Biografía| Eulogio Bravo Aparicio
El 14 de abril de 2012 falleció en Pont d´Inca (Mallorca) a los 93 años de edad Eulogio Bravo Aparicio, Hermano de las Escuelas Cristianas de La Salle. Era natural Villaren - Pomar (Palencia) donde nació el 19 de marzo de 1919, empezó sus estudios, como escolástico, en Lembecq, en Bélgica, ejerciendo su apostolado en Gerona, Barcelona, Tortosa, Tarragona, Condal, Paterna, Teruel y últimamente estaba en la Residencia “Sagrada Familia” de Pont d’Inca.
Carlista convencido, de lo que dio siempre testimonio, fue enterrado con su hábito que nunca abandonó, con su rosario que tantas veces rezó y, a petición propia, con su boina roja de requeté con la que tanto se identificó.
Homilía en el funeral del Hno. Eulogio Bravo Aparicio
Pont d’Inca 16 de abril de 2012
Pont d’Inca 16 de abril de 2012
Hermano Eulogio, hermano de la pluma en mano
Efesios 4,1-6 Salmo 144, 9-21 Jn 12,20-26
Estimados Hermanos, sobrinos y amigos en La Salle:
En plena celebración de la Pascua de Resurrección, el Señor Jesús ha realizado la llamada definitiva hacia la casa del Padre a nuestro estimado Hno. Eulogio que durante 93 años le sirvió aquí en la tierra.
Lo hacía el pasado viernes, la médico de cuidados paliativos que le atendía con una eficaz profesionalidad ya lo anunciaba. Lo hizo en silencio y en esta tierra mallorquina a la que estaba destinado en estos últimos años. Aquí reposarán sus restos y permanecerá su memoria entre los que le conocíamos y queríamos.
Hoy nos reunimos a celebrar su vida por medio de este sacramento de la Eucaristía que Cristo nos dejo como sacrifico de la nueva y eterna alianza. Hoy unidos a todas las Comunidades del Sector y del Distrito y, de manera muy especial, a la Comunidad de Teruel en donde estuvo destinado durante tantos años y junto a todas las personas que le han conocido y tratado, para que el señor cumpla en él lo que su Hijo nos dijo en el Evangelio: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto”.
Cualquier semilla tiene que morir para producir su fruto. Se siembra en la tierra, se corrompe, no se ve, parece que se acaba pero hay una maravillosa vida nueva que brota de la semilla muerta.
La vida del Hno. Eulogio se ha ido sembrando y enterrando en muchos surcos de tierras variadas. Nació en Villaren-Pomar en Palencia el 11 de marzo de 1919. Sus padres, Evaristo y Elvira, ofrecieron al Señor a su hijo permitiendo que iniciara su proceso de formación con sus 11 años que le llevarían a Benicarlo, Cambrils, Lembecq, Bordhiguera hasta realizar sus Votos Perpetuos en 1944 en Bonanova. Tras realizar su servicio militar en Guipuzcoa, inició su misión educativa bien como profesor bien como Director en Gerona, Barcelona, Manresa, La Salle Condal, Tortosa, Paterna Colegio, Escolasticado de Pont d’Inca y Paterna, y Teruel en donde estuvo la mayor parte de su vida hasta llegar a esta Casa de Pont d’Inca para ser mejor atendido en sus últimos años de vida. Atención que deseo agradecer de corazón a todas las personas que formáis parte de la SAFA empezando por los Hermanos, siguiendo por todo el personal de enfermería, cocina, limpieza… porque me consta del cariño y cuidado que le habéis dispensado.
Podríamos decir del Hno. Eulogio que ha cumplido en su vida la exhortación que nos hace Pablo en la primera lectura proclamada: “Ha llevado una vida digna del llamamiento recibido”. Sí, podemos decir que el Hno. Eulogio ha sido un Hermano de La Salle sencillo y cercano. Destacó en su elocuencia; un hombre bien formado, de gran delicadeza espiritual; fiel a sus amigos, de gran bondad y cercanía, y si era exigente con los demás más lo era consigo mismo. Vivió toda su vida con sencillez y preocupación por la vida del Instituto, del Distrito, de su colegio, de su comunidad. Buscando siempre hacer el bien y obrar conforme a Dios teniendo muy claro lo que San Juan Bta de La Salle, a quien tanto amaba, nos dice en una de sus meditaciones: “lo que más debe daros que pensar, respecto de la cuenta que habéis de dar a Dios, no es tanto lo que hayáis dicho o hecho… sino, sobre todo, la intención que tuvisteis y la manera como obrasteis” (Med 206,3).
