Omar, le dijo: …” Oh desdichado ¿Qué mal consejo te ha traído aquí para luchar contra la pobreza? Vuelve a Hispania y yo te aseguro que llegarás a prevalecer sobre los Omeyas y reinaras un gran pueblo …” No se sabe si guiado por el patriotismo o la ambición, decidió volver en el año 880 aprovechando el creciente caos interno de Al-Ándalus.
Señorío de BobastroNo se atrevió a volver a casa de su padre, pero fue a ver a su tío Muhadir, persona adinerada y un patriota mozárabe, quién creyó en la predicción del viejo muladí conociendo los ánimos de las gentes de la comarca, le doto de recursos económicos y consiguió reunir para Omar una partida de trabajadores, deudos, amigos y aventureros en un número cercano a cuarenta, lo cuales eran mozárabes, muladíes e incluso beréberes que descontentos con la aristocracia de origen árabe dominante, y dando muestras de lo que después sería probado en multitud de contiendas, es decir sus grandes dotes de estratega militar, Omar, como primera medida reforzó y mejoró las defensas del viejo castillo romano de Bobastro, haciéndolo prácticamente inexpugnable, como se demostraría a lo largo de los más de cuarenta años que resistió los envites de los Omeyas. ![]() Para conocer el verdadero significado de la cuna del alzamiento mozárabe contra los Omeyas, hemos de fijarnos en el concepto de permanencia de los dueños de la tierra en su ciudad cristiana, en comparación con los invasores musulmanes. Los habitantes de Bobastro crearon en esa polis la Esparta de la Hispania libre contra la opresión de del Islam, el Alcazar de Toledo de los hispano-godos; y creando en el desfiladero de arenisca de Los Gaitanes, las Termópilas mozárabes, contra los agarenos. El conjunto arquitectónico y su situación bajo la protección de grandes murallas, definen la importancia ideológica y religiosa del monasterio emplazado en la ladera oeste de Bobastro. La Iglesia es una escultura, más que una construcción. Se talló en un promontorio de areniscas, con una superficie de 18x9 metros dentro de una planta basilical, con tres naves longitudinales, divididas en tres espacios a lo ancho. Para la dirección espiritual de la ciudad, se nombró a un obispo Yafar Ibn Maqsim, estando el monasterio en funcionamiento hasta su destrucción en fecha de 929 por el Califa Abderramán III. En esta ciudad de defendió hasta la muerte la libertad de los hispano godos. Con esta base de operaciones, con este corazón vivo de piedra llamado Bobastro, Omar llevo a cabo su primer alzamiento contra Córdoba en el año de la hejira 267 (880 a 881). Las huestes de Omar Ibn Hafsún se hicieron muy poderosas y numerosas luchando con gran valentía en clara rebeldía contra el poder de los emires de Córdoba, asaltando y matando a los enemigos de su raza y s de su pueblo, olvidándose ya del simple bandolerismo, para convertirse Omar, en el verdadero caudillo de una nación. Sus tropas le llamaban cariñosamente "El capitán de la gran nariz". Allá por donde pasaban las gentes vitoreaban a Omar y a sus hombres, mostrando abiertamente su hostilidad al Sultán de Córdoba. Omar tuvo su primer enfrentamiento directo contra las tropas del sultán comandadas por el gobernador (ualí) de la provincia Amir ben Amir con sede en Archidona, enviado para sofocar la rebelión. Omar cargo resueltamente contra el enviado de los Omeyas y les desbarató al primer choque, saliendo en desbandada las mesnadas del sultan abandonando todas las armas y enseres y hasta la tienda de campaña. Tan bien le iban las cosas a Omar, que el emir de Córdoba, Muhammad I envió contra él un fuerte contingente de tropas para apresarle, poniendo al mando a Abdelaziz ben Alabás. Este Alcaide, tras varios encuentros con los contingentes de Omar, sin poder vencerle, y viendo como tras cada escaramuza se encastillaban en Bobastro, pactó con él una tregua, que el propio Abdelaziz rompió en varias ocasiones. Viendo Muhammad I que no avanzaba el Alcaide en su propósito de apresar a Ibn Hafsún, organizó un poderoso ejército al mando del General Hashim, para derrotar a Omar y a otros rebeldes que se habían alzado contra Córdoba en esa zona. Hashim derrotó fácilmente a dos capitanes llamados López ben Mandaril e Ibn Abixoard, ambos muladíes amigos y aliados de Omar. Ante lo cual Omar, y tras una resistencia valerosa, se rindió pactando como condición a la capitulación, entrar al servicio del emir con sus hombres, (año 883). Muhammad I, le perdonó y lo tomó como guardia personal a su servicio y junto al general Hashim ibn Abd al-Aziz participó en duras batallas, como la de Pancorbo, donde demostró su bravura ante sus hermanos de raza y el Rey Alfonso. Dentro del ejército omeya también participó en varias aceifas por tierras de Álava. Pero lejos de obtener un reconocimiento a su valía y a la de sus hombres, Omar era menospreciado, ridiculizado e insultado por los altos mandatarios del emirato, entre otros por el gobernador de Córdoba, y todo ello a causa de ser de raza hispana, visigodo y mozárabe, llegando incluso a faltarles la comida o, en su defecto, cuando se la hacían llegar, ésta no reunía las mínimas condiciones. Omar se quejó y acudió a su valedor, el General Hashim, para hacerle saber que el trigo que le daban para comer a él y a sus tropas estaba podrido, y que el gobernador les había insultado y humillado. Hashim, que era enemigo del gobernador, le dijo a Omar “…Esta gente desconoce tu valer. Haz que lo conozcan…” Poco más que esta recomendación bastaron al carácter de Ben Hafsún para tomar una decisión. Estos sucesos hacen que abandone Córdoba y siga con su vida rebelde regresando a su casa dos años después (884), recibiendo en ella a cientos de partidarios mozárabes, muladíes e incluso beréberes, todos unidos contra la oligarquía de origen árabe que les dominaba. Pero el problema ahora era volver a Bobastro, la cual había sido fortificada por Hashim, conocedor de su importancia, quien la había dotado de una fuerte guarnición al mando de un capitán. Ben Hafsúm asalto la ciudadela por la noche, por sorpresa y los defensores huyeron tan precipitadamente que dejaron hasta a sus mujeres, tomando Omar para sí a la favorita del jefe de la guarnición llamada la Tachubía, madre de su hijo Suleimán. La proeza de la toma de Bobastro corrió por toda la región y los mozárabes y muladíes acudieron en masa al castillo, para proclamar por caudillo a Omar.
