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Y Dios creo el universo en seis días ...
Por Juan Bermejillo
San Pedro ya decía que en presencia del Señor mil años son un día y un día son mil años, y San Agustín ya indicaba que el Universo no se creó en el tiempo, sino que el tiempo se creó con él.
Madrid, 25 de julio de 2012

¿Creó Dios el Universo? ¿Cuánto tiempo tardó? ¿Se debe interpretar la Biblia de forma simbólica o de forma literal? No son tres cuestiones de fácil contestación, pero hay alguien que está dispuesto a responder dichas preguntas, y además de forma científica. La respuesta a la primera pregunta sería sí por una cuestión de fe, la segunda sería 6 días, y la tercera que la Biblia no se equivocó y acertó de forma literal. El Profesor Gerald Schroeder que ha desarrollado parte de sus estudios en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) cree haber llegado a estas respuestas correlacionando ciencia y religión (estudios bíblicos y de física cosmológica). San Pedro ya decía que en presencia del Señor mil años son un día y un día son mil años, y San Agustín ya indicaba que el Universo no se creó en el tiempo, sino que el tiempo se creó con él. Dichas aseveraciones nos sirven de base para evaluar en que se apoya el Profesor Schroeder para ser tan categórico a la hora de contestar a estas cuestiones. Los últimos estudios cosmológicos cifran la antigüedad del Universo en unos 15.000 millones de años, pero esto, como así aseguró Einstein, solo es válido desde nuestra perspectiva o punto de vista. Sabemos que el tiempo transcurre de forma distinta en función de la velocidad o de la gravedad, de tal manera que cuando estos aumentan de forma considerable, el tiempo se ralentiza, de tal manera que si viajáramos a la velocidad de la luz el tiempo llegaría a detenerse, esto no sabemos por qué es así, pero es cierto que sucede. De igual manera si nos acercáramos hasta la mismísima singularidad que supone el centro de un agujero negro, el tiempo también se detendría. De todo ello se podría pensar que nuestra perspectiva actual del Universo podría ser muy distinta a la integrada en el mismo momento del Big-Bang (creación). Situémonos en el mismo origen del Universo, en ese instante su tamaño era infinitesimal, pero en muy poco tiempo (millonésimas de segundo), el espacio, y por tanto el tiempo se expandieron de forma descomunal, incluso más deprisa que la velocidad de la luz (periodo inflacionario). Imaginen este ejemplo que propone el Profesor Schroeder: el primer día de la creación enviamos un pulso de luz desde el lugar más lejano a nosotros, en nuestra dirección, pero además cada segundo siguiente durante un periodo de tiempo determinado, enviamos otro haz de luz en nuestra dirección. La pregunta que se haría sería la siguiente: ¿cómo nos llegan a nosotros las señales de los haces de luz? La lógica nos obligaría a responder que dentro de millones de años empezaríamos a recibir pulsos de luz separados cada segundo, en el mismo número en que fueron enviados. Pero la respuesta sería incorrecta, ya que entre cada segundo que hay entre haz y haz de luz, el Universo se seguiría expandiendo, por lo que la respuesta correcta sería decir que dentro de millones de años recibiríamos un pulso de luz, millones de años después recibiríamos otro pulso de luz, y así sucesivamente hasta completar el número de haces enviados en el origen. Esto es lo que está sucediendo en la actualidad como así demuestran todos los estudios cosmológicos referentes a la expansión del Universo. Pues bien, como hemos dicho en el momento actual se calcula la edad del Universo en 15.000 millones de años, pero nada nos impediría retroceder mentalmente a un universo cuya antigüedad fuera de 6 días. Y es aquí en este Universo donde empiezan a aparecer conclusiones más que curiosas, La cosmología actual indica que existe una relación entre el tiempo en el origen y el tiempo actual de un millón de millones, de tal manera que un año en el origen correspondería hoy a un millón de millones de años. Un día en el origen correspondería en el momento actual a un millón de millones de días. Luego… seis días del Génesis corresponderían a 6 millones de millones de días. Esta es una cifra curiosa que al dividirla por 365 días del año, nos sale un montante de unos aproximadamente 16.000 millones de años. Pero también es cierto que el Universo se está expandiendo cada vez más deprisa, de tal manera que se calcula que cada vez que el Universo se duplica, requiere la mitad de tiempo que en la duplicidad anterior. Fíjense ustedes en los resultados tan curiosos que nos aparecen: el primer día bíblico de 24 horas bíblicas como todos los días, correspondería a 8000 millones de años de los actuales, el segundo a 4000 millones de años, el tercero a 2000 millones de años el cuarto a 1000 millones de años, el quinto a 500 millones de años y el sexto a 250 millones de años. Todo ello hace un total de 15.700 millones de años, lo que nos acerca mucho más a los cálculos actuales. El Profesor Schroeder concluye con que esto no hay que tomarlo como una coincidencia, sino como literalmente lo narrado en el relato del Génesis. |