Ahí quedan sus años de entrega a la formación de muchos Hermanos; ahí quedan sus muchos años de tiza, pizarra y patio; ahí quedan sus horas de Francés, de religión… y sobre todo su preocupación por cada uno de sus alumnos para que fueran hombres bien preparados ante la vida; ahí quedan sus servicios de traducción tantas veces requeridos por Roma; ahí quedan las numerosas biografías de Hermanos que le precedieron y con quienes ya comparte la gloria del Señor; ahí quedan las miles de cartas y postales escritas de su puño y letra; ahí queda su “¡hola, majete!”… ahí queda su incuestionable ejemplo a la hora de afrontar en estos meses su enfermedad con una actitud de profunda fe. En nuestro recuerdo quedará la ofrenda del pan que realizó en la Eucaristía del pasado día 12 durante el Foro de Hermanos. Ahí quedan sus muchas horas de silencio y soledad en su habitación, especialmente en Teruel, como si hubiera asumida la idea del filósofo Arthur Schopenhauer en su libro “el Arte de buen vivir” al afirmar: “Lo que uno tiene por sí mismo, lo que le acompaña en la soledad sin que nadie se lo pueda dar o quitar, esto es mucho más importante que todo lo que posee o lo que es a los ojos de los otros”.
Sin duda, ha sido la suya una vida entregada sin condiciones, a la que no le han faltado dificultades, dudas, sacrificios… pero también la valentía, el esfuerzo por superarlas. Su fe, su respuesta a la llamada recibida, su fortaleza interior siempre le ayudaron a sobrellevar sus cargas y dificultades. Él está presentando ya sus “cinco panes y los dos peces”. A nuestros ojos pueden ser muy pocos, dejemos al Señor que sea quien juzgue. Ahora nos toca esperar y aguardar la iniciativa de Dios. Toca esperar que actúe la misericordia y la gracia del Señor, el amor y el perdón; y que transforme sus buenas obras en semilla de resurrección eterna. Porque, como nos recuerda el Salmo 144, “Siempre es justo el Señor en sus designios y están llenas de su amor todas sus obras. No está lejos de aquellos que lo buscan”.
A todos nosotros nos sigue convocando el Señor en este tiempo de Pascua a seguir experimentándole, a seguir proclamando su gloria, a seguir anunciando su Buena Noticia, a seguir viviendo “por Él, con Él y en Él”. El Señor Resucitado nos invita a vivir y a dar amor, armonía y esperanza en medio de nuestro mundo que vive horas tan inciertas, en medio de nuestros hermanos especialmente de los más probados, en medio de nuestros niños, jóvenes y adultos especialmente quienes más sufren… Cada día el Señor Resucitado nos llama personal y comunitariamente a ser humildes, sencillos, pacientes… esforzándonos por mantener la unidad y la paz, tal como nos lo pide Pablo en la primera lectura proclamada. Nos sigue llamando a seguirle y servirle y “dar fruto abundante” siempre unidos a Él sabiendo que “El que quiera servirme, que me siga, y allí donde esté yo, esté también mi servidor; a quien me sirva lo honrará el Padre”.
Sin duda alguna el Padre ya está honrando a nuestro Hno. Eulogio. Bien podríamos aplicarle aquel poema de Pablo Neruda cuando escribía:
“Ahora me dejen tranquilo, ahora se acostumbren sin mí.
Yo voy a cerrar los ojos.
He vivido tanto que un día
Tendrán que olvidarme por fuerza,
Borrándome de la pizarra:
Mi corazón fue interminable.
Se trata de que tanto he vivido
Que quiero vivir otro tanto.
Nunca me sentí tan sonoro
Nunca he tenido tantos besos.
Déjenme solo con el día.
Pido permiso para nacer”.
Permiso concedido. El Hno. Eulogio ha nacido de nuevo a una vida nueva. Allí en el Reino goza de su merecido descanso. Seguro que ha encontrado buenos compañeros para darse largos paseos entre las montañas celestiales donde encontrar manjares más sabrosos que sus setas turolenses. Él que, pluma en mano, tantas noticias dio por escrito a sus amigos, seguro que buscará la manera de hacernos llegar cuanto acontezca por allá y sea digno de ser comunicado.
Hoy su cuerpo físico descansa ya con nuestros Hermanos aquí en el cementerio de Marratxí. Lo hace con su hábito que nunca abandonó, con su rosario que tantas veces rezó y, a petición propia, con su boina roja de requeté con la que tanto se identificó. Nos queda el recuerdo de toda una vida generosa y activa, de sus idas y venidas por su Teruel querido buscando el periódico y saludando a todo el mundo. Nos queda el recuerdo de su sonrisa y alegría de estos últimos años que, a pesar de sus limitaciones físicas, supo vivirlos con verdadero testimonio de fe.
Que María, Reina y Madre de las Escuelas Cristianas, a la que tanto rosarios rezó incluso en sus últimos días, aquí en comunidad con los HH. Emilio, Antonio, Domingo y Bonaventura, ella que es modelo de esperanza y de creyente, interceda junto a nuestro santo Fundador para que realmente el Hno. Eulogio vea cumplido lo que él escribía en su meditación 208: “¡Qué consolador será para los que hayan trabajado en la salvación de las almas, ver en el cielo a muchos de quienes hayan procurado la ventaja de gozar de tan incomparable dicha!”.
Y a nosotros, Madre buena, danos la alegría de vivir siempre en la fe y la fidelidad que el Hno. Eulogio conservó, transmitió y vivió entre nosotros. Amén.
Hno. Rafa Matas
Visitador Auxiliar del Sector “Valencia-Palma”