Omar Caudillo MozárabeCon la ayuda de sus fieles y de todos los que fueron acudiendo a él, Omar formó una numerosa hueste que en guerra de guerrillas contra el Sultán, se fue apoderando de muchos pueblos y fortalezas de la región; este grandioso despliegue militar le llevó a apoderarse de fortalezas como las de Auta, (junto a Riogordo), Mijas, Comares y Archidona. Durante esta pausa Ibn Hafsún aprovecha para reorganizarse reclutando campesinos para hacerse con el control absoluto de las coras de Takoronna (Serranía de Ronda) y Rayya (Málaga-Axarquía), apoderándose posteriormente de Iznájar y Priego, haciendo desde ellas incursiones por Cabra y Jaén. Según un historiador árabe, sólo en la provincia de Rayya (Archidona) Ibn Hafsún poseía más de treinta castillos. Convertido en caudillo y liberador del pueblo hispano, Omar se despojo de la arrogancia pendenciera de bandido, y se hizo digno de la alta misión de salvar y liberar al pueblo del yugo árabe. Desarrollo virtudes cristianas de caballero sacando a la luz la nobleza goda de la cual descendía, dirigiendo a su pueblo con sabiduría. La Hispania perdida por los godos, volvía a esa tierra para traer la libertad a los habitantes de la región que Omar acaudillaba. Su hazaña consistió en despertar en la fe de sus antepasados a todos sus territorios, poblándolos de monasterios e iglesias que daban el verdadero sentido a la reconquista que había emprendido Omar Ibn Hafsún contra los invasores. La mejor descripción de Ibn Hafsún, la realizan los cronistas musulmanes, al tiempo que le reconocían sus virtudes guerreras, le insultaban implacablemente llamándole el perro y el maldito, pero haciendo de él este retrato de verdadero caballero cristiano: “…Fue Omar Ibn Hafsún un azote y castigo con que Alá afligió a sus siervos, aprovechándole lo revuelto de los tiempos, lo rebelde y corrompido de los corazones y la perversidad de ánimos, aficionados al mal y dados a la sedición. Pero juntamente con sus desmanes, era muy amante de sus compañeros, llano y modesto con sus amigos, a pesar de sus maldades e impiedad, era muy celoso de amparar a los suyos y evitar que hiciesen o recibiesen ofensas, con lo cual ganaba corazones. Acontecía en su tiempo y bajo su señorío, que una mujer podía caminar sóla de una a otra comarca con sus alhajas y bienes, sin que nadie le saliese al encuentro para despojarla u ofenderla. Su espada era el escarmiento de los criminales, y procedía con tal equidad, que daba crédito lo mismo a una mujer que a un hombre o a un niño, o a cualquiera que viniese a querellarse contra cualquier persona que fuese, sin pedir para el caso más testigos que la misma queja, y hacía justicia con sus mismos hijos. Era humano y benéfico con todos los hombres y honraba a los valerosos; y cuando podía más que ellos y los vencía, los trataba con magnanimidad. A los que mostraban esfuerzo en los ejercicios y certámenes de armas, los regalaba brazaletes y otras preseas de oro, y todas estas cosas contribuían a su favor…” Ante este español, no es de extrañar que las gentes abrazaran su causa y que su caudillaje fue considerado providencial por las gentes de su tiempo, dado que tal comportamiento les concedía la libertad que el Sultanato árabe de Córdoba les arrebataba. Las ansias de libertad de los mozárabes y de sus hermanos muladíes, encontraron el Omar el abanderado de sus aspiraciones nacionales. En el año 886
pacta con otros rebeldes, los Banu Rifá muladíes que al mando de Harit Ben
Hamdúm, dominaban Alhama y su sierra. Contra este jefe local marcho el príncipe
Al-Mundhir, y como nuestro héroe era su aliado acudió en su socorro, debiendo de hacer frente a las tropas del
gobierno al mando del heredero Al-Mundhir. Omar entró en Alhama y cercados por
el príncipe árabe, nuestro héroe mozárabe y su aliado el muladí, sostuvieron un
bizarro asedio de dos meses, pero faltando los víveres en la ciudad decidieron
realizar una salida contra los enemigos para abrirse paso. Fueron rechazados
por los soldados de Al-Mundhir y los hispanos rebeldes tuvieron que volverse a
la plaza con graves pérdidas y Omar herido de una mano. Pero cuando estaban a
punto de ser derrotados muere el emir Muhammad I el 4 de agosto del 886 y al-Mundhir
debe regresar a Córdoba y gobernar el califato. Ibn Hafsún aprovecho para llamar a sus fieles y reunir nuevas tropas que se dirigieron hacia el norte, donde apresó al gobernador de Priego Abdalá Ben Samaá, tomado las ciudades de Elvira, Iznajar y Lucena. Ya nombrado emir Al-Mundhir en el año 887, este envió tres generales para someterlo, pero sólo recuperaron Iznájar, a comienzos del año 888, y el propio emir debió partir al frente de sus tropas, y en vez de ir a Bobastro a apresar a Ibn Hafsún arrasó la comarca y asedió Archidona donde gobernaba el Mozarabe Aixum, valiente hasta la temeridad. Tras un sangriento asedio, y viendo Al-Mundhir que no podía rendir la plaza, el emir acudió a la traición y pagó a muladíes traidores los cuales apresaron a Aixum entregándole cargado de cadenas al Emir. Los muladíes se rindieron, siguiendo con la defensa de la plaza solamente los mozárabes. Al tomarse la ciudad por los árabes, fueron asesinados todos los defensores mozárabes, y su jefe Aixum, crucificado con una increíble saña, entre un perro y un cerdo, como símbolo del máximo desprecio y burla hacia los cristianos. Lo mismo ocurrió en Priego que también es recuperada por los omeyas, tras otra masacre de mozárabes, donde fueron crucificados todos los defensores, y apresaron en esa campaña a los capitanes de los Banu Priego, amigos de Ibn Hafsún, llamados Harb, Aun y Talut, los cuales fueron crucificados en Córdoba. Ver a sus hermanos de raza masacrados y humillados por los musulmanes por el simple hecho de ser cristianos, hicieron que estos dos episodios afectarán a nuestro héroe en tan gran medida, que fueron el punto de inflexión de su modo de actuar, en su modo de guerrear contra el emir, y fueron estos dos episodios los que dotaron a su revuelta de una ideología y un sentimiento de patriotismo y de lucha contra el invasor, que a la postre dieron el significado histórico a esta revolución de origen social, hasta convertirla en la misma lucha con los mismos sentimientos de reconquista que tenían y habían emprendido en Covadonga sus hermanos cristianos del norte. Tras estas victorias cordobesas, siguió el asedio de Bobastro, provocando que el astuto Omar pactara con el emir su rendición a cambio de la amnistía. Le hizo saber al Emir que se rendiría junto a su familia, y les enviaría a Córdoba con sus enseres a modo de rehenes. El Emir aceptó, envió cien mulas para cargar el ajuar, acompañando la caravana diez oficiales y ciento cincuenta caballeros con ricas vestiduras para Omar y su familia, firmando un tratado tal y como concretó Omar. Pero una vez conseguida esta interrupción de las hostilidades. Omar abandonó Bobastro con su familia y entró en el campamento del Emir. Ibn Hafsún rompió la tregua escapando del campamento, capturando las mulas y matando a toda la guardia que había dejado el Emir y volviendo a Bobastro, aprovechado que el emir ya se retiraba. Esto provocó la ira de Al-Mundhir quién prometió no levantar el cerco mientras el rebelde no se rindiera, y desde luego no lo levantó pues el emir de Córdoba enfermó y tuvieron que llamar a su hermano Abd Allah que cuando llegó lo encontró ya muerto, el 29 de junio del 888. Abd Allah intentó ocultar la muerte durante tres días pero al no caer Bobastro lo anuncia a las tropas, que se desbandaron, siendo masacradas por Ben Hafsun. El contraataque siguió hasta alcanzar a Abd Allah, que estaba regresando a Córdoba con un pequeño cortejo fúnebre. Omar ben Hafsún, atacó la comitiva pero el nuevo rey Abd Allah le pidio que respetara al difunto y Hafsún así lo hizo. Nos damos cuenta de que ya en esa época Omar ya había vuelto formalmente al cristianismo, y esto era notorio para los musulmanes, porque el nuevo rey, ante la demanda de sus soldados que abandonara el cuerpo del Emir y huyera de las tropas de Omar, dijo “… ¿Por qué debería de abandonar el cuerpo de mi hermano a merced de infieles que tocan campanas y adoran cruces?...”
Con todo Omar toma Estepa, Osuna y Ecija en el año 889, conquista Baena masacrando a sus defensores en venganza por los asesinatos de cristianos mozárabes de Priego y Archidona. El resto de la Subbética se rinden sin luchar y sus tropas hacen incursiones cerca de la capital, Córdoba. El amplio estado que ya controla Omar ibn Hafsún establece impuestos sobre la población para lo que busca una legitimidad oficial que le lleva a enviar emisarios en el 891 a los Aglabíes de Túnez que reconocían al califa de Bagdag, y luego en el 910 a los Fatimíes que sustituyeron a aquellos, sin importarle que eran shiíes, ya que de hecho, desde las mezquitas controladas por Ibn Hafsún se lanzaban proclamas shiíes pese a que la población seguía la doctrina sunní. Al mismo tiempo instala un obispo cristiano en Bobastro y construye allí una iglesia, intentando también, el reconocimiento de su estado por el rey astur Alfonso En el cenit de su poder, Omar Ben Hafsún dominaba las provincias de Málaga y Granada (donde el Emirato tuvo que reconocerle oficialmente como gobernador) y tenía intensas relaciones con los rebeldes de Jaén. También estableció contactos con Ifriquiya (Túnez, Libia), primero con los aglabíes y luego con sus vencedores, los fatimíes que eran shiíes. Mientras tanto, los mozárabes de Elvira, al margen de Ibn Hafsún, se habían alzado contra los musulmanes. La tropa musulmana y su gobernador hubieron de refugiarse en el castillo de Monte Sacro, a pocos kilómetros de Granada. Los capitanes mozárabes Nábil y Axxomaís, tomaron la fortaleza al asalto matando a todos sus defensores y huyendo su jefe Yahya a uña de caballo. Pero a la primavera siguiente, los rebeldes en una emboscada degollaron al caudillo árabe y a la tropa que le acompañaba tirándolos a un pozo. La caza de árabes se extendió por la región, dando más ánimo a los españoles. Los árabes desde Córdoba, nombrarón como caudillo a Sauar, padre de Yahaya, para sofocar la revuelta. El odío de este Sauar hacía los cristianos era terrible, y para vengar a su hijo tomó al asalto el castillo de Monte Sacro y degolló a seis mil mozárabes que los defendían. Nunca olvidaron su raíces culturalesLos cristianos escribieron al Sultán pidiendo protección, quién obligo a Sauar dejar en paz a los cristianos, a cambio de hacerle regente de la provincia. Pero como había pactado con Córdoba no atacar a los súbditos cristianos del Sultán, empezó a acometer contra los vasallos y aliados de Omar Ibn Hafsún, con tal crueldad que despertó el sentido patriótico de los mozárabes de Elvira, ya pacificados. El grito de guerra volvió a sacudir Elvíra y su provincia, levantándose todos los españoles del Al-Andalus, muladíes y mozárabes contra los árabes de Sauar, que tuvieron que refugiarse en la Alhambra. Los ataques fueron tan intensos que por la noche tenían que reconstruir las defensas de la ciudadela a la luz de las antorchas, dándole un aspecto rojizo y fantasmagórico, viniendo de ahí el nombre de Alhambra (enrojecido en árabe). No pudiendo defender la ciudad por más tiempo, Sauar salió de las murallas y atacó a los españoles poniéndoles a la fuga y en debandada haciendo una gran mortandad. Ante esta derrota, los mozárabes llamarón de nuevo a Ibn Hafsún, quién en defensa de los de su raza, entró en Elvira, formó un ejército con las milicias de la ciudad y conquisto algunos castillos y presidios. Sauar pidió refuerzos a los también árabes de Jaén y Rayya, entablándose un feroz combate en campo abierto en el cual derrotaron a los de Hafsún. Este se retiró a Bobastro dejando en Elvira al general de su confianza Hafs Ibn Almarra con una fuerte guarnición. En la retirada Omar se llevo a un general de Sauar, el muladí Saíd ben Chudí, emprendiendo una guerra de guerrillas, que al fin y a la postres fue la verdadera causa de la derrota y muerte de Sauar, ya que los mozárabes elibetiranos matarón al caudillo árabe en una emboscada, vengándose de sus atrocidades y llevando el cadáver a la ciudad donde las mujeres lo despedazaron cortando su cuerpo en pedazos y mordiéndolo con ferocidad. Viendo el poder creciente de Omar, el sultán Abdalah intento atacar Bobastro, siendo derrotado por las guerrillas de Ibn Hafsún, con lo que el resultado de la campaña no paso de ser una tala de árboles en varías campiñas, mientras que Hafsún conquistaba Ecija sin entablar batalla, siendo vitoreado por la población de mayoría cristiana. La población cristiana de la capital estaba preparando el alzamiento por las armas contra el sultan. Sabiendo esto Omar, intentó legalizar su situación como gobernante de facto, enviando emisario al gobernador en el norte de Africa del Calífa de Bagdag, para conseguir que le nombrará gobernador del Al-Andalus y derrotar a los Omeyas con la legalidad y por las armas. Pero mientras la negociación daba resultado, Omar necesitaba tomar Córdoba. Uno de los conjurados contra el emir, el hijo del Conde Servando, huyó de Córdoba como muchos mozárabes, refugiándose en el castillo de Poley (Aguilar de la Frontera), pidiendo refuerzos y auxilio a Omar. Omar los envió gustosamente y anduvieron atacando a los cordobeses durante mucho tiempo hasta que fue apresado Servando y decapitado junto a su padre el Conde Servando, siendo expuestas sus cabezas en Córdoba. El castillo de Poley siguió siendo el foco de resistencia y de ataques a Córdoba, y desde allí Omar conquisto Cabra y Baena, y se asentó en el cuartel general que estableció en Écija, y desde allí atacó toda la campiña que rodeaba Córdoba, llegando a clavar un venablo en una las estatuas de la puerta de la ciudad que da al puente de Alcántara. El ejército de Abdalá fue reunido y avanzó contra el castillo de Poley, donde se entablo una feroz batalla entre el ejército árabe y el mozárabe, que termino con la retirada de los cristianos al castillo, dejando en el campo de batalla a muchos de sus hermanos. Al propio Omar lo tuvieron que alzar desde las almenas, porque había quedado fuera de las murallas combatiendo, y podía ser apresado. Siendo Viernes Santo, los musulmanes estuvieron mofándose de los soldados de Ibn Hafsún, a causa de su derrota en ese día, pero dejando que escaparán muchos de ellos a caballo, mientras se dedicaban a saquear el campo cristiano. Días después, los fieles de Hafsún, por la noche, abandonaron Poley, siendo sorprendidos por los musulmanes, quienes les persiguieron haciendo muchos prisioneros. El propio Omar escapó montado en un borriquillo que le dio un soldado cristiano. Abdallah ofreció a los mozárabes el perdón que otorgaba a los muladíes, si renegaban de su fe en Cristo, no consiguiendo que apostatara nada más que uno de los mil prisioneros, siendo pasados todos a cuchillo en la jornada en la que se recuerda como la de los mártires de Poley. Ibn Hafsún se hace cristiano.Allí comenzó su declive. Fue Poley una importantísima victoria del emir, ya que con 14.000 hombres derrotó a los de Ibn Hafsún que sumaban 30.000 y marchaban sobre Córdoba, (16 de mayo del año 891). El sultán recuperó Ecija y otras plazas del Guadalquivir en dura lucha, que después, en parte, fueron reconquistadas de nuevo por Ibn Hafsún en 897 derrotando a los árabes y haciendo prisionero a Ibn Addá, gobernador de la provincia de Elvira, quién quedó prisionero de Ibn Hafsún hasta que el sultán pagó un fuerte rescate. El nuevo siglo seguirá con el declive del malagueño, declive que coincidió con el anuncio de su conversión al cristianismo en el año 898, la vuelta a la religión de sus antepasados que en su interior, probablemente, nunca había abandonado. Su bautizo le restó partidarios, pero fue el momento más importante en la vida de Ibn Hafsún. Nuestro héroe era cristiano, su afán era restaurar en España su antigua religión, pero no lo hizo público hasta entonces para no granjearse la enemistad de sus aliados musulmanes. Pero viendo que su alianza no era fiable, intuyendo que los acabaría perdiendo y se enfrentarían a él, tarde o temprano y sabiendo que a sus tropas les faltaba un vinculo religioso con el que unir a la raza española, abrazo el cristianismo con toda su familia. Antes que él, lo había hecho su padre Hafs fundando una iglesia en las cercanías de Bobastro, que en 893 derruyó el Príncipe Almotarríf. En este bautismo público que tuvo lugar en la iglesia de Bobastro, oficiado por el obispo mozárabe de la ciudadela. Omar, tomo el nombre de Samuel; y su mujer, el de Columba y toda su familia fue bautizada. Vale la pena detenerse un momento en este momento de la vida de nuestro héroe: La proclamación pública de su conversión al cristianismo:
Muchos de sus partidarios y caudillos hispanos, abrazaron la fe católica como Ibn Mastana, señor de Priego. Desde este momento Samuel Ibn Hafsún repartió los cargos más importantes de su territorio, entre los cristianos mozárabes, distingiéndolos entre los muslimes hispanos. Se construyeron monasterios e iglesias en el territorio dominado por Hafsún y el cristianismo volvió a ser la religión de ese estado. Omar no pudo obrar de otro modo, aparte de la cuestión de conciencia. Veía que la unión de mozárabes y muladíes era imposible, por lo encontrado y diverso de sus creencias, costumbres e intereses, decayendo el espíritu patriótico de sus fieles, y creyó que buscando el sentimiento religioso y declarándose restaurador del cristianismo, base de la antigua unidad nacional, los mozárabes cobrarían un nuevo fervor y los muladíes volverían a la fe católica de sus padres, como en efecto muchos hicieron. Omar veía como los soldados cristianos combatían con un heroísmo y una fuerza superior a los musulmanes, aunque todos fueran de raza española. Ante la manifestación pública de su cristianismo, muchos de sus súbditos musulmanes le hicieron saber su descontento y le abandonaron o le traicionaron. Sevilla y Carmona dominada por el árabe Ibrahim ibn Hayyay rompen con él. El bereber Ibn Aljalí Señor de Cañete en la comarca de Tocoronna, empezó a combatir a Samuel Ibn Hafsún; y el muladí Yahía, hijo del capitán mozárabe Anatolio, se aliaron con el Emir de Córdoba. Desde este momento los musulmanes convirtieron a Samuel en el blanco de sus odios fanáticos, llenándole de insultos que reflejan los historiadores muslimes. Perro (Alqueb), el maldito (alain) y el infame (aljabit) son sus insultos más utilizados, haciéndole una persecución implacable ya que temían Ibn Hafsún expulsara a los musulmanes de la península. Desde Africa se grito la yihad o guerra santa contra Ben Hafsún, y el Emir de Nacor que había ido cuatro veces de peregrinación a la meca, entró en la península con su ejército para combatirle, pero Samuel Ben Hafsún le derrotó masacrando a sus tropas y dejándole sólo a él vivo para más humillación del moro, siendo muerto posteriormente en Murcia por el Príncipe Daisán. En el año 899 continuaron las expediciones contra la comarca de Rayya, pero fueron derrotados los mozárabes por el general cordobés Ahmed Abulabbás que hizo muchos prisioneros, entre ellos el caudillo Ishac. Mientras el ya Samuel Ibn Hafsún procuró proporcionarse alianzas que le dieran la fuerza militar perdida con las deserciones de sus aliados musulmanes, y para ello entró en negociaciones con el africano señor de Arcilla, con los Banu Casi y Banu Lope en el Ebro, además con el rey cristiano de Asturias Alfonso III, pero unos por muslimes, otros por la distancia, hicieron que las alianzas no dieran resultado. Ibn Hafsún no desfalleció y en el año 900 firmó una alianza con Ibrahim Ben Hachach, jefe árabe de Sevilla que había roto con el sultán de Córdoba. Este le envió a Omar dinero, caballos y armas, y gracias a este socorro, Hafsún pudo contrarrestar el poder del sultán. Tal alianza fue tan letal para el Cordobés, que solicito una tregua a Omar, humillándose y ofreciendo un tratado de paz que se firmó en el año 901, enviando Omar como garantía para el cumplimiento del tratado, a cuatro rehenes, entre ellos su tesorero Jalaf e Ibn Mastana. La paz fue quebrada en el año 902, y de nuevo funcionó la alianza con el señor de Sevilla, aun en contra de la opinión del jefe de la caballería sevillana. Ibn Hafsún se puso al frente de un ejército compuesto de dos mil quinientos caballos, de los cuales mil quinientos eran cristianos, y quince mil infantes. Al avistar al ejercito cordobés en Estepa, Omar cargo con la caballería derrotando a los cordobeses matándoles más de quinientos hombre. Cuando llegó la infantería, Omar volvió a atacar contra la opinión del general sevillano, y salió derrotado perdiendo mil quinientos hombres. El triunfo animó al sultán y mandó matar a los rehenes amigos de Hafsún, salvándose Ibn Mastana que prometió falsamente obedecer al sultán. El hijo del jefe sevillano también iba a ser degollado, pero avisado el sultán utilizó a este para romper la alianza de Ibrahim Ben Hachach con Hafsún, a cambio de la vida de su hijo, y el sevillano nunca volvió a unirse a Ben Hafsún. En ese momento Omar sufrió ataques continuos en sus territorios a causa de la derrota de Estepa, que permitió al emir cordobés reconquistar Jaén en el año 903, los beréberes Banu Jali también le abandonan y se someten al emir, Bobastro es atacada y todo su reino atravesado por los ejércitos enemigos. En el año 903, Ibn Mastana, que entró en secreto en Bobastro tras huir de Córdoba, y Hafsún, junto a sus partidarios, atacaron al ejército del sultán para aflojar el cerco al que estaban sometidos, siendo derrotados en la batalla de Guadabullón, y perdiendo Martos en el 906 donde hicieron prisionero a su alcaide Firh Ben Asad, al que llevaron a Córdoba clavado en una cruz. En ese mismo año, el conde Hazamiro, caudillo de los cristianos en Córdoba, fue hecho prisionero por sospechas de ayudar a Ben Hafsún, y maltratado cruelmente hasta que murió. En 906 los cordobeses tomaron el castillo Cañete, arrebatándoselo a los Benu Aljalí, por ser aliados de Ben Hafsún. Atacaron el enclave mozárabe de Archidona, donde gobernaba Moxauír, y tras un gran cerco, les concedieron la paz tras un fuerte tributo y rehenes. Después viéndose los moros vencedores, atacaron de nuevo Bobastro, el cual resistió, pero se perdió el castillo de Luque. En 910 Ben Hafsún, rearmó su ejército y atacó a los cordobeses, pero fue de nuevo derrotado, muriendo el general mozárabe Taseril en la batalla. Ante estas derrotas, varias ciudades se alzaron contra Hafsún, matando a sus alcaides y enviando la cabeza al sultán, para congraciarse con él, como sucedió en Iznajar. Pero por si faltaba alguna desgracia más para Ibn Hafsún y sus mozárabes, su última esperanza, el rey astur Alfonso III el Magno moría en 911, sin haber podido cumplir su promesa de ayudar a Ben Hafsún, muriendo también el emir Cordobés Abdalá a los pocos meses en 912. Como amir fue nombrado Adderramán III, que a la postre sería el que terminaría con esa hermosa empresa ideada por Samuel Ibn Hafsún y , por ende, con el sueño de Bobastro. Los hispanos, mozárabes y muladíes, siguieron combatiendo contra los árabes y sus aliados africanos, todavía muchos en número, pero sin la cohesión, la organización de sus hermanos del norte. Su unión, había caído en fervor por tantos reveses sufridos y por los años de guerra, las miserias, la anarquía y lo asolado de sus campos, la muerte de tantos compatriotas y la ruina de todas las familias. Los mozárabes, alma de la revuelta, iban perdiendo el empuje y la esperanza de victoria, y recordaban que bajo el gobierno de los sultanes, aun siendo oprimidos, gozaban de algún descanso. En consecuencia, comenzó una gran desmovilización popular y la emigración hacia el norte, lo que propicio la despoblación de cristianos de esas tierras, en beneficio de la prospera Toledo, que recibió a miles de refugiados mozárabes andaluces con hermandad, lo que hizo florecer el cristianismo en la ciudad y aseguró aun más el esplendor y la independencia del territorio toledano, del sultán cordobés. Omar tuvo que tomar a sueldo a mercenarios bereberes de Tanger, pero estos combatientes dieron más problemas a Hafsún que soluciones, y se trocaron en bandidos. La llegada al
trono del nieto del emir, Abd al-Rahmán III, (912), agravan aún más la
situación de Ibn Hafsún pues el joven omeya quiere pacificar su reino. Bajó los
impuestos a los cristianos, granjeándose el fervor popular, recordando que su padre
Mohamed, huyendo de Abdala, asesino de su familia, se había refugiado en
Bobastro y se alistó en las filas de Hafsún. Pero el nuevo soberano quería
someter por las armas el poder de Samuel Ibn Hafsún, organizando un gran
ejército con el que conquista de nuevo Écija, después marcha sobre la cora de
Elvira tomando Baza y Salobreña evitando el ataque directo contra Bobastro, por
lo que en esta primera expedición Abderramán III recupera 70 plazas fuertes y
300 husún o refugios-fortaleza. Omar atacó Archidona, y cuando ésta estaba a punto de caer, las tropas del sultán llegaron a tiempo y Hafsún hubo de retroceder. Ben hafsún atacó Elvirá y fue desbaratado el ataque, cayendo prisionero el sobrino de Ibn Hafsún, Omar Ben Ayub. El sultán atacó dos castillos en Santesteban y Peñaferrata, cayendo estos tras veinte días de asedio. En el 914 un nuevo ataque omeya, esta vez por la cora de Takoronna, derrota a Ibn Hafsún en Ojén y quién sigue por la costa hacia Algeciras ya que Abderramán III decide seguir sobre Sevilla, donde los Ben Hachach gobernaban. Ben Hafsún no podía dejar sólo a sus antiguos aliados sevillanos y acudió en su ayuda, siendo derrotados en las puertas de Sevilla, que se rinde al sultan y se somete. Ben Hafsún se refugia en Bobastro en el mismo año 913. Ya sin la presión militar de Sevilla, Abderramán fija toda su fuerza militar en Samuel Ben Hafsún y en su terreno. Pero la resistencia era brutal por parte de los mozárabes en su territorio, creyentes, acorralados y entusiastas. En un ataque de Abderraman a Tolox, y bajo el mando de Ibn Hafsún, la ciudad se defendió heroicamente, saliendo toda la población de la plaza para atacar al ejercito del sultán, teniendo que levantar el cerco. Abatido y herido en su orgullo, el sultán juro no tener deleite alguno hasta acabar con los cristianos que le habían derrotado. Atacó Carmona que seguía bajo el poder de los Banu Hayyay y es sitiada hasta caer en el 916. La pérdida de Baeza, Niebla y Orihuela de la comarca de Todmir en el 916, y sus derrotas ante Jaén y Antequera le llevan a Ben Hafsún a refugiarse en Bobastro por última vez. Mientras el sultán atacó el castillo cercano a Bobastro, llamado de Monterrubio y en el ataque muere el general cordobés Abbas Ben Ahmed, de los Abu Aba. El Emirato consiguió aislar a Ben Hafsún, en gran parte formando una coalición con los Banu Qasi, la familia muladí que dominaba la cuenca aragonesa del Ebro. Todavía hoy pervive el rito mozárabePero en el año 917, los cordobeses recibieron en su campamento la tremenda alegría de que nuestro héroe Omar Ben Hafsún había muerto en su residencia de Bobastro, en su cama, y sin ser derrotado, de una enfermedad, siendo enterrado como buen cristiano en los ritos de nuestra religión. El jubilo con el que los moros celebraron la muerte de Ibn Hafsún se refleja en las siguientes palabras de un cronista árabe: “… En este año 305, pereció Omar Ben Hafsún, la columna de los infieles, la cabeza de los apóstatas, la tea de la guerra civil y el refugio de los rebeldes, y su muerte se consideró como causa y anuncio de toda fortuna y prosperidad …” Los mozárabes de Ibn Hafsún no habían sido derrotados por la muerte de su jefe ni por las armas del Sultán, ya que siguieron casi veinticinco años más en guerra contra Córdoba.
El otro hermano, Hafs, que estaba prisionero, se evadió de Córdoba y asumió el mando de las tropas mozárabes, ya que estos eran los únicos partidarios que ya le quedaban, pero tras perder Málaga y ser asediado en Bobastro rinde la mítica plaza el 19 de Enero del 928 siendo enviado él y su familia a Córdoba donde vivirán acogidos en la comunidad mozárabe cordobesa. Tras tomar Bobastro, Abd al-Rahmán III ordenó desenterrar los cadáveres de Omar y su hijo Chafar, los cuales expuso al público en Córdoba. Vencedor de los mozárabes de Hafsún, Abd al-Rahmán recorrió Málaga derruyendo todos los castillos innecesarios y desterró al norte de Africa a muchos mozárabes partidarios de los hafsuníes o los machacó a impuestos, alcanzando de este modo con su victoria un gran prestigio que le animó a proclamarse Califa (929).
Santa Argentea, Virgen y martirLa hija de Samuel Beb Hafsún, Santa Argentea, merece un capítulo aparte. Heroica y Santa, digna hija de su padre. Desde su niñez en el castillo de Bobastro, desdeño todo tipo de lujos o deferencias hacia ella y brilló por su caridad y devoción a la fe de su raza. Cuando murió su madre Ibn Hafsún quiso ponerla al frente del palacio de Bobastro, residencia de la familia, pero la pequeña le pidió a su padre que le permitiese dedicarse al encierro monacal, al ayuno, oración y perfección evangélica. Samuel consintió todo ello. Argentea, que así se llamaba, escribió en secreto a un santo varón de Córdoba, para que le concediese formar una comunidad de vírgenes dedicadas a la oración y lograr la palma del martirio. Llevada a Córdoba con su hermano Hafs, por los demás mozárabes bibistrenses derrotados, paso en comunidad tres años acompañada de jóvenes de Bobastro. Se les presentó un piadoso galo llamado Vultura, diciéndole que se le había aparecido una noche el Señor, diciendo que viniese a España, donde moriría por amor a la Virgen Argentea. Vultura salió por Córdoba a proclamar su amor a Jesucristo y fue detenido, llevado al juez y condenado a muerte. Argentea, fue a verle varias veces a su encierro. Uno de los guardias la identifico y le dijo ¿No eres tu la hija del Príncipe Omar? Y esta le dijo No sólo soy la hija del Príncipe Samuel, sino alumna de la fe católica. Oída la confesión, la llevaron al juez y le dijo en el interrogatorio: “…¿ Porque andáis tentando con preguntas? ¿No he dicho que soy cristiana? Según el dogma apostólico, lo que se dice por el corazón, ha de expresarse por la boca. Yo os digo que creo en Dios, uno, trino indivisible en la subsistencia, y con distinción en las personas…” Tal confesión irrito al cadí, quién la mandó a la cárcel y avisó al sultán. Como pertenecía a una familia ilustre y su hermano Hafs pertenecía a las huestes del sultán, trato de traerla a la ley de Mahoma, ofreciéndole protección y regalos. Argentea los rechazó y le hizo saber al sultán que prefería la muerte a renunciar a la fe de sus padres. Fue condenada a mil azotes, antes de ser degollada. Cuando oyó la sentencia, la santa le dijo al juez con jubilo: “…¿Qué importa, Oh magistrado sin piedad que destruyas el órgano de mi cuerpo si el plectro invisible de mi ánimo no deja de resonar a Cristo? Aumenta infeliz tus crueldades, granjeándome con ellas gloriosos triunfos….” Argentea y Vultura, sufrieron martirio la noche de 13 de mayo del año de la Era Hispana 969 y del año 937 de Cristo. Los cristianos recogieron sus cuerpos, y los sepultaron honoríficamente en entierro oficiado por el Obispo de Córdoba, en la Iglesia de los Tres Santos, obrando milagros donde yacían sus sagradas reliquias.
ConclusionOmar es un héroe para los cristianos y un bandido para los musulmanes, pero esto es parte de la historia. No cabe duda que los mozárabes sufrieron la invasión de un pueblo tirano y excluyente, como es el musulmán, y pasaron de ser señores de la tierra donde habían nacido, a esclavos en su patria de un régimen tirano y absolutista en lo social, económico y religioso como fue el emirato y posteriormente el califato Omeya. La rebelión de Ibn Hafsun comenzó siendo una reacción frente a la posición tiránica de los invasores y contra la difusión de las normas de la sociedad islámica, tan extrañas para el pueblo hispano visigodo y a la cultura cristiana secular que había enraizado entre la raza hispana. Pero esta revuelta social y militar, acabó siendo una guerra religiosa entre la Cruz y el Islam. Al principio las batallas eran pleitos entablados entre creyentes con episodios de transigencia y perdón entra vencedores y vencidos a las que nos tiene habituados los musulmanes, en los cuales se acogían al perdón del poderoso tras las derrotas. Pero la conversión pública al cristianismo de Ibn Hafsún, provocó una guerra sin cuartel entre bandos sociales y raciales antagónicos y una represión absoluta de los mozárabes por parte de los árabes, que no fue tal contra los conversos muladíes, quienes obtuvieron el perdón a cambio de delatar a sus hermanos de raza. ![]() A esta esclavitud moral, religiosa y nacional se opuso nuestro invicto y querido hermano Samuel Ibn Haftún, quién nos enseñó, entonces, el camino para luchar por la libertad, sirviendo también esta enseñanza para los tiempos que vivimos, los cuales están tomando los mismos derroteros para los cristianos, que los que tomaron en época del califato de Córdoba. Todos aquellos que han profundizado en Omar Ibn Hafsún, han quedado fascinados con el personaje. Los historiadores han dejado en sus obras frases que nos describen al héroe con una admiración que nos hacen ver lo cautivador que es el estudio de sus vida y de sus hazañas como caudillo mozárabe: "Otra vez la raza hispana alumbró una gran capitán popular (...) que los españoles, cristianos o musulmanes amaron con pasión". Sanchez Albornoz "Omar Ben Hafsún jefe de toda la raza española del Mediodía". Dozy La muerte de Samuel Ben Hafsún no fue estéril, y su resistencia y alzamiento contra los moros, fue determinante para sus hermanos del norte. Las revueltas y batallas en las que Ibn Hafsún participó y en la que implico al ejército musulmán, contribuyeron a los notables progresos que lograron los cristianos de Navarra, Aragón y del Reino de Asturias, capitaneados por sus reyes Alfonso III y Sancho Abarca. Un sabio historiador de mitad del siglo IX escribe: “… cuando todo el mediodía estaba alterado contra el Sultán, los Reyes de León extendieron los límites de su estado hasta el Duero, donde levantaron cuatro plazas fuertes: Zamora, Simancas, San Esteban de Gormaz y Osuna, formaban contra los musulmanes una barrera casi impenetrable; por la parte del Oeste sus fronteras se extendían hasta más allá del Mondego …” Libres durante mucho tiempo, los cristianos del norte, de las incursiones musulmanas, los Reyes de Asturias habían mudado su corte a León, extendido sus conquistas por la Lusitania; había nacido el Condado de Castilla y había crecido el naciente Reino de Navarra, que acrecentaron las expediciones y victorias de los Reyes Sancho II Abarca y su Hijo García Sanchéz. Todo fue obra indirecta de Samuel Ibn Hafsún y sus mozárabes andaluces, que sacrificaron su vida y su libertad, por España y su Reconquista, distrayendo los ejércitos del Sultán, para que los españoles del norte avanzaran en la Reconquista, avance que fue determinante para que quinientos años después, se pudiera poner la Cruz como estandarte de toda España. Sirva como resumen y reflexión a lo expuesto, la única frase que de Samuel Ibn Haftún conocemos, y que bien se podría cambiar la palabra Sultan por la palabra Estado Democrático, para que fuera aun más actual. La rebelión de Omar frente a los invasores, se puede resumir en sus propias palabras, que son recogidas a través del historiador árabe Ibn Idahari y que forman parte de una arenga dada a sus tropas mozárabes: “… Harto tiempo hace que el sultán os maltrata, os despoja de vuestros bienes y os abruma con cargas superiores a vuestro sufrimiento, os cobra impuestos aplastantes mientras que los árabes os llenan de humillaciones y os tratan como a esclavos, y, por lo tanto, yo he resuelto levantarme para vengaros y sacaros de la esclavitud…”
Bibliografía
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